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Matías Prats: "Con 5 años ya narraba los partidos en el colegio"

Prats (Madrid, 1985) presenta en televisión, participa en la radio, es profesor universitario, conduce eventos y ahora también ha publicado una novela.

Matías Prats, tercera generación de la saga de periodistas, en su visita a Zaragoza hace unos días.
Matías Prats, tercera generación de la saga de periodistas, en su visita a Zaragoza hace unos días.
José Miguel Marco

De la televisión, a las páginas de una novela. ¿Y este salto?

Nunca había pensado en escribir. Me lo propuso una editorial, que vio en mí un potencial que yo no había atisbado. Se me ocurrió una idea y la plasmé en papel. Me ha servido para salir de mi zona de confort y enfrentarme a otro mundo, pero sin querer la etiqueta de escritor.

El título desconcierta un poco: 'El futuro que olvidaste'.

Es el mejor piropo que se le puede echar a un título, así que gracias. Nos costó decidirlo, pero creo que dimos con la tecla porque es sugerente, hace pensar, con una dosis de suspense y emoción.

Refleja el ámbito del periodismo y del deporte, sus dos mundos.

Son mis dos grandes pasiones, pero he intentado que no fuera ni una novela periodística ni de deporte. No es pura competición, sino que abordo el deporte desde el sacrificio, esfuerzo, renuncia, dificultades personales o una retirada. También hablo de asuntos cotidianos, como el divorcio o los problemas de salud mental, de los que tenemos que hablar sin eufemismos.

En la sección de Deportes ahora también se trata la salud mental, ¿cómo ha sido el cambio?

Antes el deportista estaba asociado a fama y dinero, pero ahora empezamos a conocer qué hay detrás, la presión y la exigencia. Los periodistas debemos enseñar las historias con naturalidad.

¿Cambiaría el plató por informar a pie de campo o de pista?

Para mí sería ideal compatibilizarlo. No soy comodón, me considero más reportero que presentador.

¿Recuerda su primera cobertura?

Fue la presentación de uno de los fichajes más sonados del Atlético de Madrid, cuando tenía 19 años en Radio Marca. No me atreví a preguntar porque no quería hacer mucho ruido con mi nombre. También recuerdo el primer partido que narré, uno de Segunda División y lo hice realmente mal.

¿Qué siente cuando escucha retransmisiones de su abuelo?

Una profunda admiración por su verbo, dicción, capacidad para comunicar y describir, por su conocimiento del juego y de los futbolistas. Además de un mérito añadido, porque no tenía las herramientas de hoy. Cuando lo escucho también detecto un cambio de estilo, como el vocabulario, aunque mi abuelo introdujo términos que siguen vigentes. Desde luego, él sentó las bases para los comentaristas de ayer, hoy y mañana.

¿Qué tienen en común las tres generaciones de Matías Prats?

Nos une la pasión heredada por nuestro oficio. Creo que los tres somos periodistas de cuna. Yo con 5 años ya narraba los partidos en el colegio y presentaba las obras de teatro. También somos familiares, tranquilos, nada ambiciosos y con poco tenemos la felicidad.

¿Qué noticia deportiva le gustaría contar?

¡Mi Atleti, campeón de la Champions! Me haría ilusión porque he vivido dos derrotas muy duras y siempre morimos en la orilla.

Vaya, pensaba que sería el ascenso del Real Zaragoza...

Os echamos mucho de menos. Es una ciudad muy futbolera, el equipo ha ganado muchos títulos y tiene la simpatía de casi toda España. Espero veros pronto en Primera.

La ilusión no se pierde. ¿Tampoco en la profesión?

Nunca se me ha apagado la llama del periodismo. Creo que cuando tenemos momentos malos, nuestra empresa va mal o te arrinconan, debes agarrarte a la vocación y recordar por qué te hiciste periodista. La profesión no goza de la mejor salud ni popularidad, quizás hemos hecho algo mal para merecerlo. Hay que superarse, explorar nuevos retos, adaptarse... En definitiva, evolucionar.

Como su padre, que con sus chistes alegra a toda España, a pesar de ser chistes de padre.

Fue el primer presentador de informativos que apostó por meter un chascarrillo en los días amables y me parece una fórmula muy acertada. Le acerca mucho al público, le humaniza y genera simpatía. Por la calle, los primeros que le piden fotos son los de 18 años.

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