EXPOSICIÓN

Antoni Gaudí y sus coetáneos llenan la Lonja con el espíritu del modernismo catalán

Entre las más de noventa piezas seleccionadas para esta exposición figuran tres esculturas del aragonés Pablo GargalloLa muestra permanecerá abierta hasta el 27 de junio.

En primer plano, 'La primera comunión', de Josep Llimona.
Antoni Gaudí y sus coetáneos llenan la Lonja con el espíritu del modernismo catalán
PEDRO ETURA/AFP PHOTO

Al hablar de modernismo catalán, las primeras imágenes que se vienen a la cabeza son las del Palacio de la Música de Barcelona, el hospital de la Santa Cruz y San Pablo, la finca Güel o la casa Milà (más conocida como 'La Pedrera'). Todos estos edificios son ejemplos significativos del modernismo catalán, la particular versión que en Cataluña hicieron del 'art nouveau', que dejó su huella en la arquitectura de otras ciudades europeas como Viena, Munich, Nancy, Bruselas, Glasgow o Berlín.

Como trasladar estos edificios a Zaragoza es imposible, el Ayuntamiento de la capital aragonesa y Caixa Catalunya han traído a la Lonja noventa piezas significativas de este periodo artístico, que se engloban en una exposición que lleva por título 'La aventura modernista en las colecciones del Museu Nacional d'Art de Catalunya'. La muestra, que se inaugura hoy, permanecerá abierta hasta el próximo 27 de junio e incluye la posibilidad de hacer visitas guiadas, dirigidas a escolares y grupos particulares.

Entre las noventa piezas seleccionadas por la comisaria Mercé Doñate se encuentran tres esculturas del aragonés Pablo Gargallo. Al artista de Maella nunca se le ha considerado un autor modernista, tal y como apuntó la consejera de Cultura, Pilar Alcober, pero se vio influenciado en sus primeros años por esta tendencia. Las obras elegidas son 'La Pareja', 'La bestia del hombre' y 'El Ángel'. "Estas esculturas no son las más representativas del autor, pero se han elegido porque son las que se corresponden con el periodo que estamos abordando", matizó Doñate.

Quien sí es una pieza clave del modernismo catalán es Antoni Gaudí y, por eso, en la muestra se pueden contemplar varias piezas con su indiscutible sello. Es el caso de una serie de puertas correderas de Casa Batló, una preciosa reja de Casa Milá forjada en torno a 1910, un conjunto de tiradores de este edificio y un mosaico hexagonal, con motivos marinos, que compite en originalidad con otra pieza similar de Lluís Domènech i Montaner, arquitecto del Palacio de la Música.

Todos estos elementos forman parte de la primera parte de la exposición, denominada Artes decorativas, en la que también pueden verse muebles de esta época, firmados por Morera, Joan Busquets y Gaspar Homar, que decoraron las estancias de la Casa Lleó Morera.

"Esta piezas permiten hacerse una idea de como el modernismo no solo se centra en la arquitectura, tan conocida, o en la pintura, sino que engloba el concepto de arte total. Es algo excepcional porque todas las artes encajan entre ellas", señaló Doñate.

Otros rostros

Pero el modernismo catalán no solo es Gaudí, por eso en la Lonja pueden verse carteles publicitarios de Adrià Gual y Joan Llaverias; esculturas de Josep Clarà o Josep Llimona; y pinturas y dibujos de una extensa nómina de artistas entre los que destacan figuras tan representativas como Joaquim Mir, Joaquim Sunyer, Ramón Casas, Santiago Rusiñol, Isidre l o Segundo Matilla.

"El hecho de que Gaudí forme parte de esta tendencia es un buen reclamo para que la gente haya podido descubrir a otros artistas, pero en ningún momento los eclipsa. El modernismo fue un movimiento aglutinador, conectó con la cultura europea de aquel momento y situó a la ciudad de Barcelona en el mapa", recordó Álex Susanna, director de Cultura de la Obra Social de Caixa Catalunya.

Al auge de este movimiento contribuyó, entre otras cosas, la Revolución Industrial, que favoreció la prosperidad de los miembros de burguesía catalana "que rivalizaban entre sí por construir los edificios más singulares, en un momento de dulce locura en el que se pusieron en manos de visionarios como Gaudí", apuntó Susanna.

Los momentos de gloria apenas duraron tres decenios y finalizaron a principios del siglo XX, momento en el que el modernismo comenzó a ser desprestigiado y sustituido por el novecentismo, y los propietarios de las fincas malvendieron muchos de sus bienes muebles. "Afortunadamente, a finales del siglo XX, se recuperó este movimiento y Gaudí y el modernismo se convirtieron en el verdadero motor del turismo de Barcelona", concluyó Sussana.