César Lucas, fotoperiodista: "Percibo menos libertad ahora que hace 40 años"

Entonces no existía la autocensura que hay actualmente por miedo a que se dispare el odio en redes sociales.

Laura López
César Lucas
César Lucas
RTVE

El fotógrafo César Lucas, considerado un referente del fotoperiodismo en España, asegura que, hace 40 años, los profesionales como él trabajaban con más libertad que ahora, pues entonces no existía la autocensura que hay actualmente por miedo a que se dispare el odio en redes sociales.

A sus casi 80 años, Lucas sabe lo que es tener que pensar bien cada una de las 36 fotos que tiene el carrete durante una sesión con Pepa Flores, Marisol, en los 70, pero también acumular "likes" hoy en una instantánea que captura la esencia del rastro de Madrid en su perfil de Instagram.

"Para mí, la fotografía no ha sido un medio de trabajo; para mí ha sido una pasión y la pasión sigue viva", explica Lucas (Cantiveros, Ávila, 1941) en una entrevista con Efe.

Este fotógrafo es uno de los protagonistas de la 15º edición del Hay Festival Segovia, que se inaugura el próximo lunes con la presentación de tres exposiciones de artes visuales, una de las cuales repasa la trayectoria del fotoperiodista bajo el nombre "Instantáneas grabadas en la retina nacional".

La exposición hace un recorrido por 114 imágenes de su autoría y, al mismo tiempo, por la historia reciente de España, además de mostrar 24 portadas de revistas a las que puso rostro, unas 50 instantáneas que muestran al profesional tras la cámara, y casi una treintena de capturas hechas en los últimos años con su móvil.

Entre ellas figuran algunas de sus imágenes más icónicas, como la de Ernesto "Che" Guevara paseando por el Madrid franquista en 1959, John Lennon en Almería en 1966 o una de las fotografías más célebres de la transición, que muestra a un niño con el puño en alto en una manifestación en la madrileña calle de Preciados siete meses después de la muerte de Franco.

Sobre los cambios que se han producido en la fotografía en las últimas décadas, Lucas considera que antes "se pensaba más" antes de disparar, aunque ahora hay más oportunidades de formación y "educación visual": "Los que quieren hacer buenas fotos, están preparados para hacerlas, más que antes", sostiene.

Aunque ambas épocas tienen sus luces y sus sombras, si Lucas hace balance, estima el final del siglo XX como "el mejor momento que ha vivido el fotoperiodismo en España" y que este, a partir de entonces, "empezó a caer".

"Yo percibo menos libertad ahora que la que teníamos hace 40 años", asegura el fotógrafo, quien culpa de este extremo en gran parte a las redes sociales, donde "se ha incrementado el odio" y han hecho que la gente "se lo piense bien" antes de decir cualquier cosa.

En su opinión, a la censura franquista le siguió "una imagen de libertad importante", que después ha sido sustituida por la "autocensura" actual, también en las imágenes.

De acuerdo a este fotógrafo, cuando se empezó a documentar conflictos bélicos, se hacían fotos "de lo que era la guerra", mientras que en tragedias como la actual pandemia del coronavirus, los medios de comunicación ponen "pegas" al pensar "esta imagen hace daño": "Es la realidad la que hace daño", opina Lucas.

Otro aspecto que le hace recordar la profesión con más dignidad en el pasado son las condiciones laborales, en opinión de este veterano, que empezó como fotógrafo con 17 años en la agencia Europa Press, fue redactor gráfico en el diario Pueblo y el primer editor gráfico del diario El País.

Ahora Lucas ve con perplejidad cómo sus colegas de profesión son víctimas de la precarización del oficio, que se traduce en la falta de fotoperiodistas en plantilla en favor de falsos autónomos y tarifas cada vez más bajas.

"A mí no me afecta, pero me duele mucho ver a mis compañeros que están pasando serias dificultades, grandes profesionales, que antes tendrían su vida resuelta con su trabajo y su esfuerzo y que ahora las están pasando putas", lamenta.

De la crisis sanitaria, otro momento histórico que él ha vivido esta vez como jubilado, se queda con la imagen de toda la gente por la calle con mascarilla, instantánea que aún no "encaja" en su cabeza y le produce una sensación "de película de ficción, de un mundo zombi".

Como retrato del fin de este particular drama, el fotógrafo imagina "un espacio urbano donde nadie va con mascarilla y donde, por la sensación de la gente, se puede ver que han olvidado las imágenes de dolor". 

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