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Julián Vicente Villanueva, alias Nanín, el personaje aragonés que no adivinó el concursante de Pasapalabra

Tras el sonado fallo en la primera letra del rosco, Orestes, concursante de Pasapalabra, tampoco dio con la respuesta en la 'N', pero ¿quién fue este personaje muy popular en el valle de Tena?

Nanín, a la izquierda y Orestes, concursante de Pasapalabra.
Nanín, a la izquierda y Orestes, concursante de Pasapalabra.
Montañeros de Aragón/ A3

“Con la ‘N’, sobrenombre con que el que fue conocido el escalador aragonés Julián Vicente Villanueva”. Orestes Barbero, el concursante de Pasapalabra que este martes se enfrentaba a su rosco número 75, no encontró la respuesta. El sobrenombre del escalador aragonés era Nanín. La abreviatura de ‘Julianín’, tal y como se le llamaba para diferenciarlo de sus padre.

Poco podían imaginar Orestes y los guionistas del programa de Antena 3 la repercusión que un simple enunciado estaba teniendo en el valle de Tena donde las hijas de Nanín son conocidas como las Naninas. "El programa lo ve muchísima gente y en cuanto salió, el teléfono me empezó a echar un humo por la cantidad de gente que me avisaba de que habían mencionado a mi padre", relata entre risas Belén Vicente, hija de Julián. "Menuda faena le hicieron" reconoce sobre el concursante de Pasapalabra, "es muy difícil que lo conozcan fuera de Aragón".

Lo cierto es que clasificar a Nanín solo de escalador se queda corto. Fue un aventurero: esquiador, montañero, navegante y submarinista. Todo le interesaba y le apasionaba. Como confesaba en una entrevista concedida a HERALDO en 2001, gozaba de “una salud de hierro” que le permitía “hacer locuras de todo tipo”.

De hecho, no paró de entrenar y de esquiar. "Envejeció tarde" admite Belén. Siguió compitiendo en las categorías más veteranas de esquí alpino hasta que rondando los 80 años, sufriera un aparatoso accidente de esquí que lo apartó de la competición. "Y seguía ganando porque ya en las categorías en las que él competía no quedaban muchos más", recuerda Belén, que actualmente regenta una casa rural en la pequeña localidad de Yosa de Sobremonte, en el valle de Tena. 

Nanín durante una entrevista para HERALDO.
Nanín durante una entrevista para HERALDO.
Esther Casas/HA

Sus hijas ahora no siguen el nivel de competición de su padre pero sí que comparten el amor por la montaña y por el esquí. "Nos inculcó su espíritu aventurero y esto nos ha permitido no ser miedosas en la vida" evoca Belén. Para ella, su padre es el claro ejemplo de que mantenerse activo, siempre que se pueda, es clave para una mente en buena salud durante muchos años. 

Del esquí a la escalada

Julián Vicente Villanueva, Nanín, nació en 1933 en Zaragoza. Pronto le llegó la afición por la montaña de la mano de su padre con quien iba a hacer senderismo. En los años 50, subía con su hermano al Pirineo a esquiar. Con el ‘canfranero’ llegaban a la estación de Canfranc y desde allí subían a pie, esquís al hombro, hasta Candanchú, la única estación existente en aquel momento. Entonces el mantenimiento de las carreteras no era como el de ahora y se acumulaba muchas más nieve, por lo que los hermanos solían volver esquiando para coger el tren de vuelta a Zaragoza.

Su maestría con los esquís queda patente en su amplio palmarés: campeón de esquí de fondo de Aragón, varios campeonatos de España de esquí alpino en la categoría de veteranos, trofeos europeos como las Tres Carreras de Europa o vencedor en los circuitos europeo y de España.

Por su faceta montañera es por la que se le conoce y se le recuerda con cariño en el club de Montañeros de Aragón. Entidad que presidió entre 1987 y 1995. Amante de la escalada, participó en la apertura de varias vías en los Mallos de Riglos como la del mallo Cored (1953) la vía del mallo Don Justo (1957) o la ‘Endrija por donde Dios manda’. Esta última responde a un sano ‘pique’ entre escaladores aragoneses y catalanes sobre quién abrió el camino hasta la cumbre del mallo del Cuchillo. Al parecer, una cordada catalana se apropió de la apertura de la vía por una ruta que a los locales les parecía demasiado sencilla. Así que abrieron un nuevo camino, muchísimo más complicado a través de una grieta o fisura (de ahí el nombre de endrija) hasta la cima. En este grupo se encontraba Nanín.

En febrero de 2001, HERALDO recogió sus expediciones montañeras.
En febrero de 2001, HERALDO recogió sus expediciones montañeras.
Heraldo.es

Otras aventuras lo llevaron por los Andes y por la Patagonia. Y, por supuesto, al Himalaya a cuyas cumbres acudió en siete ocasiones. En 2001 encadenó siete picos de unos 6.500 metros de altura entre Nepal y Bolivia, en un plazo de cuatro meses. Tras coronar en el país andino el Astiasu y el Tarijas (ambos de 5.200 m), el Pequeño Alpamayo (5.400 m) y el Sajama (6.500 m) y regresar a Zaragoza, partió hacia Nepal. Allí conquistó el Kala Patar (5.600 m), el Island Peak (6.200 m) y el Mera Peak (6.500m).

También fue navegante. Cuando nacieron sus hijas compraron una casa en la playa y pronto surgió la fascinación por el mar y la navegación. Entre otras hazañas, completó varias veces la ruta entre Ibiza y Barcelona en solitario y atravesó el océano Atlántico con un grupo de amigos a los 70 años. A su relación con el mar también se suma su afición al submarinismo.

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