CINE

¿Un museo del cine en Zaragoza?

En Aragón existen importantes colecciones privadas que podrían conformar un espacio dedicado a piezas relacionadas con el séptimo arte. Sería un proyecto más que factible; otros museos internacionales surgieron de esta manera.

Colección de Francisco Boisset y Stella Ibáñez
¿Y por qué no un museo del cine en Zaragoza?
IRETH

No hay duda. No es el mejor momento para pensar en costear un espacio dedicado al séptimo arte en Aragón. De hecho, rara vez se da un buen clima económico para la cultura, aunque no se puede obviar que la oportunidad de realizarlo a medio plazo es bastante factible. Solo hace falta poner un poco de ilusión en un proyecto que ya ha sonado alguna vez en círculos culturales y políticos de la ciudad.


La posibilidad de crear un museo del cine con piezas cinematográficas pertenecientes a colecciones aragonesas, con sede en alguno de las espacios que a día de hoy no tienen un uso cultural en la capital aragonesa, podría convertir a la ciudad en una referencia internacional dedicada al mundo de cine. En la actualidad, existe un importante grupo de gestores, programadores, realizadores, expertos y divulgadores que podrían dotar al citado espacio de una programación estable con actividades cinematográficas que desde hace tiempo vienen desarrollando en Aragón.


Hoy por hoy, existen importantes colecciones relacionadas con el cine y la fotografía: el Museo Ossa de Utebo, de motocicletas y proyectores de cine; la colección de precine de Paco Boisset y Stela Jiménez; los fondos videográficos y bibliográficos de la Tertulia de Ramón Perdiguer… En cuanto a la fotografía, el Gobierno de Aragón compró en su día el archivo Coyne; sin embargo, todavía siguen en el olvido más de medio millón de negativos del fotógrafo aragonés, Miguel París.


No obstante, el hecho de que no se pueda materializar la idea de tener un museo del cine en una ciudad que, por otra parte, está muy ligada a los inicios del séptimo arte, no significa que haya que enterrar para siempre ese viejo sueño. Debería plantearse a medio plazo. Ahora es el momento de establecer las bases y buscar formas de financiación .


Durante estos días y hasta el 27 de noviembre se puede ver en el Palacio de Sástago parte de la colección de Cinematográfica Daroca, una empresa fundada por Jesús Daroca en 1918, pionera en la distribución cinematográfica, que alberga un buen número de piezas de gran valor entre linternas mágicas, proyectores, carteles y programas de mano. Tal vez este conjunto de piezas serviría para formar el tronco de un museo del cine de carácter internacional. Pero no es suficiente. Es necesario comparar y conocer otros museos dedicados al cine. Existen muchos, repartidos por varios países.


No se trata de hacer un compendio de todos los que hay, sino de algunos de los que se puede tomar ejemplo y conocer qué prima en ellos, qué es lo que atrae al público visitante, pues al igual que en el cine, el espectáculo es una parte vital en el contenido expositivo. Además del valor intrínseco de piezas únicas y demás elementos técnicos, la gente quiere ver cosas curiosas: la capa de Superman, en Turín; la cuadriga de ‘Ben Hur‘, en New York; los objetos personales de Chaplin, en Londres; o el despacho de Fellini, en Cinecittà. Otro aspecto muy importante es la interacción con el público, con actividades participativas y con especial atención al público infantil.


Además, hay que tener una programación expositiva temporal, cambiante, relacionada con el cine. Así como actividades específicas: cursos, charlas, conferencias.


En España ya contamos con varios e interesantes museos cinematográficos: el de Gerona; la Casa del Cine (Cortijo Romero, en el que se alojaron The Beatles) y el del Parque Temático del Desierto de Tabernas, en Almería; el Museo del Cine de Carlos Jiménez (todavía sin abrir al público) y el de la Filmoteca Española, en Madrid.


En todo el mundo


Uno de los museos internacionales más importantes se encuentra en Turín (ciudad en la que trabajó Segundo de Chomón), con una ubicación inmejorable, en un ‘palazzo’ de varias plantas y con la colección de Adriana Prolo como base de unos fondos fílmicos de gran valor. Destaca el diseño del espacio central y la posibilidad de que el visitante se relaje en unas tumbonas mientras ve fragmentos de películas.


En el neoyorquino barrio de Queens, en Nueva York, se alza el Museo de la Imagen Animada. No es uno de los más grandes, pero sí posee elementos que enganchan al gran público. Desde la cuádriga de Ben-Hur hasta una maqueta de ‘Blade Runner’, el visitante se sumerge en el universo cinematográfico. Su punto fuerte es una cabina de doblaje que hace las delicias de los visitantes, incluso de quienes no son amantes del séptimo arte.


En Londres, el London Film Museum, junto al Támesis y el London Eye, tiene un claro objetivo: atraer a cinéfilos y turistas. Desde un helicóptero portátil que aparecía en una película de James Bond hasta las últimos efectos especiales de las películas de Harry Potter, es posible ver casi de todo.


La Colección Will Day en el Museo de la Cinemathèque Française, cuyo edificio diseñó Frank Gehry es una visita obligada en París. Y hay muchos otros edificios dedicados a la imagen en movimiento: Filmmuseum de Berlín, Museo del Cine de Buenos Aires, National Museum of Bradford (Reino Unido), Museo de Cine de Animación de Moscú… En Los Ángeles, se proyecta un gran museo que abrirá sus puertas en un plazo de tres a cinco años.


Un argumento con buenos actores


Es obvio que sin financiación, y con la que está cayendo, poco se puede hacer hasta que la economía mejore. Y cuando esto ocurra será necesario implicar a instituciones y empresas privadas. Pero eso, por el momento, es otra historia.


Sin embargo, si se pueden ir estableciendo sinergias entre todos aquellos que se dedican al ámbito cinematográfico: expertos como Agustín Sánchez Vidal, Amparo Martínez, Luis Alegre, Leandro Martínez, Ana Marquesán; eternos cinéfilos como los miembros de la Tertulia Perdiguer, con Ramón Perdiguer al frente; el realizador José Ángel Delgado junto a la Asamblea de Cineastas de Aragón; programadores y gestores culturales como Toni Alarcón, Vicky Calavia, La Linterna Mágica; los cineastas Miguel Ángel Lamata, Paula Ortiz, Jorge Nebra, Pablo Aragüés, Ignacio Lasierra, Gaizka Urresti, Maxi Campo, Yolanda Liesa, Pilar Palomero, Ruben Pérez Barrena… y muchísimos más. El Centro Buñuel de Calanda también es una referencia a tener cuenta, al igual que todos los festivales de cine y muestras audiovisuales que se organzian en Aragón.


¿Por qué no pensar en ello? En la ciudad contamos con espacios como el palacio de Fuenclara o el teatro Fleta que siguen prolongándose en el sueño eterno. Tal vez, como en el cine, aparezca un día el rótulo: Próximamente.