ARTE

Decenas de obras de Goya, "en búsqueda y captura"

Los especialistas ignoran el paradero de numerosas pinturas del artista aragonés, de las que se conservan fotografías. La firma británica The Art Loss Register cifra en 67 las obras robadas.

Hay un Goya evidente y al alcance de todos, principalmente en el Prado, que atesora muchas de las obras más conocidas del pintor aragonés. Y un Goya sumergido, oculto, velado. Hace tan solo unos días, la empresa británica The Art Loss Register (ALR), que cuenta con la más importante base de datos mundial sobre obras de arte robadas, aseguraba que en sus archivos seguían constando como "desaparecidos" nada más y nada menos que 67 cuadros de Goya.


Pero la lista de obras que se sabe que han existido o existen, y de las que hace años se desconoce su paradero, es enorme.


Las obras más antiguas de Goya que se han perdido, y estas para siempre, son las que realizó para la iglesia de su localidad natal, Fuendetodos, y que desgraciadamente se destruyeron durante la guerra civil. Goya pintó en el exterior e interior de las puertas del armario relicario. Y también en el muro, encima del mueble. De todo ello solo quedan unas fotografías en blanco y negro.


Algo parecido ocurrió con "San Joaquín y Santa Ana" y "Visión de San Antonio", que se encontraban en la catedral de Valencia, y con una "Aparición de la Virgen del Pilar" que estaba en la iglesia parroquial de Urrea de Gaén. La guerra civil acabó con ellas y ahora nos podemos imaginar cómo eran por simples fotografías. Años antes, durante la Guerra de la Independencia, se perdieron los cuadros de la iglesia de San Fernando en Torrero.


El fuego, aunque por otras razones, acabó también con pinturas de gran belleza, como un retrato de Antonio Porcel, que al parecer estuvo en Granada hasta finales del siglo XIX y que después de ser comprado por el embajador argentino en España, estuvo expuesto bastante tiempo en el Jockey Club de Buenos Aires. Un incendio declarado en el edificio en 1953 acabó con buena parte de la colección de pintura de la institución. Y en ella se encontraba el retrato de Antonio Porcel, del que se conservan fotografías. En el mismo incendio pereció "El huracán", un cuadro de 73 por 100 centímetros, pero del que ahora los expertos dudan de que realmente fuera realizado por Goya, y apuntan a Eugenio Lucas como posible autor.


Viaje al extranjero

Y es que el catálogo de obras de Goya está lleno de sorpresas. "Hay cuadros desaparecidos para siempre por catástrofes o sucesos. O al menos que creemos desaparecidos para siempre. Y cuadros ocultos durante unos años y que vuelven a aparecer cuando los dueños quieren", señala el historiador del arte Arturo Ansón, especialista en la obra de Goya. Y añade: "Algunos surgen en sitios insospechados, porque sus dueños los han vendido y han acabado en el extranjero". En los primeros años de la posguerra, dadas las dificultades económicas que atravesaba nuestro país, muchas obras salieron al extranjero, aparentemente sin mayor problema.


"Un cuadro que no hemos vuelto a ver es un retrato de Bayeu que estuvo en la colección del marqués de Casa Torres -relata Arturo Ansón-. Desde principios de siglo no sabemos dónde está. Lo mismo sucede con un retrato de Ramón de Pignatelli de cuerpo entero. Se enseñaba una copia hasta ahora en el Museo de Zaragoza, pero el original sabemos que estaba en Zaragoza en 1860. ¿Qué hicieron los dueños con él? Seguramente algún día aparecerá, porque es un retrato de grandes dimensiones. El del barón de la Menglana, por ejemplo, ha aparecido no hace mucho y se está restaurando".


Como con cualquier obra de arte, las dimensiones son importantes para seguir su itinerario vital. Si la obra es de pequeñas dimensiones resulta mucho más difícil seguirle la pista. Es el caso de "Don Juan y el comendador", de 45 por 32 centímetros. O de un boceto de 22,4 por 38,7 centímetros de "La multiplicación de los panes y los peces", la monumental pintura realizada para la Santa Cueva de Cádiz.


Pierre Gassier, autor del catálogo de obras de Goya que se sigue considerando como de referencia, sitúa "La cocina de las brujas", una pequeña pintura de 45 por 32 centímetros, en México. "Pero, si es así, si verdaderamente sigue en México -apunta Arturo Ansón-, hace mucho que no sabemos nada de él". Cita también Gassier, e incluye una pequeña fotografía, un "Retrato de mujer", firmado y realizado entre 1808 y 1812, de 95 por 69 centímetros, del que aún no se sabe nada.


Piezas de origen "aragonés"

Otro retrato famoso sigue más de 70 años en paradero desconocido. Se trata de "La infanta María Isabel", pintado hacia 1800. Fue vendido en subasta por la casa Lempertz, de Colonia, en 1935. Pero los bombardeos y destrucciones que sufrió la ciudad durante la Segunda Guerra Mundial arrasaron los archivos de la citada casa de subastas, y se desconoce a quién fue vendido y dónde ha acabado.


Muchas de las piezas "en búsqueda y captura" se encontraban en Aragón. Un ejemplo: el aguafuerte "Un ciego cantando con su guitarra y su lazarillo", también titulado "Romance de ciego", que guarda evidente relación con el cartón para tapiz "El ciego de la guitarra". Pertenecía en 1928 al zaragozano Sebastián Monserrat, y su destino actual se ignora, ya que el ejemplar que se conserva en el Metropolitan de Nueva York -del que alguna vez se había dicho que pudiera ser el de esta colección-, fue adquirido por el museo neoyorquino con anterioridad a la venta de la colección Monserrat.


No es Goya un autor especialmente querido por los cacos, pese a esa cifra de 67 cuadros robados que esgrime la firma británica ALR. Pero hace tan solo un par de días se supo que unos ladrones se habían llevado del castillo de Voergaard, al norte de Dinamarca, el cuadro "El loco", de 58 por 45 centímetros. Precisamente ayer algunos expertos dudaban de que realmente fuera de Goya. El robo más famoso de los últimos tiempos tuvo lugar en noviembre de 2006, cuando fue sustraido durante un traslado a Nueva York "Niños del carretón". El FBI recuperó la obra días después.


"De Ramón Cabrera sabemos que Goya hizo un retrato -concluye Arturo Ansón-, y lo conocemos por una litografía posterior. Pero, ¿dónde está?". También se conocen, por grabados posteriores, un retrato de la condesa-duquesa de Benavente y una escena con el emblema del Real Instituto Militar de Madrid.