PERSONAJE

El embajador del cómic español en Camerún

El aragonés Álvaro Ortiz ha sido el representante español en una muestra de ilustradores en el país africano.

Álvaro, a la izquierda de la imagen, en un taller de ilustración en la biblioteca infantil Lucioles, en Camerún.
El embajador del cómic español en Camerún
VANESSA SAN MATEO

El cómic es un lenguaje universal. Si no, que se lo pregunten a Álvaro Ortiz. El ilustrador zaragozano se ha pegado diez días en Camerún, de donde volvió el pasado día 17, como representante de los dibujantes españoles, a los que se homenajeaba en una retrospectiva. La muestra reunía a los ganadores del certamen de cómics e ilustración del Injuve (Instituto de la Juventud español). La exhibición comenzó en Madrid, pero ahora está de gira por África y ha pasado por Nigeria o Guinea Ecuatorial. En su última parada, en Camerún, el encargado de representar a todos los autores fue su ganador en la edición de 2003, o sea, Álvaro, que ha tenido tiempo de comprobar que eso del cómic gusta por igual en cualquier continente. También en Camerún. "Los veo muy influidos por el cómic americano, rollo superhéroe, pero introduciendo elementos africanos. Me sorprendió que estuvieran tan al tanto de lo que se hace fuera". Y eso que su infraestructura es pequeña y no es precisamente fácil encontrar librerías en el país africano. "Son una gente muy currante, pero tienen poco mercado. Han empezado a editar una revista, 'Bitchakala', que distribuyen ellos mismos como fanzine", informa.


Aunque ha estado diez días por allá, no han sido precisamente de vacaciones. Para empezar, tuvo que colaborar en el montaje de la propia exposición. Y menos mal. "Era en una sala que no estaba pintada y pretendían hacerlo cuando ya estuvieran colgados los cuadros", recuerda. Pero es que la propia llegada de los originales al aeropuerto ya tuvo su aquél. "Los retuvieron en la entrada al país. Estaba anunciado que llegarían 'obras de arte'. Y, cuando vieron que eran tebeos, no los dejaban pasar", revela Álvaro.


Además de maestro de ceremonias, su labor también pasó por dar un taller en el centro cultural de la Embajada española en Yaundé, en el que hubo un intercambio de experiencias con los ilustradores locales. Tuvo tiempo de enseñar la técnica a escolares, con los que dibujó retratos y hasta pequeñas historietas. "Los últimos días fueron de locura: ¡50 niños juntos, en sus últimos días de clase! ¡Estaban descontrolados!", recuerda. "También vinieron a ver la muestra estudiantes de español, muy en boga allí. ¡Y alguno hablaba mejor que yo!".


Ahora, la exhibición de cómic español viaja a Ghana, casi al mismo tiempo que Álvaro se marcha a Noruega. Su próximo proyecto será pasar un mes en una residencia de artistas en una pequeña población en los fiordos, donde quiere empezar un nuevo cómic, tras meses dedicado a ilustraciones en libros, carteles e historias promocionales para el metro de Sevilla o el tranvía zaragozano. "Lo del cómic está mal pagado -se queja-, pero me gusta. Es más una opción por amor al arte".