Solvencia también en la Liga

Tras la resaca copera, el Huesca logra un triunfo contundente que le acerca a las primeras plazas

Tyronne celebra de forma elocuente su tanto que sirvió para alfombrar la victoria del Huesca.
Solvencia también en la Liga
Rafael Gobantes

El fútbol presenta situaciones a quienes juzgan desde fuera que luego no comparten los que están dentro. A saber: la victoria del Huesca, por la contundencia del resultado, por la serenidad que reinó, por lo poco que llegó con peligro el Toledo... pareció una cosa sencilla. No carente de mérito, pero apacible. Sin embargo, cuando se escucha a los protagonistas y cuando se analizan los matices aparecen razones para situar cada cosa en su sitio. Si el Toledo no llegó fue porque se le defendió muy bien y si se ganó 3-0 es porque hubo una gran definición, esa destreza que tanto se critica cuando no se tiene. Por tanto, habrá que concluir que si el Toledo pareció pequeño será porque el Huesca fue grande. 


Estupendo bagaje en un momento muy importante además, porque sirve para que el equipo oscense se coloque a tres puntos del líder y dé la sensación de que en la Liga (no sólo en la Copa) está al nivel competitivo que cabe esperar de él.


Tyronne, José Gaspar y Chus Sosa hicieron los goles. Para el primero y el tercero supuso su estreno en esta faceta. A Sosa le viene fenomenal después de un mes fuera de la película. Ayer salió por un desdibujado Gassama y con el primer cambio de ritmo se ganó a la grada. Tiene un juego especial, que lleva siempre aparejada la amenaza: por dónde se irá este.


Íñigo Ros fue baja por sanción. El eje de la medular lo volvió a ocupar Camacho con Manolo. El capitán trabajó mucho, como es habitual, aunque ayer el que brilló con luz propia fue el cordobés. Sobrio, dominando la pausa y variando la orientación del juego con una precisión de otra categoría. Con este tono no hay quien le pueda quitar de ahí.


Las rotaciones incluyeron que Esnáider apareciera en punta en lugar de Guillem. El ariete se pegó una paliza de correr y de guerrear, pero la única vez que estuvo cerca del gol, a los tres minutos del inicio, no anduvo fino. A cambio dio la asistencia del segundo tanto a José Gaspar. Pero se espera más de él, que conecte más con la mediapunta o la mediapunta con él. Algo más.


El Toledo se mostró correoso tan solo. Abusó de las faltas, como muestran las cuatro amarillas que vieron por ninguna del Huesca. Scardina se redimió de su error en la Copa y formó con Carlos David un tándem solvente. Hasta qué punto favoreció eso la ingenuidad del enemigo tampoco es fácil saberlo.


El primer tanto nació de un buen centro de Aythami. En realidad, el Huesca tiene muy buenos centradores. Cada partido se ven diez o doce roscas de esas muy jugosas, que llevan el arco suficiente para caer a la espalda de la defensa y el efecto necesario para crearle la duda al portero de salir o no salir. Y entre una cosa y otra, Tyronne metió la punta de la bota y firmó el 1-0.


No cambió el decorado. La tarde discurría lánguida, quizá porque se minimizó al rival. El Toledo se difuminaba en los metros de la verdad. Un púgil luce poco ante otro inoperante y eso llega a generar cierto aburrimiento.


Ya en la segunda parte, Esnáider peinó el balón en un ataque de manual originado a partir de un fuera de banda. José Gaspar fue el más listo. Con el encuentro en su epílogo, Morillas, un lateral zurdo completísimo que se ha metido a la gente en el bolsillo, puso un gran centro para que Sosa, pequeñito él, rematase de cabeza como rezan los manuales. Tres a cero y a seguir creciendo.