Madrid 2020

El Príncipe, un abanderado de lujo para el esprint final

El príncipe Felipe lleva meses trabajando por la candidatura de Madrid y esta tarde pronunciará el discurso de cierre de la presentación de la candidatura.

Don Felipe, en Buenos Aires
El Príncipe, un abanderado de lujo para el esprint final
EFE / ENRIQUE GARCIA

Veintiún años después de la famosa imagen del Príncipe de Asturias entrando en el estadio como abanderado de la delegación olímpica española que participaba en los Juegos de Barcelona, don Felipe vuelve a volcarse con el espíritu olímpico para lograr que Madrid sea sede de la competición mundial de 2020.


El Comité Olímpico Internacional (COI) decide hoy en Buenos Aires si Madrid, en liza con Estambul y Tokio, es elegida para acoger la mayor cita deportiva de 2020, un esprint final donde el Heredero de la Corona compite con una significativa aportación, en los últimos metros, encargándose del discurso de cierre de la presentación de la candidatura, ensayado cuidadosamente.


Muchos meses lleva don Felipe trabajando a favor de esta apuesta, también de manera más discreta, entre bastidores, tratando de influir positivamente en el COI, dentro y fuera de España; para ello ha aprovechado su presencia en las convocatorias relacionadas con la candidatura.


Su implicación con el olimpismo español recoge una larga herencia compartida por toda la Familia Real y forjada en experiencias personales: el Rey compitió en los Juegos de Múnich'72, la Reina fue olímpica griega en los de Roma'60 y la infanta Cristina participó en Seúl'88, todos en pruebas de vela, como el Príncipe en el 92.


El esposo de doña Cristina, Iñaki Urdangarin, también estuvo en las convocatorias de Barcelona'92, Atlanta'96 y Sydney'2000, con la selección española de balonmano, bronce en los juegos de Atlanta.


El propio Príncipe de Asturias lo dijo en diciembre de 2012, en la conmemoración del centenario del Comité Olímpico Español (COE): "Pertenezco a una familia de olímpicos, no soy medallista, pero sí orgulloso abanderado en Barcelona, donde junto a mis compañeros de equipo logramos con ilusión y esfuerzo un honroso diploma olímpico".


Con este bagaje personal, a don Felipe no le ha costado nada poner todo su empeño, como presidente de honor de Madrid 2020, en dar la mayor visibilidad y eficacia posible a esa candidatura, y lo ha demostrado en muchos actos públicos, como recepciones y reuniones en las que ha acompañado a responsables políticos e institucionales.


Son muchas las declaraciones, tanto a través de discursos escritos como de opiniones a la prensa, que ha hecho en este nuevo papel de abanderado de Madrid, asumiendo su puesto en primera línea, aunque completado, eso sí, con gestiones menos visibles.


Así, los miembros de la delegación española de la candidatura pudieron verle el pasado mes de julio, en Lausana, en mangas de camisa, defender en los pasillos las bondades de Madrid durante la presentación del proyecto español ante el COI, además de hacerlo en un discurso donde proclamó: "soy olímpico".


Esta intensa labor de "pressing" no pasó desapercibida para el COI: "Os veo más en liza, más en competición", le dijeron.


La última etapa se ha disputado esta semana, y para correrla en las mejores condiciones, viajó el lunes a Buenos Aires, donde ha preparado la presentación previa a la votación junto a la delegación española, a la que también se han incorporado tres ministros, el presidente del Gobierno Mariano Rajoy y la princesa de Asturias.


Es la tercera vez consecutiva que Madrid se presenta a los juegos y sus candidaturas han tenido siempre al frente a un miembro de la Familia Real: El Rey estuvo en 2005 en Copenhague para defender la de los juegos de 2012 y la Reina hizo lo propio, cuatro años más tarde, en Singapur, para los de 2016.


Ahora le toca al Príncipe, quien seguramente espera rememorar la emoción de aquel 17 de octubre de 1996, cuando Juan Antonio Samaranch anunció en Lausana que Barcelona acogería los Juegos de 1992, un triunfo de la ciudad catalana para el que, según reveló años más tarde, el papel de don Juan Carlos había sido "clave".