POLÉMICA

La DPZ recibió la herencia de la pintora Joaquina Zamora sin cumplir sus condiciones

La artista dejó fondos para dotar un premio, que debería canalizarse a través de una fundación que diez años después no se ha creado.

Pilar Burges en una imagen de 2006 y Joaquina Zamora en su estudio, en 1918, junto a su obra 'Coloquio baturro'.
La DPZ recibió la herencia de la pintora Joaquina Zamora sin cumplir sus condiciones
oliver duch/heraldo

La Diputación de Zaragoza rechazó la herencia de la pintora Pilar Burges (Zaragoza, 1928-2008) por considerarla lesiva para sus intereses. Y no es de extrañar. La institución provincial hizo unas cuentas de difícil digestión. Previó para acoger el legado de Burges un edificio de nueva construcción en Fayón, por un coste estimado de 936.000 euros, a los que habría que sumar 300.000 "para adaptación del inmueble", además de otros gastos y la compensación económica que Burges dejaba prevista para su hermano por renunciar este a la herencia, según se estipula en el informe por el que el Pleno de la Diputación Provincial de Aragón repudió la herencia.

 

La DPZ calculó que necesitaría un millón y medio de euros para aceptar una herencia que los técnicos de esta institución tasaron en 215.994,29 euros. En el informe de la DPZ no aparece ninguna otra fórmula intermedia que no pase por la creación de un museo, exigencia que Pilar Burges no contempló en su testamento en ningún momento. La pintora solo pedía que su obra permaneciera unida, que fuera accesible a los estudiosos y que se pusiera en valor. Y la familia en ningún momento exigió que se hiciera un museo ni grandes inversiones.

 

Sí aceptó la DPZ, sin embargo, la herencia de otra pintora, Joaquina Zamora (Zaragoza, 1888-1999), que además fue maestra de Burges y, como ella, quiso agradecer a la Diputación Provincial de Zaragoza el haberle facilitado su formación con una beca. No obstante, si bien se quedó con los bienes de la herencia, la DPZ aún no ha cumplido lo estipulado en su testamento.

 

El albacea de este legado fue el abogado Joaquín Gimeno del Busto, quien señala que esta "es la misma situación que se ha dado con Pilar Burges. Es inadmisible cómo actúa la DPZ en estos casos. Cuando Joaquina murió, dejó como heredera a la DPZ. Ella siempre vivió con gran modestia, y guardó todo lo que ganó con la ilusión de dotar un premio bianual que ayudase a los jóvenes artistas. De hecho, dejó una cantidad importante, suficiente para constituir un premio muy bien dotado, que quería canalizar a través de una fundación que llevara su nombre. Tras la muerte de Pilar Burges, que era la otra albacea del legado de Joaquina, contacté de nuevo con la DPZ. Pero mi sorpresa fue observar la poca ilusión de esta institución por cumplir con lo dispuesto en el testamento".

 

Gimeno del Busto recuerda que la DPZ "llegó a plantear la posibilidad de cambiar la fórmula de fundación por otra alternativa, pero eso no era lo que Joaquina Zamora quería. Se han elaborado los estatutos de la fundación y se han llevado al notario, pendiente de que la DPZ quiera firmar. Creo que es un problema de falta de interés".

 

La DPZ recibió el dinero que dejó Zamora, incluido el fruto de la liquidación de todos sus bienes, y también algunos cuadros. Pero nunca se constituyó el premio de pintura, ni se han vuelto a ver sus cuadros colgados en ningún sitio. Hasta última hora de ayer se intentó recabar la opinión de la DPZ pero no hubo respuesta.

 

Para Gimeno Bustos, "el problema radica en la burocracia y en la grandilocuencia de la Administración. Estamos hablando de las dos mejores pintoras del siglo XX en Aragón, pero eran mujeres sencillas y modestas y parece que no encajan en los grandes proyectos de la Administración".

 

Joaquina Zamora fue becada por la DPZ en 1924. Con aquel dinero viajó a Madrid, donde estudió en la Escuela de San Fernando. Allí tuvo como profesores a Julio Romero de Torres, Manuel Benedito, José Moreno Carbonero, Rafael Domenech, Francisco Esteve Botey y Cecilio Pla. Allí vivió en la Residencia de Estudiantes femenina, que regentaba María de Maeztu, y frecuentó los círculos intelectuales, donde conoció a Lorca y Dalí.

 

Desde 1930 se dedicó a la enseñanza. El estallido de la Guerra Civil la sorprendió en Madrid y tuvo que marchar a Francia. A su regreso a España, en 1939, ingresó en el Estudio Goya de Zaragoza y participó activamente en la vida artística de la ciudad. Fue maestra de Pilar Burges, Lola Franco, Juan Borobio, Aurelio Polo, Martínez Lafuente y otros.

 

Realizó unas treinta exposiciones individuales y colectivas, la penúltima, en el Palacio de Sástago, en 1996. La última, en Tarazona, en 1999. Desde entonces, su obra permanece en silencio.