LIGA DE CAMPEONES

Todo o nada

El Barcelona se juega la temporada en Old Trafford. Le basta un empate con goles, pero una derrota desencadenaría el drama.

Menudo cambio. Parece mentira que un empate a cero haya transformado por completo la sensación de los socios y aficionados del Barça. De sentirse derrotados a ilusionarse con una posible final, a soñar con el oro de Moscú. Todo gracias a unas tablas en el compromiso de ida de las semifinales de la Liga de Campeones que ha aumentado las esperanzas del equipo azulgrana de eliminar esta noche (20.45, Antena 3) al poderoso Manchester United en su feudo de Old Trafford. Será un todo o nada debido a la nefasta campaña azulgrana en Liga y Copa.


El Barça se siente reconfortado tras su buen partido del Camp Nou. El equipo se mostró sólido y recuperó algunos de los valores que lo elevaron hasta lo más alto del fútbol europeo hace un par de temporadas. Le faltó rematar el buen trabajo con algún gol que hiciese más creíble la posibilidad de dejar en la cuneta al campeón inglés.


Los azulgrana aprovecharon la renuncia ofensiva del Manchester para adueñarse del balón e impedir con una buena dosis de concentración cualquier contra de los 'red devils'. Lástima para ellos que a Eto'o o Messi les siga faltando aquella punta de velocidad que exhiben cuando están en su plenitud física.


El Barça deberá plantear la misma solidez del Camp Nou para alcanzar su sexta final de la máxima competición europea. A esa fortaleza tendría que añadirle un mayor poderío rematador que rompa la alarmante sequía que arrastra en los últimos partidos.


Para ello Rijkaard recupera a todo su arsenal ofensivo. Tras tirar con una actitud reprochable el partido de Riazor, el técnico holandés recupera a Eto'o, Messi e Iniesta. Sus tres hombres titulares en el partido de ida que podrían repetir en 'Old Trafford' si Rijkaard no se decide por dar entrada a Henry. Lo haría más bien por historia que por estado de forma.


El delantero francés parece que ofrece otro rendimiento más elevado cuando afronta la Liga de Campeones. Su motivación al volver a Inglaterra y sus estadísticas frente al United (les ha marcado nueve goles en 18 partidos), colocarían a Iniesta en el banquillo. Salvo este hipotético movimiento, el resto del equipo está cantado, con la única novedad respecto a la ida de la entrada de Puyol por el sancionado Márquez.


Está claro que el Barça no se enfrentará al equipo timorato y reservón de la ida. El Manchester no se puede permitir ese lujo ante sus aficionados. Así que haciendo valer el incondicional apoyo de sus seguidores, Sir Alex Ferguson planea alinear al mismo equipo del Camp Nou pero con una vocación totalmente diferente. Si supera sus molestias físicas, Rooney se dedicará más a tareas ofensivas que a perseguir a Abidal. Lo mismo ocurrirá con un Tévez que se pegó a Toure Yayá en vez de encararlo.


Pese a ofrecer esa extraña imagen de cobardía en el coliseo azulgrana, el Manchester reflejó una intensidad y una fortaleza defensiva que, unida al empuje de su estadio, les sitúa con una pequeña ventaja sobre su rival. No obstante, y si no que se lo recuerden a Cristiano Ronaldo, el devenir del partido puede decantar la balanza a favor de unos u otros en alguna acción aislada. Tras el empate de la ida, el segundo asalto tiene para ambos un sabor inequívoco a gran final. Al superviviente, empero, le aguarda el Chelsea o el Liverpool en la histórica cita del 21 de mayo en el estadio Luzhniki de la capital rusa.


Un partido que marcará la temporada y el futuro del Barça. Toda una final.