POESÍA ARAGONESA

Rosendo Tello, el poeta en el final del laberinto

Mañana, por solo 1,5 euros más, HERALDO ofrece la antepenúltima entrega de la colección Biblioteca Aragonesa. Un poemario de un autor en el que se compendia lo mejor de los rapsodas de todos los tiempos.

Rosendo Tello es el Poeta, el poeta por antonomasia. Pasen ustedes por el turmix a mil poetas, los mejores de todos los tiempos, y el resultado será Rosendo Tello. Otros serán los mejores de su tiempo, de su espacio, de su género, pero Rosendo lo es intemporal. Leyéndolo, no sabemos si es un poeta griego, místico o romántico; si alcanzó los laureles en el Olimpo, en el Parnaso o perteneció a la generación del 27.


Porque sus versos se nutren de los orígenes de la poesía, en los que vida y poesía se funden y confunden. Y Rosendo, desde su primer verso, no ha hecho sino trazar una espiral que va alargando su senda, ensanchando su ámbito, enriqueciendo su mundo. Si no es lineal es porque la vida no lo es, sino un laberinto en el que la espiral no es geométrica sino poética, que va y viene, avanza y retrocede... Pero la espiral se estira, se ensancha, avanza. El final de su poesía no puede ser, por tanto, sino el final del laberinto. Así se llama su último libro, o el penúltimo, porque la poesía no tiene fin, como la vida, que sigue aunque no cuente con nosotros.


Libro tras libro, Tello ha ido creando, con rigor y coherencia infrecuentes, un corpus poético cuya significación en el panorama de nuestra poesía contemporánea solo llegaremos a comprender cuando sea valorado en su conjunto. Todo cuanto ha escrito es, en esencia, una meditación poética sobre el ser personal y colectivo de la tierra, o como dice el propio autor, sobre el ser metafísico-poético y físico-cultural, donde la recuperación en la memoria crepuscular del alma colectiva y el problema del exilio interior vienen a ser capitales, así como la crispación que una naturaleza humana y terrestre hostiles producen, sin que falte la apelación constante al mundo de nuestros dioses familiares. Lo que interesa a Tello, como buen músico, es ajustar el diapasón en la línea melódica en que se funden intimidad y objetividad y escribir cada obra como si fuera la última y al revés.

Emilio Quintanilla Buey ha escrito sobre su último libro: «Con su impecable dominio expresivo y unas imágenes de desgarradora belleza, Tello aborda en 'Hacia El final del laberinto' el drama existencial que representa la última etapa de la vida y tiene, como toda su poesía, una cadencia de manso oleaje, de péndulo cicloidal, que posee la virtud de mecer y aquietar el alma del lector, agitada tras asomarse de la mano del poeta al abismo ignoto de un final presentido. Un poemario magistral, imprescindible para valorar en su conjunto su obra poética».