Regreso al Edén

El Real Zaragoza vuelve a Gerona, escenario de su última gran gesta y donde busca su cuarta victoria seguida. Popovic podría reajustar el sistema con la entrada de Albert Dorca por Wilk.

Ortuño regresa a Gerona, donde se ganó un hueco en el fútbol profesional.
Ortuño regresa a Gerona, donde se ganó un hueco en el fútbol profesional.
Guillermo Mestre

Hay escenarios que dejan huella en el corazón de un club. El Zaragoza está lleno de grabados así. Montilivi, a las afueras de Gerona, es uno de ellos. Hace algo más de cuatro meses fue el paraíso. Un lugar inigualable para el zaragocismo: su equipo levantó una eliminatoria utópica, con un 1-4 por el que nadie osaba apostar salvo por la fuerza de su pasión. Hay quien dice que aquello no sirvió para nada porque luego, contra Las Palmas, se partió el peldaño de acceso a Primera División. Pero sirvió para mucho: reconcilió al pueblo con su equipo salvo a aquellos que viven en la úlcera permanente– después de años de arena en la garganta. Resucitó el latido zaragocista. Y escribió una nueva página de prestigio y gloria en la historia de un club desacostumbrado ya a esas experiencias.


Con ese esponjoso recuerdo, el Zaragoza regresa hoy a su último Edén. Las cosas han cambiado algo. El equipo aragonés visita Montilivi subido en la ola buena de la temporada, impulsado por un fútbol musculado, competitivo, serio y ganador. Está en la posición de autoridad que, hace unos meses, tenía a favor el Girona, un equipo irreverente y rompedor durante la pasada temporada. El comienzo de liga se ha atragantado en la pizarra de Pablo Machín, autor de la obra. Conservan buena parte del bloque: su trío de centrocampistas, dos de sus centinelas defensivos (aunque Lejeune es baja hoy) y también a Becerra, portero de oro de la pasada campaña. O a Mata, un delantero ya con nombre en la categoría. En Segunda, mantener casi toda la estructura de la plantilla es un filón. En un ecosistema con planteles tan inestables como la Segunda, siempre es una ventaja competitiva. También retiene la idea, el sistema 5-3-2 y la propuesta. Pero el Girona de este año no arranca. Todavía no ha ganado en casa y es el peor local (derrota contra Numancia y empates frente a Almería, Llagostera y Huesca). En cierto modo, ha perdido la imprevisibilidad de su sistema. Los equipos le han ido cogiendo el truco. También cuenta con bajas y fichajes en baja forma. Buenos futbolistas como Borja García (hoy posible titular) o Rubén Sobrino. Hoy no estarán tampoco Lejeune, Javi Álamo, Coris, Aday o Jairo. La novedad de Machín será la reconversión de Pol Fonch, interior, al lateral derecho.


Uno de los equipos que mejor interpretó al Girona de hace un curso fue el Zaragoza. En este caso, fue el plan de Popovic el sorprendente: cambió a un sistema con tres centrales y dos carrileros para la visita liguera Montilivi y funcionó. La victoria se rozó. En la promoción, el juego aragonés también fue superior. Popovic ha manoseado esta semana la opción de repetir aquella fórmula. Sin embargo, ayer apostó por no romper la dinámica táctica del equipo, más después de la notable asimilación de las últimas jornadas. Aunque no debe descartarse un tímido reajuste: que Diamanka, ante el plan del Girona, adelante algo su posición y el Zaragoza construya un doble pivote. En todo caso, la defensa con carrileros queda como alternativa, condicionada al desarrollo del encuentro. Así, salvo sorpresa de última hora, la alineación del Zaragoza presentará la novedad de Dorca por Wilk. Vuelve Marc Bertrán a la lista, pero Isaac sujetará su plaza en el lateral derecho.


El Zaragoza persigue su cuarta victoria consecutiva y la posibilidad de comenzar a sitiar la zona de ascenso directo, donde Osasuna y Córdoba le aventajan en cuatro puntos. La clave hacia la victoria está en su capacidad para sostener las virtudes apuntadas en el último mes: sellar su portería, multiplicar su poder de recuperación de balones, inflamar la presión, alejar al rival de su área y explotar la eficacia. Son los ladrillos de la identidad que se está ganando. Gustará más o menos, pero le está funcionando. De eso se trata. También, hoy, en Gerona, en el floreado y luminoso jardín de la última gran gesta. Y el paraíso nunca cierra.

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