CÓMIC

El ilustrador que más emocionó a Mitterrand acabó como portero

Regino Bernad pasó los últimos años de su vida trabajando como portero de un estadio de fútbol en París y murió sin ningún reconocimiento a su arte. Quizás nunca llegó a saber que tuvo entre sus admiradores al mismísimo François Mitterrand, presidente francés entre 1981 y 1995.


El editor Alain Beyrand quiso rendir homenaje a este dibujante, aragonés de nacimiento -obtuvo la nacionalidad francesa en 1957-, con una reedición de "Cheri-Bibi", en 1998. La introducción del libro -del que solo se tiraron 102 ejemplares, y que es casi imposible encontrar- recoge una anécdota, que circula también por Internet, que atestigua la pasión de Mitterrand por esta obra.


En 1985, el presidente galo visitó el festival de cómic de Angulema. Cuando fue interrogado por sus gustos en aquella materia, Mitterrand respondió: "Cheri-Bibi". Su servicio de prensa pensó que se refería a otro tebeo, "Bibi Fricotin", y envió un comunicado corrigiendo al gobernante.


Sin embargo, los expertos sí conocían los dibujos de Bernad. Beyrand decidió pedir al presidente que escribiera el prefacio de la nueva edición de las tiras. Miterrand nunca llegó a redactarlo, pero en una carta, publicada dentro de la compilación, aseguró que el álbum de "Cheri-Bibi" le había causado "el mayor placer que se pueda imaginar". "Reencontrarse con la juventud es siempre emocionante", añadió el ya veterano mandatario.


Bernad merecía un homenaje póstumo como este, ya que fue un trabajador incansable. Según el libro de Beyrand, Bernad procedía de una familia obrera que emigró a Francia en 1910, para regresar luego a Zaragoza. El joven retornó al país galo en 1920, para estudiar Bellas Artes en Burdeos.


En aquella época empezó a publicar sus primeros dibujos en periódicos de Barcelona y Madrid, desde su hogar zaragozano, hasta que en 1924 se instaló definitivamente en París. Tres años después, conoció a una joven, Loraine, con la que se casó y tuvo dos hijas.


Sus primeros pasos en la capital francesa fueron en el mundo de la publicidad, hasta que dio el salto a la prensa, realizando ilustraciones humorísticas para numerosas publicaciones.


La guerra mundial supuso un paréntesis en su producción, y fueron tiempos duros para un extranjero. Según Beyrand, "los franceses eran lo primero, poco importó que Regino llevará 20 años en el país, que estuviera casado con una francesa y que tuviera una familia. Tuvo que mudarse, fue la miseria".


La suerte le volvió a sonreír en 1943, cuando se convirtió en director del estudio de animación "Les productions du cygne". Un año antes, y según recoge Beyrand, el periodista Max Favelelli hizo una descripción de Bernad: "Físico de torero, pequeño, moreno, con ojos negros como la antracita. Sin embargo, no es un hombre sanguinario, y sus únicas víctimas -si puede decirse así- son las jovencitas de París, cuyos encantos sabe plasmar".


Ya a finales de la década de los 40, el dibujante retomó su carrera en la prensa, y en 1951 empezó a trabajar para "France Soir", con la tira "Balaoo", su primera adaptación de una novela de Gaston Lerroux. Después llegaría su obra más conocida, "Cheri-Bibi".


Paralelamente, y durante 20 años, se dedicó a ilustrar las novelas de "El Santo", además de otros títulos policíacos.


En la portería de un estadio


En 1967 llegó el fin de su exitosa serie. En aquel momento, Bernad, ya mayor, se vio totalmente desprotegido. Era una época en la que los dibujantes no gozaban de ningún tipo de beneficio social, y Bernad no tenía nada parecido a una paga por jubilación.


Julio Ribera, que también dibujó para el rotativo parisino, todavía recuerda lo ocurrido. "Hubo un cambio de opinión en la dirección del periódico, que pensó que las tiras ya no estaban de moda y echó a todos los dibujantes. Así que muchos dibujantes se vieron en la calle; alguno, incluso, se llegó a suicidar", explica.


La fatalidad, igual que le sucede al protagonista de su obra "Cheri-Bibi", se había apoderado de la vida del zaragozano. Sus compañeros de profesión, a través de su sindicato, lograron recolocar a Bernad como guardián del estadio del Racing Club de France. Fue un modo de sortear las penurias en su vejez.


El dibujante murió en septiembre de 1972, víctima de un cáncer de pulmón detectado seis meses antes (parece ser que Bernad fue un gran fumador). Tan solo dos años después, el sindicato de dibujantes logró que la seguridad social francesa obligara a "France Soir" a reconocer los años de trabajo de sus ilustradores. Bernad ya no pudo disfrutar de aquel éxito de su gremio.


La obra de Regino Bernad llevan más de 40 años perviviendo en una viñeta de Astérix. Solo hacía falta un poco de curiosidad para ver que estaba allí y rescatarla del olvido.