Hoy hace 10 años que el CAI Aragón disputó la final de la Copa EHF ante el Magdeburgo. Es el mayor hito del deporte de élite aragonés en el siglo XXI: el único club aragonés que ha disputado una final europea en este siglo.

¡Qué pronto ha pasado! ¡Qué corto se nos ha hecho! Fue muy bonito cuando jugamos la final. Recuerdo el partido de ida, con el pabellón Príncipe Felipe lleno a rebosar, con 11.000 espectadores vestidos de naranja, los colores del CAI Aragón.

Hoy se cumple exactamente una década de esa fecha: 21 de abril de 2007.

Es un partido que no se nos puede olvidar a nadie. Empatamos a 30, aunque llegamos a tener una ventaja de cuatro goles en los minutos finales.

El gol 29 no se me olvidará jamás: saque rápido de Pablo Hernández, palmeo de Ibai Cano y finalización perfecta de Amadeo Sorli ante Bitter.

Sí, sí, fue precioso. Además, el Magdeburgo tenía jugadores magníficos, como el portero Bitter, el polaco Bielecki, el francés Joel Abati, Roggisch, Stefan Kretzschmar... Hasta Heinevetter era reserva... Eran buenísimos.

Luego perdimos 31-28 en la vuelta, en el Bordelandhalle de Magdeburgo.

Estuvimos muy cerca de ser campeones de Europa. Muy cerca es muy cerca...

Y tan cerca... Con otro arbitraje en Magdeburgo, el CAI Aragón habría sido campeón. Fueron tan sibilinos los árbitros que su apellido no se me olvidará jamás: los rusos Charnega y Poladenko. Qué jeta, Dios mío, qué jeta...

En casa pudimos y debimos ganar. Fuera, pese a que hicimos un partidazo, era muy difícil. Su pabellón también estaba a reventar, y en Europa el arbitraje es así.

Qué orgullo de ese equipo, de esos jugadores, de esa gente, de personas como usted...

Fue precioso. De lo mejor de mi vida. Y puedo presumir de haber jugado en una selección como la de Suecia.

El pivote de una selección de la relevancia mundial de Suecia en balonmano jugó en el CAI Aragón. Eso es como si Kareem Abdul-Jabbar hubiera jugado en el CAI Zaragoza...

Creo que contribuí a hacer un gran equipo. Para llegar hasta la final tuvimos que superar muchísimos obstáculos. Cualquier equipo no juega una final de la Copa de la EHF.

Además de en el equipo nacional sueco, también defendió la camiseta del Kiel alemán: lo más de los más en Europa y en el mundo.

Pero en ningún sitio me sentí como en Zaragoza. ¡Estoy tan orgulloso de haber jugado en el CAI Aragón! Nos faltó muy poco para ser campeones de la EHF. Además, me integré muy bien en la ciudad. Y mi familia, también. Fuimos muy felices en Zaragoza.

Cómo competía Robert Arrhenuis, no se lesionaba nunca...

Tuve suerte con las lesiones. En Alemania solo me perdí uno, en el Nordhon. Jugábamos precisamente en Magdeburgo, y ese día Osa, mi mujer, dio a luz a nuestro primero hijo, Theo. Casi me pierdo un partido en Ciudad Real con el CAI Aragón, cuando nació Mua, mi hija. Pero al final pude ir al partido. Afortunadamente, todo fue muy bien. Recuerdo que me fichó el presidente Ricardo Arregui, con Kosovac como entrenador. Le ganamos a todos los mejores equipos de España, que entonces eran los mejores de Europa: al Barça, al Ciudad Real, al Portland... Coincidí con compañeros maravillosos que no olvidaré nunca, como Amadeo Sorli, Toño Cartón, Pablo Hernández, Stian Vatne...

Hasta que llegó la maldita crisis...

Yo tuve que marcharme en 2011. Cada vez había menos dinero, hasta que el equipo desapareció. Fue muy triste. Lo sentí muchísimo, porque quería mucho a ese equipo y quiero mucho a esa ciudad. Espero que pronto haya equipo de nuevo. Aunque vivo en Suecia, sigo teniendo contacto permanente con Zaragoza. Es más, trabajo en Anagán, una empresa aragonesa. Su director general, Alberto Sainz, también fue consejero del CAI Aragón. Hasta ese punto estoy vinculado a una ciudad tan importante en mi vida, como es Zaragoza.