Un valle plagado de pueblos con encanto

Con una gran riqueza cultural, este valle es el destino perfecto para aquellos que deseen perderse por las calles de sus localidades.

Hecho destaca por sus edificios empedrados.
Hecho destaca por sus edificios empedrados.
Laura Uranga

Situado en la comarca de la Jacetania, se trata de uno de los rincones más bonitos del Pirineo aragonés. Durante los meses de invierno, los visitantes podrán recorrer los pueblos del valle, que estarán cubiertos de nieve.

En hoteles y restaurantes se puede disfrutar su sabrosa gastronomía e incluso en las características bordas que permiten, en plena naturaleza, degustar la recetas tradicionales de la zona.

El principal encanto del valle de Hecho reside en su naturaleza, pues este espacio es rico en flora y fauna. En este entorno, se encuentran increíbles especies, como el oso pardo o el quebrantahuesos. Una de las visitas obligadas es la del Parque Natural de los Valles Occidentales, que abarca los términos municipales de valle de Hecho, Aísa, Ansó, Aragüés del Puerto y Borau. Es uno de los ecosistemas mejor conservados y en el que el impacto de la construcción ha sido mínimo. Los hábitats que se encuentran en su zona de influencia son varios hayedos, bosques de pino negro, pinares o abetales, entre otros. Los amantes de los animales están de suerte, pues este enclave concentra especies tan destacadas como el buitre leonado o el pico dorsiblanco.

Este parque se encuentra dentro de las sierras interiores del Pirineo. Los macizos de Bisaurín, Aspe, la mesa de los Tres Reyes o Peña Forca son los accidentes geográficos de referencia, en los que se puede apreciar la huella de la erosión del hielo.

Además, en esta zona, los habitantes han sabido mantener sus tradiciones y su cultura. De hecho, aún se habla el cheso, una lengua que se transmite entre familias y amigos. Otro de los aspectos más tradicionales y pintorescos de estos pueblos reside en su arquitectura. Hecho, presidido por su monumental iglesia de San Martín, posee un casco urbano con un característico diseño tradicional, en el que destacan elementos como las grandes balconadas en las fachadas de piedra. Embún es otra de sus características localidades, cuya plaza Mayor se construye entorno a un caserío. De esta parten la mayoría de sus calles que se acomodan a los desniveles de la zona.

Siresa, a 882 metros de altitud posee una carácter fuertemente montañés, con los tejados de sus casas de roja teja y gran pendiente. Y, por último, al pie del barranco Romasiete que desciende del pico de la Cuta, se encuentra Urdués, del cual destaca su particular iglesia parroquial de origen románico.

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