La Romareda ya no es un fortín

El Real Zaragoza ha perdido su eficacia como local, donde no gana desde el pasado 11 de diciembre.

Manu Lanzarote conduce el balón en La Romareda.
La Romareda ya no es un fortín
Oliver Duch

Urge una reacción. El Real Zaragoza debe reconducir su rumbo en las dos próximas semanas si no quiere ver todavía más comprometida su situación en la clasificación. Una mejoría que deberá empezar a cimentar este domingo ante el Nástic de Tarragona. El equipo dirigido por Juan Merino se asoma en el calendario como el obstáculo más inmediato de los dos que tendrá que sortear el conjunto aragonés en su trayecto más inminente. Y, además de recuperar un importante cúmulo de sensaciones, la plantilla de Raúl Agné buscará también reconciliarse con el triunfo ante su afición.

Una victoria que La Romareda no celebra desde el pasado 11 de diciembre. Aquel día, gracias a un doblete de Ángel Rodríguez, los zaragozanos superaron al Oviedo (2-1) consiguiendo tres puntos de una tacada en su feudo por última vez. A partir de entonces, el conjunto aragonés entró en una espiral de irregularidad que le ha llevado a sumar un único punto en sus tres compromisos más recientes como local.

Girona, Lugo y Levante han sido los tres últimos beneficiarios de esta condición. Sin embargo, a pesar de no ganar en ninguno de los tres encuentros, el Real Zaragoza ofreció sensaciones muy opuestas que, por diferentes razones, no fue capaz de traducir en goles, y por consiguiente en puntos.

Los catalanes vencieron con dos tantos en los últimos veinte minutos; un gol de Fede Vico desde fuera del área con el tiempo reglamentario ya cumplido desarboló una victoria que parecía ya en el bolsillo;y el enésimo error de Xabi Irureta ante el líder privó a los aragoneses de apuntarse un triunfo que, según lo expuesto por ambos equipos sobre el lluvioso césped de La Romareda, podría haberse producido.

Esa es la ruta que deberá recuperar el Real Zaragoza para volver a ser un equipo práctico y fiable en su estadio. Una trayecto del que descarriló el pasado domingo en Santo Domingo.

Un arranque esperanzador

Es sabido por casi todos que para que un equipo pueda aspirar al ascenso en esta categoría debe atesorar dos condiciones indispensables: recibir pocos goles y ser un equipo solvente como local. Una condición, esta segunda, que sí cumplió con una exquisita regularidad el Real Zaragoza allá por el mes de septiembre.

Tal es así, que el equipo entrenado por Luis Milla no consumó su primera derrota ante su afición hasta la jornada diez. Fue el único paso en falso de los zaragozanos en los últimos nueve encuentros que abrocharon el 2016 en La Romareda, lo que le llevó a ser uno de los mejores equipos en su estadio de la categoría, después de un inicio ilusionante.

Pero todo eso queda ya muy lejano. Por delante restan 16 jornadas, nueve de ellas en la capital aragonesa, para tratar de reconstruir un fortín que se ha derrumbado en las últimas fechas. En total, 27 puntos todavía en juego como local, que albergan gran parte de las aspiraciones que, matemáticamente, todavía conserva el Real Zaragoza de Raúl Agné.

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