Popovic, en el aire

El Real Zaragoza regala el triunfo al Nástic con sus errores y falla un penalti.La derrota deja muy tocado al técnico. El Consejo puede destituirlo hoy mismo.

Jugada en la que Isaac, ayer lateral izquierdo, marcó el único gol zaragocista en el Nou Estadi de Tarragona.
Jugada en la que Isaac, ayer lateral izquierdo, marcó el único gol zaragocista en el Nou Estadi de Tarragona. Lluis Milian/diari de tarragona
Lluis Milian/diari de tarragona

Anoche se reunió el Consejo de Administración del Real Zaragoza para debatir acerca de la continuidad de Ranko Popovic al frente del equipo. Esta mañana, volverá a reunirse con idéntico propósito, flotando en el ambiente la posibilidad de que el técnico serbio sea destituido. Ésta es la consecuencia inmediata de la derrota de ayer, de la tóxica incapacidad para anotar goles en la portería rival. Mucho peor si, como hizo en Tarragona, el Real Zaragoza regala los tantos del contrario. Con esta máxima de doble dirección se resume lo ocurrido en el Nou Estadi.


El Zaragoza controló más el balón que el Nastic, tuvo el timón del juego muchos más minutos, tanto en la primera como en la segunda parte, pero no supo ni cómo ni con quién generar peligro. Y, dentro de este nocivo envoltorio -ya conocido de largo, por otra parte-, esta vez aparecieron los viejos agujeros negros en la defensa que, este año, hasta ayer, no se habían apreciado. Todo junto proporcionó una mezcla letal para los intereses blanquillos. La derrota, clara en el marcador, era la única desembocadura natural a tanto despropósito.


El meollo del primer periodo tuvo lugar en sus últimos seis minutos. Comprimido, cuando el descanso ya se tocaba con las yemas de los dedos entre la nada. Del largo periodo de tanteo previo, del feo partido visto hasta entonces, repleto de faltas y yerros de ambas escuadras, brotó la primera gran pifia zaragocista. El equipo aragonés, sin comerlo ni beberlo, patrocinó gratuitamente el 1-0 delNástic en el minuto 39 y, poco después, se permitió el lujo asiático de fallar un penalti, con Ortuño como desgraciado sujeto de tan frustrante acción.


Pedro hizo hacia atrás lo que no fue capaz de hacer en ningún momento hacia delante. En una jugada sin sustancia, con la pelota en pies blanquillos, se le ocurrió, de buenas a primeras, dar un pase suicida en sentido contrario rumbo a los centrales zaragocistas y regaló el balón al ariete De la Espada. Bono, atónito ante lo absurdo de la jugada, se precipitó en una salida que acabó dejando el balón a placer en el área a Jean Luc Assoubre para que el joven costamarfileño -lo mejor que lleva el aguerrido cuadro tarraconense- empujara el primer gol a las redes. Nada había hecho hasta entonces el equipo local para merecer semejante premio. Eso sí, no renunció a la donación incondicional que Pedro le hizo de modo tan altruista.


De entre la espesura, surgió la opción de arreglar el desaguisado justo antes del intermedio. El aturdido Zaragoza lanzó una falta lejana, colgada por el propio Pedro al área chica catalana. Y en el vuelo del balón tuvo lugar un arrollamiento tremendo del portero Reina a Cabrera, que buscaba el cabeceo. Penalti, como una catedral. Ortuño, en una tarde que tenía pinta de desdichada varios minutos antes, lo tiró como un alevín. Raso, suave y al centro. Fatal. Peor imposible. Reina se tumbó sobre el balón como el que se tirá a peso sobre la toalla en la vecina playa de Cambrils.

Y lo atrapó sin despeinarse.


De repente, el triple pitido del casi adolescente árbitro Alberola Rojas -24 años lo contemplan- llevó la fiesta al enfervorecido público de Tarragona, que no se creía su ventaja en el marcador, y sumió al zaragocismo en las ciénagas de la impotencia. Hasta este acelerado y atolondrado final de la primera mitad, casi nada relevante hubo en las áreas. Solo una melé en la zaragocista al poco de empezar el duelo, que concluyó Emaná -antes de irse prematuramente lesionado- con un chut raso que no encontró ni portería ni rematador postrero. Y, poco después, un balón que cayó sobre Pedro en el segundo palo y que el alicantino concluyó con un chut abajo que Reina rechazó sin demasiado riesgo. El resto del tiempo, un ‘pimpampum’ de aquí para allá, sin calidad ni en unos ni en otros. Había sido un duelo de 0-0 y, metidos en el lío final, de 1-1. Pero Ortuño no estuvo hábil y el Nástic tomó la mano de la partida.


Al poco de reanudarse el choque, llegó el 2-0. Fali fusiló a Bono. Pero lo hizo tras una falta ensayada, de esas que se sacan hacia atrás desde el lateral del área. Rocha remató solo en la frontal porque nadie se dio cuenta de la maniobra. Probablemente, la marca era de un medio centro. Y, cuando Bono rechazó como pudo el tiro, allí solo llegaron el ariete De la Espada y el goleador Fali. Los centrales y acompañantes zaragocistas eran estatuas de sal. Un desastre táctico que penalizó.


Quedaban 35 minutos y el Zaragoza, en vez de hundirse, sacó fuerzas de flaqueza y unos gramos de orgullo y reaccionó. Algo a subrayar. Pero falló todo ante Reina. La más clara, una de Jorge Díaz, segundos antes de ser sustituido agotado, que cruzó fuera a quemarropa. También la tuvieron de cabeza Ortuño y Kilian. Un gol en ese tramo hubiese dado vida a los zaragocisas. Pero estuvieron negados. El Nástic flaqueaba. Cansados sus jugadores, el Zaragoza encontró siempre vías de acceso a su área.


La salida de Tarsi en los últimos 13 minutos facilitó llegadas más claras por su agilidad mental en el pase. Ortuño reincidió en un remate flácido con todo a favor. El propio Tarsi forzó a Reina a hacer una parada en dos veces bajo palos. Era desesperante ver que el dominio no tenía reflejo en el tanteador. Por fin, Isaac, de cabeza en el segundo palo, anotó tras un buen centro de Bertrán. Restaban 5 minutos y la propina. Aún se podía aliviar el chandrío.


Pero en esas llegó el tercer presente de los Magos del Zaragoza al Nástic. Esta vez fue Vallejo el que originó un boquete en un mal despeje -impropio de su clase- y la colada local acabó con un tanto de Naranjo al borde del fuera de juego. Y el equipo dePopovic cayó ya noqueado en la lona.

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