Alfredo Evangelista: "Yo le aguanté quince asaltos a Cassius Clay"

Hoy se cumplen 40 años de la histórica pelea entre Clay y Evangelista. Una derrota a los puntos (según los jueces) que encumbró al púgil que ahora reside en Zaragoza.

Alfredo Evangelista, con sus dos cinturones más preciados y con los guantes de la pelea con Cassius Clay.
Alfredo Evangelista, con sus dos cinturones más preciados y con los guantes de la pelea con Cassius Clay.
Diego Rodrigo

El gol de Iniesta ante Holanda en 2010. El gol de Torres... Sí, bueno, el de Torres a Alemania en 2008, también. Por supuesto, el gol de Marcelino a Rusia en 1964. Sin duda, Pau y Marc Gasol en el salto inicial del Partido de las Estrellas de la NBA de 2015. Hay fechas subrayadas en la historia del deporte español. Igual en unas semanas Rafa Nadal tacha el calendario y se convierte en el primer terrícola en ganar 10 veces en Roland Garros. Antes, mucho antes, hace hoy exactamente 40 años, el 16 de mayo de 1977, hubo otro deportista español que estuvo a punto de cambiar la historia. No la cambió definitivamente porque los jueces así lo (es)timaron. Alfredo Evangelista, residente en Zaragoza desde hace una década, ese día, esa noche, fue mejor que el mejor, que Muhhamad Alí, en la pelea por el cetro mundial del peso pesado. Ese día, esa noche, pudo ser declarado el hombre más fuerte del mundo. Cayó a los puntos. "Para ganar a Cassius Clay en Estados Unidos habría que haberlo matado", aclaró el propio Evangelista. El español no lo mató. Solo fue superior. Ligeramente, pero superior. Insuficiente para atrapar el cinturón. Suficiente (qué digo, sobresaliente) para decir yo fui el mejor. Y, sobre todo, para afirmar con rotundidad algo que muy poquitos pueden proclamar en el universo: "Yo le aguanté quince asaltos a Cassius Clay".

Con y sin balón, a pedales, sobre el agua o a guantazo limpio, la entidad del rival calibra la envergadura de una gesta. ¿Y quién fue Cassius Clay? Según ‘Sports Illustrated’ y la BBC, el deportista del siglo XX. Es decir, en el siglo en el que el deporte adquirió la trascendencia que ahora disfruta, el número uno. Rey del boxeo, Clay le plantó cara hasta al rival invencible del siglo, el Ejército de los Estados Unidos. La USA Army era poco para él... Clay, nacido como Cassius Marcellus Clay, luego Muhhamad Alí, se opuso al reclutamiento para ir a Vietnam. Desposeído del título por su pensamiento, Clay elevó su figura hasta erigirse en icono de su tiempo. Recuperada la corona ante Foreman en Kinshasa en 1974, Evangelista osó cuestionarla después de la bendición de Don (Donald, como Trump) King. La pela siempre fue la pela, también para Clay...

Evangelista lo explicó en Zaragoza, en el gimnasio del excampeón mundial López Bueno, con los guantes rojos de la histórica pelea y los mejores cinturones coleccionados en su fantástica carrera. Alfredo Evangelista habló claro, directo, como sus antaño letales ganchos. "Si quiere, comenzamos desde el principio, así me entenderán mejor", se arrancó el mítico púgil, que se expresó con sinceridad abrumadora: "De niño vi boxear a Cassius Clay por televisión. Tenía que ir a la casa del vecino, en Villa Española, un barrio de Montevideo. En casa no teníamos televisión. Tampoco había mantas, solo unos sacos. Mi papá, que se llamaba Vicente Roque, marchó a hacer dinero a Panamá, pero no volvió. Mi mamá, María Adelsia, se quedó sola conmigo y con mis hermanitos, Adriana y Roberto".

Golpe a golpe, verso a verso, continuó Evangelista: "Fueron unos años muy duros. Comencé boxear como aficionado en Uruguay, hasta que Evelio Mustelier, ‘Kid Tunero’, me envió una carta y me dijo que me viniera a Europa. Mi mamá estuvo llorando semanas y semanas. Al final me vine con él a mediados de los años 70. Le prometí a mamá que volvería para comprarle una casita con calefacción. Me fueron muy bien las cosas en España. El triunfo ante Urtain (14 de mayo de 1976) fue muy importante, pues Urtain era al gran boxeador español del peso. Ya me había nacionalizado español. Un año después llegó la gran pelea. Ha habido muchas peleas en mi carrera, pero la pelea de verdad fue con Cassius Clay".

"Me preparé a conciencia. Recuerdo los entrenamientos en Los Ángeles de San Rafael junto a Perico Fernández. Entrenaba yo, porque a Perico no le gustaba entrenar, correr... El se quedaba durmiendo –sonrió Evangelista–. Perico es un caso único en el boxeo y en el deporte: ser el mejor sin entrenar ni cuidarse... Jamás vi una pegada así en su peso (superligero). Yo tenía que trabajar muy duro para estar en mi peso. El montaje de la pelea en Maryland fue espectacular. El dinero corría... Hasta por el anuncio del calzón pagaron (la revista Interviú). Estuvo hasta Donald Trump, hasta Sylvester Stallone (seguidor extasiado de Clay)... Yo estoy orgulloso de la pelea que hice. Es complicado de explicar: perdí pero gané. Con eso lo digo todo".

Hubo siete títulos europeos, pero el momento cumbre fue ése y no otro, el verdadero punto de inflexión en su vida y en su carrera. "Gané mucho dinero, muchísimo –confesó Evangelista–. Me casé con Lupe, una zaragozana. Viví en Zaragoza. Nacieron Loreley y Alfredo. Me maché a Madrid y me compré una casa en el barrio de Salamanca, pared con pared con Sara Montiel. El boxeo se acabó. Invertí en negocios, pero no sabía de esos negocios, lo mío era el boxeo. También hubo malos días, muy malos. La vida me dio una oportunidad (superó un cáncer). Me casé con Esperanza y tuve otro hijo, Alejandro. Vivo con mi familia en Zaragoza. El año pasado murieron Cassius Clay y Perico. El tiempo pasa muy pronto...".

Y tanto. Parece que fue ayer y hoy hace exactamente 40 años.

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