El equipo se siente obligado a ganar

El temor a un descarrilamiento fatal hace asumir a la plantilla que el triunfo mañana ante el Llagostera es innegociable. Pape Diamanka admite que el grupo "está tocado" a causa de su mala racha.

Diamanka, en un ejercicio de entrenamiento con balón.
Diamanka, en un ejercicio de entrenamiento con balón.
aránzazu navarro

"Sabemos que ya no tenemos margen y que es necesario ganar al Llagostera como sea. Nos estamos dando cuenta todos de que los rivales se nos están escapando. Nos consta todo esto". Es la aseveración, sincera y directa, de Pape Maly Diamanka, ayer portavoz del vestuario del Real Zaragoza. Un aserto que pone en situación el estado de ánimo de la plantilla en las horas previas a un partido que llega a La Romareda con la catalogación de bisagra, una frontera clave hacia la necesaria reacción del equipo aragonés o, de lo contrario, hacia una crisis impredecible hace solo un mes. La preocupación, el temor al enésimo fallo, pulula inevitablemente por la caseta justo en el momento en el que la liga llega a su ecuador.


El grupo tiene asumido que todo lo que no sea ganar mañana sábado (18.00) a los gerundenses, penúltimos clasificados, el peor equipo fuera de casa (solo han sumado un punto en 10 partidos) y el más goleado hasta hoy (30 goles recibidos en 20 duelos), significará un problema mayúsculo en lo sucesivo. "Estamos tocados y hay que ganar un partido ya para empezar a remontar y ser capaces de volver a hacer las cosas bien. Hay que cortar la mala racha y ganar un partido cuanto antes", reconoce Diamanka.


El Real Zaragoza acumula cuatro jornadas sin oler el triunfo. Tras ganar en San Mamés, 0-1 al Bilbao Athletic el 7 de diciembre, el motor se les atrancó a los jugadores blanquillos. Sobrevinieron desde esa fecha el empate 2-2 ante el Numancia, la derrota 3-1 en Tarragona, la igualada 3-3 ante el Huesca y el fiasco de Oviedo el pasado domingo (1-0).


Entremedias, el club decidió cambiar de entrenador. Lluís Carreras, el relevo de Ranko Popovic, no ha logrado hallar la senda del triunfo en sus dos primeros episodios en el banquillo. El equipo es sabedor de que la incertidumbre es cada vez más fuerte a su alrededor.


"La gente espera una reacción ya, tras el cambio de técnico, pero no es fácil. Acaba de llegar, hay que dar un poco de tiempo y no tenemos mucho. Estamos haciendo lo que podemos", razona Diamanka al respecto, con un poso de cruda realidad.


El centrocampista senegalés traslada asimismo la reflexión del equipo en relación al bajo rendimiento ofrecido en el último mes de competición. "Somos conscientes de que tenemos que dar más de lo que hemos dado hasta ahora en el campo", reconoce en un gesto de humildad.Vencer en casa, un imperativo

Pape Diamanka resaltó la importancia que, en lo sucesivo y hasta junio, van a tener los partidos del Real Zaragoza en La Romareda. Los 13 puntos que ya han volado del estadio municipal (tres derrotas, ante Córdoba, Osasuna y Valladolid, y dos empates, ante Numancia y Huesca) suponen un lastre tremendo en la pugna por el ascenso que no pueden ser ampliados en la segunda vuelta.


"Vamos a intentar a partir de ahora ganar ya todos los partidos en casa. Los de fuera, son más difíciles. En La Romareda tenemos el apoyo del público y hemos de aprovecharlo", expuso Diamanka a modo de guiño hacia la expectante afición zaragocista.


El africano no quiso profundizar sobre las razones que han derivado en el atasco futbolístico que padece el equipo desde el puente de la Inmaculada. La caída en el rendimiento general y el cúmulo de malos resultados, para Diamanka, no tiene un origen concreto. "Son cosas del fútbol, que no controla nadie. El equipo es el mismo que estuvo arriba hasta hace un mes. No ha pasado nada extraño", concluyó.

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