CUATRO

'A bordo', edición especial en 'Callejeros'

El equipo de reporteros de Cuatro rastrea puertos y costas para trasladar a los espectadores cómo se vive en un yate.

Este viernes, a las 21.35, 'A bordo', una edición especial de 'Callejeros'. Los reporteros se lanza a surcar los mares. Después de recorrer España y viajar por todo el mundo, el equipo de Cuatro rastrea puertos y costas para trasladar a los espectadores cómo se vive en un yate. A continuación, dos entregas más, los reporteros en La Manga del Mar Menor y después 'Callejeros' de chiringuitos por las playas de España.


'Callejeros' ha subido a bordo de más 30 barcos para vivir diferentes formas de ver y sentir el mar. La ruta comienza en el Ferry que une Denia (Alicante) con Ibiza, utilizado a diario por quienes acuden a la Isla Pitiusa para disfrutar del sol y las playas, de sus noche locas o simplemente para trabajar en alguno de los hoteles y bares de la isla. Laura y sus amigas son de Denia y utilizan este Ferry para acudir a las fiestas de Ibiza cada semana "salimos en el primero de la tarde, pasamos toda la noche de marcha y a la mañana siguiente regresamos en el más tempranero. Sólo son dos horas de trayecto y para nosotras es como un autobús de línea".


En el puerto de Marina Botafoch, Aurora saca brillo a un gran número de yates que debe limpiar cada día antes de salir a navegar. Ella ha montado un negocio de limpieza de barcos "nunca he salido a navegar en ninguno de ellos y no tengo ni idea de barcos pero me gustan". Nos enseña uno que cuesta dos millones de euros. "Muy caro", dice, "yo me conformo con limpiarlo".


En Sevilla, un grupo de señoras sube a bordo del Luna de Sevilla, un barco que recorre en cinco horas los 90 kilómetros de río Guadalquivir que hay entre la Torre del Oro y la localidad gaditana de Sanlúcar de Barrameda, ya en el Océano Atlántico. Al son de unas sevillanas y saboreando "las mejores tortillas de patatas" la travesía se hace mucho más llevadera.


En Sanlúcar, Pedro sale en su pequeña barca a pescar el famoso langostino. "Hoy busco los mejores ejemplares porque son para la boda de mi hija, que se casa la semana que viene". Sus hijos siguen la tradición de la familia y pasan jornadas enteras a bordo ganándose la vida. "Cualquier cosa que nos pidan es una orden para nosotros, cualquier capricho debe ser hecho realidad" nos asegura Lorenzo, el mayordomo con más experiencia de todo el barco, mientras deshace la maleta de uno de los huéspedes.


A continuación, 'Callejeros' recorre La Manga del Mar Menor.Le llaman el Manhattan español. La Manga del Mar Menor son 22 kilómetros, en forma de lengua de arena, bañados por dos mares. "Todos los que están hoy en Marbella veraneaban aquí hace 40 años," cuentan. Aquí se prepara Mari Carmen Ortiz, campeona de motos de agua. "Mira, esa isla es de la mujer de Rápale, el cantante" explica mientras señala un peñón con una fantástica casa.


Barcos por 200 euros al día para dormir flotando. Barros milagrosos en la isla del ciervo. En este oasis murciano todo es especial, hasta un langostino que solo se pesca en sus playas y cuesta 300 euros el kilo. Jesús dice "tener más dinero que todos los gitanos juntos" gracias a los 1000 kilos de chatarra que recoge al día.


Finalmente, los reporteros se van de chiringuitos por las playas. El reportero de Callejeros José Miguel Almagro el viernes, en el reportaje El chiringuito, diversos puntos de la costa española para conocer de primera mano a los personajes de todo tipo que se pueden encontrar en los típicos puestos playeros.


Llega el verano y con él los chiringuitos, plagados de cuerpos de vértigo, litros de alcohol y grandes raciones de boquerones fritos. Las cámaras de Callejeros son testigo de lo que se cuece entre biquinis y fogones, entre tangas de leopardo y arenas movedizas, en las que se ubican los populares chiringuitos.


Algunos tienen camas balinesas, otros tumbonas donde grupos de homosexuales apuran los rayos de sol presumiendo de músculos. Son lugares donde los clientes pueden consumir desde las tradicionales jarras de sangría hasta botellas del mejor champán francés. Incluso hasta una pareja de belgas es capaz de darse el sí quiero delante de la tabla donde se lee el precio de las raciones. Son, en definitiva, grandes lugares de recreo que hoy están en peligro de extinción.