¿Le resulta especial el partido de esta tarde en La Romareda?

Muy especial. No me olvido de mi etapa en el Real Zaragoza. Recibí un trato fantástico por parte del club y de la ciudad. La guinda es que ascendimos a Primera División. Fueron dos años extraordinarios. En Zaragoza dejé muy buenos amigos.

Fue uno de los protagonistas del ascenso a Primera en 1951.

Fue un año magnífico. Se conformó un gran equipo con una mezcla de veteranos de categoría y jóvenes promesas. Estaban Gonzalvo II y Rosendo Hernández, que venían de disputar el Mundial de Brasil 50. Pese a que eran internacionales, se portaron muy bien y fueron muy profesionales para ayudar al equipo. Se entregaron al máximo y por eso ascendimos, que era el objetivo. También recuerdo a Calo, a un jovencísimo Luisito Bello y a su hermano… El rendimiento fue muy bueno.

Les entrenaba Luis Urquiri.

Era un vitoriano entrañable, una excelente persona. Como entrenador era serio, práctico, no le gustaban las tonterías. Trabajó mucho para que una plantilla tan diferente se llevara bien, algo que es fundamental en el fútbol de entonces y de ahora.

Marchó de Zaragoza en 1952, pero aquí se quedó su hermano.

Mi hermano es un maño más. Vino conmigo desde Granada en 1950 porque los dos éramos solteros. Vivimos juntos hasta que yo volví al Granada en 1952. Él se casó y toda su vida ha transcurrido en Zaragoza.

¿Suele visitarle?

Claro. Regresar a Zaragoza es siempre un placer para mí. Tanto por lo familiar como por los gratos recuerdos de la ciudad. De hecho, quería estar hoy en La Romareda, pero unos problemillas de salud no me lo permiten.

¿Qué recuerda de aquella Zaragoza donde vivió?

Viví mi primer año en el Hotel Goya, que estaba delante del antiguo Frontón. Se portaron genial conmigo. Cuando uno es joven y medio famoso la gente suele portarse muy bien. Era y sigo siendo un hombre de costumbres normales. Me dedicaba por entero a jugar al fútbol, a estar en el hotel y a tener amigos. Hacía una vida sana y evitaba ir de fiesta en fiesta.

Marchó a Granada, donde es una institución.

Fui portero del Granada 12 años y presidente del club otros 12. Además, me casé con una granadina que es lo mejor del mundo. Por todo ello soy muy querido en Granada, aunque intento mantenerme al margen de lo que pasa actualmente en el club.

Su Granada, con Montero Castillo o Aguirre Suárez, hizo historia.

Fue un momento único. Todos los jugadores que se ficharon de fuera, sobre todo de Argentina, Uruguay y Paraguay, dieron muy buen resultado. Pese a que tenían costumbres distintas, se portaron de maravilla. Por ejemplo, Montero Castillo, que era un veterano internacional uruguayo, se comportó de lujo en lo personal y en lo deportivo. Eran muy buena gente.

Les persigue la fama de duros.

¡Qué va! Si eran muy buena gente. Quizás sea porque yo convivía mucho con ellos y los conocía de otra manera. No tengo ninguna queja de ellos.

¿Qué le sugiere el Zaragoza actual, que vaga por Segunda?

Me entristece ver su situación. Claro que me da lástima ver al Zaragoza en Segunda. Aunque estoy lejos, llevo al club muy dentro y ocupa una parte de mi corazón. La Virgencita del Pilar se ha portado muy bien conmigo. El Real Zaragoza y Zaragoza son un club y una ciudad de Primera.

¿Cómo es el Granada que comparecerá hoy en La Romareda?

Ha hecho muy buenos fichajes y tiene una plantilla para estar en Primera. Lo único que les falta es tiempo para acoplarse. Estoy seguro de que irá a más. Que tenga mucho cuidado el Zaragoza.

Se le ve al día de la actualidad.

Dentro de unos meses cumplo 90 años. Bastante hago con ir al fútbol. No me pierdo los partidos. Es una enfermedad que uno lleva dentro y no se cura hasta que el Señor se acuerde de uno.