Erik Morán: "El nuevo entrenador quiere ser más rápido en los ataques"

El centrocampista vasco, distribuidor del juego en la línea media del Real Zaragoza esta temporada, analiza los primeros meses de liga y el presente del equipo.

Morán: “Cuesta coger las ideas del nuevo entrenador”
Erik Morán posa para HERALDO, ayer en la Ciudad Deportiva.
A. Navarro

A punto de llegar al ecuador de la liga, el Real Zaragoza se ha caído a la 9ª posición. Urge reaccionar sin demora.

Bueno, es así pero todavía está todo muy apretado. Si ganas dos partidos seguidos, te metes de nuevo arriba. No hay que caer en el nerviosismo. Queda mucho. Más de media liga.


Apenas hay marcadores claros. Muchos empates y, las victorias, son la mayoría por la mínima. Al Zaragoza le falta ser más preciso en los momentos clave para sumar más puntos.

La Segunda División es así. Todo ajustadísimo. Los partidos se deciden por detalles y hay que estar certeros y, también, tener un poco de fortuna. En Tarragona, por ejemplo, el 3-1 adverso no fue normal. Fallamos un penalti en un momento decisivo. Y, al final, cuando mejor estábamos y podía llegar nuestro empate, ellos nos hicieron el tercero. Es en esos detalles donde debemos mejorar y apelar a una mejor suerte.


Viene de jugar muy joven en Primera con el Athletic de Bilbao. Esta es su primera campaña entera en Segunda, tras su breve paso por Leganés el año pasado.

Los cinco meses que estuve en el Leganés me dieron mucha confianza en mí mismo. Había jugado muy poco el año anterior y allí me hicieron sentirme importante. Ahora, en el Real Zaragoza, estoy aprovechando el conocimiento de esta categoría que adquirí allí en Leganés.


Tras jugar en San Mamés, debutar en Champions League... ¿Cómo lleva lo de jugar en Segunda?

Es algo común en muchos jugadores del Athletic. Algunos suben al primer equipo y se quedan. Otros, salen para curtirse en otros equipos. Y sabes que, si lo haces bien, en el futuro siempre tienes la puerta abierta para volver. Hay muchos ejemplos de ello. No lo llevo mal. Lo asumo como algo natural.


Cuando vino al Real Zaragoza ya sabía el perfil de la plaza, nada sencillo. ¿Cuál es su primer diagnóstico?

Pues que, en efecto, la afición es aquí muy exigente. En Bilbao, el público es otra cosa, es más incondicional con su equipo. Son dos aficiones muy distintas. Y, además, yo venía de jugar en el Leganés y aquello es otro mundo.


El ambiente de Butarque es un balneario comparado con el de La Romareda.

Por supuesto. Zaragoza tiene dimensión de equipo grande, de un histórico que quiere recuperar sus años buenos y su sitio cuanto antes. Todo es lógico y normal.


¿Cómo se ha adaptado un chico de Portugalete a Zaragoza?

Muy bien. Soy algo tímido, me cuesta siempre un poco entrar en ambientes nuevos, pero cuando cojo confianza me siento a gusto. Y eso ya me está pasando en Zaragoza hace un tiempo. El equipo es magnífico, la gente de esta ciudad me ha acogido de maravilla y, además, hasta ahora, hace menos frío del que me dijeron (risas).


Y está a dos horas y media de su casa, un paseo.

Sí, eso también es importante. Cuando puedo, me escapo a dar una vuelta. Pero ahora estoy más en Zaragoza porque mi novia está embarazada y vamos a ser padres en marzo. Estoy en otra dimensión personal, aprendiendo y sabiendo lo que es vivir tu propia vida fuera de casa.


Sabe que muchos jugadores vascos vinieron al Zaragoza y aquí se quedaron a residir. Cedrún, Garitano, Herrera; en su día, Amorrortu... Lo mismo dentro de diez años Morán es otro.

Es una posibilidad que no puedes descartar nunca. La vida te va marcando los caminos. Quién sabe si mi carrera futbolística la hago al final en el Real Zaragoza. El tiempo dirá. Por ahora, lo que me gustaría es jugar a partir del año que viene en Primera aquí. Firmé por tres años con esa intención.


José María Amorrortu, el director de cantera del Athletic, fue clave para su llegada al Zaragoza en verano. ¿Habla con él?

Sí, de vez en cuando. Me manda mensajes de ánimo, charlamos y mantenemos contacto permanente. Y cuando voy a Bilbao, siempre me acerco a Lezama a saludar a los muchos amigos que tengo allí, entre ellos Amorrortu.


Se espera de usted que sea el canalizador del juego ofensivo del equipo. Una tarea de alto rango que se está quedando escasa. ¿Cómo lleva esa presión?

Yo veo al equipo mejor de lo que se dice. Si yo tengo la confianza del entrenador, me gustan ese tipo de responsabilidades.


Aquel pase al hueco a Ortuño en el primer gol al Numancia, el que le dio a Ángel en el primer tanto al Huesca... se echan en falta más toques suyos de este tipo.

Yo no busco reconocimientos personales, sino a todo el equipo. El halago es bonito siempre, pero juego para el colectivo. No todo son ese tipo de pases.


Carreras pide toque diagonal profundo, nunca horizontal. Eso debería favorecerle a usted.

Yo, cuando robo o recibo el balón, siempre intento mirar hacia delante. Pero no siempre se puede. El nuevo míster quiere ser más rápido en los ataques. Popovic proponía más control, más pausa. Tal vez pueda favorecerme más la nueva propuesta.


Se echa en falta la llegada al gol de la segunda línea. Ante el Huesca, se le vio disparar a puerta en el minuto 89. ¿Tal vez debería llegar más al área rival?

El gol y yo no nos llevamos muy bien. No soy un jugador de llegar demasiadas veces arriba. Ya me gustaría, pero para mí esa faceta es complicada desde siempre. Ojalá un día pueda sentir y celebrar un gol propio. Tiene que ser algo fantástico.


Los cambios de entrenador son momentos delicados siempre en un equipo. ¿Cómo respira el vestuario?

Yo, particularmente, no había vivido nunca esta situación de cambio de míster a mitad de año. Pero creo que el grupo está tranquilo y con las ganas que genera el querer agradar al nuevo técnico. No hay ninguna agitación.

 
No se puede perder en Oviedo. Es un rival directo y se dispararía con 7 puntos de ventaja.

Tenemos claro que estos 3 puntos no se nos pueden escapar. En enero vamos a reaccionar.

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