Cuando la Copa de Europa se jugó en La Romareda
Zaragoza y su flamante estadio fueron escenario en mayo de 1959 de un partido de desempate entre Real Madrid y Atlético en las semifinales de aquella edición.
La pintura de La Romareda aún olía a nueva aquel 13 de mayo de 1959 en el que la Copa de Europa se presentó, como un regalo alado, en Zaragoza. ¿Qué hacía ahí si su anfitrión aún era un equipo emergente en la liga española, todavía alejado de las mieles continentales? Estaba allí porque el fútbol romántico aún desconocía ciertas reglas de desempate, como el gol de valor doble fuera de casa o la tanda de penaltis. Y las semifinales de la Copa de Europa de ese curso se retorcieron de tal modo que hubo que sacar el mapa de España. Las jugaron el Real Madrid y el Atlético Madrid. Era la cuarta Copa de Europa de la historia y los blancos caminaban por el torneo como la horda de Atila. Las habían ganado todas y también ganarían esa. Pero hasta allí, hasta la copa levantada en la final de Stuttgart contra el Stade de Reims, el Madrid tuvo que pasar por Zaragoza.
En el partido de ida, en Chamartín, los locales ganaron 2-1. En la vuelta, los colchoneros, en el viejo Metropolitano, nivelaron: 1-0. La solución contemplada en el reglamento de la UEFA establecía un desempate en campo neutral. Pero se resistió la sede de consenso. Primero, cada club, debía proponer seis sedes. No hubo acuerdo. El Atlético quería Bilbao o Barcelona. El Madrid pretendía Valencia. Finalmente, la salida a ese laberinto parecía encontrarse en el campo de San Juan, en Pamplona. Pero nada. Al final, bien adentrada la madrugada del viernes 8 de mayo, después de dos horas y cuarenta minutos de discusiones en la habitación 413 del hotel Velázquez de Madrid, los clubes pactaron: Zaragoza. La capital aragonesa ofrecía una poderosa masa de aficionados, un estadio nuevo y, sobre todo, dos factores clave. Por un lado, su estratégica posición geográfica. Antes y después del desempate, ambos rivales tenían partidos de Copa del Generalísimo. El Madrid debía jugar contra el Athletic en su estadio antes de viajar a Bilbao. El Atlético, por su parte, jugaba en Barcelona contra el Español (su nombre entonces por imposición franquista) antes de tener que volver a Madrid. Y en el centro de ese cruce de rutas estaba Zaragoza. Pero, además, la capital aragonesa ofrecía las condiciones ideales para una retransmisión televisiva. La tele era incipiente en España. Especialmente, los madrileños eran quienes deseaban ver el encuentro. Y así fue... aunque en parte: solo se vio la segunda mitad debido a un problema eléctrico en el repetidor de Trijueque (Guadalajara).
Los equipos llegaron un par de días antes a Zaragoza. El Madrid se alojó en el hotel Goya, mientras que el Atlético se hospedó en el Gran Hotel. Apenas 300 metros los unos de los otros. Se recuerda cómo en el hall del Goya jugaban al ajedrez en la víspera Puskas contra Rial y Domínguez contra Di Stéfano. Era el Madrid de las estrellas de Santiago Bernabéu.
La jornada previa al encuentro ambos equipos se ejercitaron en La Romareda. Entre medio, lo hizo el Zaragoza, con un nuevo futbolista en sus filas: Marcelino Martínez Cao, recién fichado. La cita despertó una entusiasta expectación en la ciudad. Los 14.000 socios del Zaragoza tenían derecho a entrada, con precios de 25 pesetas en general y 150 pesetas en la tribuna cubierta. Desde Madrid viajaron 10.000 aficionados de ambos equipos, en un tren especial, y en una caravana de coches que colapsó la Nacional II. También se acercó gente de La Rioja y Navarra. La Romareda se llenó. A reventar.
¿Y el desempate? Ganó el Madrid 2-1. Di Stéfano no falló. Empató Collar. Y resolvió Puskas.Todo en la primera mitad. En la segunda, el Atlético se desfondó, se quedó pálido, se dice que por beber té en el descanso. Y así sucedió. Por que sí, en Zaragoza se ha jugado la Copa de Europa.
