Una mano única

Carlota Albás es una enamorada de la pelota vasca. Ella pone el acento aragonés en la novedosa Emakume Master Cup, de mano parejas, que reúne a 75 pelotaris.

La pelotari Carlota Albás Lascorz, ayer en el frontón del Stadium Venecia.
La pelotari Carlota Albás Lascorz, ayer en el frontón del Stadium Venecia.
Aránzazu Navarro

Carlota Albás Lascorz posee una zurda poderosa. Recibe la pelota, que se estrella de forma violenta contra su mano. Adelanta la pierna y traza un arco con su brazo. La bola sale disparada hacia la pared del frontón. 75 gramos de madera, goma, lana e hilo de algodón. "Es un sonido precioso, una gozada", describe Albás II, nombre asociado a una disciplina invisible. Su mano es única. Solo ella practica en Aragón, a nivel competitivo, la pelota vasca, un deporte que en los años 70, 80 y 90 animaba los frontones, como el del Stadium Venecia. Allí creció admirando a los pelotaris de la casa, estudiando los botes, los materiales que dan forma a la bola, a estudiar los ángulos, a acariciar la piedra. Solo Carlota Albás, de 38 años, forma parte del selecto grupo de 75 mujeres que dan cuerpo a la novedosa Emakume Master Cup, competición de mano parejas que se desarrolla durante este mes y en febrero por distintos frontones del país. La final se celebrará en Amorebieta (Vizcaya) el 5 de marzo.


"Me enteré por los medios de comunicación", cuenta aún sorprendida. "Tenemos un grupo de Whatsapp de mano femenina y una de las organizadoras encontró mi nombre y mis datos y me apuntó sin que lo supiera. Será una experiencia bonita porque están confirmadas las mejores de Navarra, País Vasco, Cataluña, La Rioja, Valencia, Andalucía… Incluso viene una pelotari cubana (Dayneris del Val) y se espera la presencia de una mexicana (Daniela Vargas)", explica.

 

Su presencia en la Emakume Master Cup pone el broche a un trabajo concienzudo y en el anonimato, el que condena a las mujeres en un deporte que se maneja con una mentalidad masculina. "Hay quien piensa que una mujer no sabe jugar a mano. En la pelota femenina no se ha invertido, No se ha tratado de igual forma a las mujeres y a los hombres", critica Carlota Albás. El número de licencias no da para alegrías: en España hay cerca de un centenar de pelotaris; en Aragón, de cero se ha pasado a una veintena. "Parece una ridiculez, pero es un vuelco muy importante. Es necesario que se vayan rompiendo barreras, que haya más luz, y que se cuide la cantera para que dé sus frutos".


En el Venecia, la Escuela da sus primeros brotes: Leyre Pérez (benjamín) y Sofia Maijo (prebenjamín), Sandra Melgosa (frontenis Helios)… "Necesitan tener referentes para que sigan", añade la zaguera.



Cuando Carlota mira a las niñas, no puede evitar recordar sus inicios, ligados a la herencia familiar. "Mi padre, Carlos Albás, era un gran zaguero, conocido como ‘El Zurdo’ o ‘El Albas’, pero sin acento. Estuvo en activo de 1973 a 1994. Fue artífice de la creación de la sección de pelota en el Stadium Venecia, en las disciplinas de mano y herramienta, y jugaba el Nacional Interclubes de División de Honor, Primera… Yo nací un 21 de mayo de 1978, domingo, y cinco días después mi padre ya me llevó al frontón", recuerda. Y continúa el relato: "Mi madre, Ana María Lascorz fue jugadora de fútbol femenino en el Rodel, que entonces era el único en la ciudad que estaba en la élite. Después conoció a mi padre cuando dejó el balón y se animó a la pelota, siendo una de las primeras mujeres en la modalidad de raqueta. Estaba cantado que mi vida iba a estar pegada a un frontón".


Las pelotas duras no le hacían daño a la pequeña Carlota. Las famosas Cipri, que pesaban 107 gramos. Con 14 años, la pasión crecía. "Fui a Barcelona, y estuve todos los días viendo doce horas seguidas de pelota en los Juegos de 1992", evoca. José Luis Torres puso en marcha la escuela de herramienta, y Carlota guardó su material más preciado y agarró la pala junto con su amiga Isabel Torres, hija de José Luis. "Nos enfrentábamos a paleta cuero contras chicos. Ellos tenían la cancha subvencionada; a nosotras nos ayudaban Cristina Escolano, Pili Otermin, Estrella y mi madre. Ellas eran más mayores, pero entrenaban con nosotras", señala la pelotari, que después jugó durante cuatro años (1993-96) con Isabel los campeonatos de Aragón de frontenis olímpico, llevándose los títulos.


Los estudios (Relaciones Laborales) y el trabajo no sacaron a Carlota Albás de su entorno más intimo y de la raqueta, modalidad más impresionante, rápida y compleja, con un juego repleto de efectos. Pero la zaragozana sentía un gusanillo en esa zurda que rompía desde la zaga. Hace dos años nace la Escuela del Venecia y coincide con compañeros de la juventud. El manista Miguel Colás le convence para que vuelva a desempolvar la pelota y recuperar el ritual. Proteger la mano con mimo: preparar los esparadapos, un poco de resina, los adhesivos, el taco…


En el calendario, una fecha en rojo: el 23 de abril de 2016. En Barcelona se celebra el primer Torneo Nacional de mano femenino con 52 mujeres. Su pareja, la vizcaína Maricar Larrabetzu. "Salí a jugar con el dedo corazón fastidiado. Pero ni sentía el dolor. ¡Nos quedamos subcampeonas! A partir de ahí, ha sido la locura", cuenta la protagonista, que es responsable de la comisión de Mujer y Pelota en la Federación Española de Pelota y de la Territorial, entidad que también le ha puesto al frente del Colegio de Jueces. Su agenda se llenó de eventos: Torneo Noveno Centenario en Santo Domingo, Premio San Fermín en el Labrit de Pamplona, partidos en Soria y Navarra, el festival del Pilar en el Venecia en fiestas…


Y 2017 le ha traído la guinda: la Emakume Master Cup. Y vuelta a gozar, esa sensación que experimenta el pelotari cuando empalma la pelota con facilidad y soltura. "Es un momento único y muy personal. No se puede describir", concluye Albás II.

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