Gastronomía

Setas, guisos y bocadillos en La Calcenada

Calcena celebraba el domingo, con un millar de participantes de toda España, la marcha popular senderista por los montes de la cara oculta del Moncayo.

Quienes me seguís, aunque solo sea de vez en cuando, sabréis de mi simpatía por todos los actos populares en los que de alguna u otra manera la comida tiene algo de protagonismo. Así que hoy voy a contar de pasada lo que aconteció este domingo en la marcha popular senderista por los montes de la cara oculta del Moncayo conocida como La Calcenada. Participé por primera vez y me quedé tan satisfecho que desde ya digo que me gustaría estar en la del año que viene y os la recomiendo a quienes os gusta la naturaleza, el ejercicio y la vida saludable.


Cuando llegamos a Calcena a primera hora de la mañana, sobre las 7.30, caía tal cantidad de agua que pensamos que no habría manera de superar el reto de cumplir los más de 21 kilómetros de que consta la marcha. Con tal ánimo entramos en el pabellón para recoger los dorsales y tomar un rico desayuno compuesto por chocolate, bizcochos y un chupito de vino moscatel dulce. Pura gasolina para emprender la dura ascensión de más de dos kilómetros por una estrecha senda que nos llevó a la ermita de San Cristóbal. Pero afortunadamente, al salir de desayunar, la tromba de agua se había convertido en unas gotas que fueron desapareciendo de forma que a mitad de ascensión no había ni rastro de lluvia. Tras dar cuenta de un bocadillo de longaniza y un vaso de vino de la tierra, comenzamos el descenso por La plana, entre carrascas y matorrales, hacia las laderas de la sierra del Águila, que fuimos ladeando, entre pinos y otros árboles de hoja caduca que nos alegraban la vista con los colores otoñales. Incluso pudimos recoger algunas setas comestibles para que la satisfacción de esta jornada fuera completa.


Antes de llegar otra vez a Calcena, sobre las 14.30, donde nos recibieron con una rica y fresca cerveza de barril, en los sucesivos puntos de avituallamiento repusimos fuerzas con bocadillos, frutas y frutos secos, siempre con la amable y efectiva ayuda de los miembros y voluntarios de la organización. En estos puntos y a lo largo del recorrido, el compañerismo, el buen humor y la camaradería fueron constantes por parte de todos los participantes, entre los que había gente de todas las edades. Participaron un millar de personas, procedentes de toda España, aunque la mayoría éramos de Aragón.


El almuerzo en el pabellón, en el que estaba todo perfectamente programado, consistió en una ensalada verde, un guiso de ternera delicioso y en tarta de manzana como postre. Para beber, refrescos o vino de Cariñena y de Campo de Borja. Y ya con el cuerpo recuperado y con el espíritu reconfortado por la belleza de estos parajes inolvidables, emprendimos viaje de regreso, cada cual a sus lugares de origen. ¡Nos vemos en la Calcenada del año que viene!