Inaugurar el casillero de victorias de la temporada es el objetivo primigenio de todo equipo profesional. Un primer paso fundamental que rearma el arsenal de confianza y habilita el despegue hacia posteriores éxitos. Por el contrario, mantener el marcador de triunfos a cero supone una carga adicional sobre las espaldas del equipo. El CAI, que sufrió una inesperada derrota en su estreno liguero frente al Joventut y que recibe al temible Valencia el próximo domingo, haría bien en concederse una alegría hoy en su visita al Iberostar Tenerife (13.30, sin televisión). Por su bienestar, por su cordura y, sobre todo, por reforzar un proyecto reformado con siete fichajes y un forzado relevo en el banquillo. 

La cita contra el Joventut desnudó a un colectivo en construcción, inconexo e incapaz de dictar el ritmo del partido. La precipitación alimentó un reguero de errores en forma de pérdidas, fallos en el tiro y rebotes concedidos. Aún así, el triunfo no anduvo lejos. Los ya mencionados condicionantes de esta campaña ejercen de atenuante, pero la competición no concede treguas. El ansiado tren de la clasificación para la Copa del Rey puede comenzar a escaparse si no se actúa con celeridad. 

El continuismo es uno de los valores que ha regido el exitoso devenir de la entidad en el último lustro. Una filosofía que se ha quebrado parcialmente, en gran medida por circunstancias que escapan al control económico y personal del club. El desafío de reconvertirse sin descender los escalones conquistados es mayúsculo. 

Todo lo contrario sucede en el Iberostar Tenerife, el nombre comercial del histórico CB Canarias. Su plantilla y su banquillo han permanecido prácticamente inmutables desde que ascendió a la ACB en 2012.

Curiosamente, en la segunda jornada de aquella liga de regreso a la máxima categoría de los isleños, el rival en la segunda jornada en el Pabellón Insular Santiago Martín fue también el CAI (65-85). Siete de los once jugadores locales que participaron en el choque prosiguen en el equipo (Richotti, Úriz, Sekulic, Heras, Lampropoulos, Saúl Blanco y Rost) bajo la batuta del mismo entrenador, Alejandro Martínez. Un bloque al que han añadido actores muy productivos como Luke Sikma y este mismo verano al aragonés Rodrigo San Miguel y al jornalero Javier Beirán. 

Un panorama que no debe atemorizar –aunque sí inquietar– al CAI. La escuadra zaragozana, que se ha impuesto en las dos últimas comparecencias en la ciudad tinerfeña, supera en calidad y talento a su contrincante. Aferrarse, tal y como advirtió Ruiz Lorente en la previa, a la concentración, a la solidaridad y a la intensidad será el atajo más directo hacia un triunfo con el que remontar el vuelo.