Lourdes Alameda: "Nos hacen comentarios hirientes por jugar a rugby"

Lourdes Alameda (Madridejos, Toledo, 1991) estuvo este jueves en la presentación del Trofeo Rector que tuvo lugar en el Paraninfo.

Lourdes Alameda posa en el Campus San Francisco.
Lourdes Alameda posa en el Campus San Francisco.
Guillermo Mestre

¿Qué ha traído a una internacional a orillas del Ebro?

He venido de la mano de la Federación Aragonesa para apoyar la presentación del Trofeo Rector de la Universidad de Zaragoza y la de una campaña que lucha por la igualdad de género en el deporte.

Esta temporada, las mujeres suponen un 38% de las participantes del Trofeo Rector. El número va creciendo.

Sí, pero ojalá se pueda llegar a alcanzar la paridad entre ambos sexos. Sería perfecto.

El rugby es precisamente uno de los deportes que ofrece esta competición. ¿Siempre tuvo claro que era lo suyo?

No. Empecé a jugar en la universidad. En principio, mi intención era hacer balonmano, pero no había competición femenina. Me informé y tenía otros deportes para elegir, los de siempre: fútbol, baloncesto... y rugby. Me llamó muchísimo la atención. Tuve claro que quería jugar porque no sabía lo que era. Es una disciplina que te enseña a superarte; a caerte y levantarte. Es algo que se puede equiparar con la vida. Es muy importante que esto se aprenda cuanto antes, pues las lesiones siempre están presentes.

En el imaginario colectivo aún se ve como un deporte masculino por el alto grado de contacto. ¿Qué le dijeron sus padres cuando decidió probar suerte?

Mi familia nunca me dijo que no fuera para chicas. No he notado esa presión. A pesar de llegar con golpes, con el ojo morado alguna vez, mi madre nunca llegó a decirme que dejara de jugar. Solo me miraba, como pensando ‘¡qué loca estás!’ (risas). Pero cuando vieron que me llamaban de la selección, mis padres empezaron a apoyarme y a entenderlo.

Otra gente parece no haberlo hecho todavía.

Sí. Cuando eres jugadora de rugby te hacen comentarios hirientes, disfrazados de broma muchas veces, que tienes que aguantar. Pero la intención está. He escuchado que el rugby femenino no es ni rugby ni femenino. También he oído que hay demasiado contacto, por parte de las chicas, en colegios. Dicen que eso de darse golpes no es para ellas.

¿Por qué cree que se tienen esas concepciones?

El problema es que la gente no entiende el rugby. Por eso se han mantenido estos prejuicios. Para alguien que no conoce su cultura, este le resulta agresivo. No mira más allá de los golpes que ocurren en los partidos, de la sangre que puede tener un jugador. No ve que son quince jugadores que luchan por ganar, dando el cien por cien por sus compañeros, ni la inteligencia que hace falta para entender todas las leyes de un extenso y complejo reglamento.

Habla con pasión. No hay duda de que la ha atrapado desde hace mucho tiempo.

Sí. Para jugar a rugby solo necesitas ganas. Y es un deporte que te inculca muchos valores: sacrificio, humildad y, sobre todo, respeto: a tus compañeros, al rival y al árbitro. Te enseña a entrar a un campo, ‘pegarte’ contra el oponente en una rivalidad momentánea y, luego, compartir unas cervezas en el tercer tiempo (los equipos suelen rebajar las tensiones al finalizar los dos tiempos del partido con comida y bebida de por medio). En el rugby, todo lo que pasa en el campo se queda ahí. El respeto por la figura del árbitro también está muy presente; en el fútbol, por ejemplo, todos los jugadores le hablan y protestan. No digo que eso no ocurra en nuestro deporte, porque al final los valores no pertenecen al deporte sino a las personas, pero siempre se intenta enseñar que hay que darle las gracias por venir y por mediar en la batalla. Arbitrar un partido es muy difícil.

¿Qué les diría a aquellas niñas que quieren seguir sus pasos?

A ellas, y a cualquier persona que no se decide a hacer algo simplemente por la presión social, les diría que lo hicieran.

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