Jorge Monclús: "No se puede decir cualquier cosa en las redes sociales"

Zaragozano, 36 años, es abogado del despacho Cuatrecasas en Barcelona y ha escrito, junto a Albert Agustinoy, el libro ‘Aspectos legales de las redes sociales’.

Monclús, entre ordenadores en la sede de Heraldo.
Monclús, entre ordenadores en la sede de Heraldo.
Aránzazu Navarro

Usted que sabe de esto, ¿se fía de internet para comprar?

Sí. Y cada vez hago más compras a través de internet. En términos generales, es bastante seguro.


Y ¿usa las redes sociales?

Tengo perfil en la mayoría, pero reconozco que utilizo más las profesionales, como Linkedin.


En su opinión, ¿estamos los internautas bien protegidos?

Nuestros derechos como consumidores también se aplican cuando compramos en internet. Por ejemplo, podemos devolver un producto en 14 días sin dar explicaciones. En las redes se aplican las normas del mundo ‘offline’: se persiguen delitos, infracciones administrativas, etc. No siempre es sencillo, pero el derecho también llega a Twitter o Facebook.


¿Hay derecho a muchas de las cosas que se dicen en las redes?

El derecho a la información o a la libertad de expresión aplica también en las redes. Tenemos derecho a expresarnos libremente. Pero no son derechos absolutos. También deben protegerse el derecho al honor o a la intimidad. Por tanto, no se puede decir cualquier cosa en las redes sociales.


Y ¿existen suficientes leyes para ordenar todo lo que hay en internet o aún se está en ello?

Como todo, las normas pueden mejorarse y adaptarse a los nuevos tiempos, pero creo que con las leyes actuales los jueces cuentan con herramientas suficientes.


Risto Mejide acaba de denunciar amenazas a través de Twitter. ¿Es de juzgado de guardia?

Desconozco los detalles del caso, pero lo más recomendable es denunciar los hechos ante la Policía o en el juzgado. Muchos se amparan en el teórico anonimato de las redes, pero en la mayoría de casos la Policía logra averiguar quién está detrás de una cuenta.


Otro asunto de actualidad: los límites del humor. ¿Los hay?

Sí, el uso del humor o la caricatura, como recurso para la crítica, deriva del derecho a la libertad de expresión, y existe también para internet. Pero, como decía antes, hay casos en los que prima el derecho a la intimidad o al honor.


Una conversación privada por Whatsapp ¿puede ser constitutiva de delito o utilizada para una sanción laboral?

Las conversaciones de Whatsapp, igual que los SMS o las llamadas, están protegidas por el secreto de las comunicaciones. Pero pueden ser aportadas en un juicio si se obtuvieron con autorización judicial o si quien las aporta era parte del chat. Será entonces cuando el juez analice si constituyen un delito o pueden ser utilizadas como base para un despido, por ejemplo.


En el manual que ha escrito, habla de principales delitos de las redes, ¿qué más conflictos legales se dan?

No solo se pueden cometer delitos, cada vez hay más casos de infracciones de marcas o derechos de propiedad intelectual. También se dan conflictos en materia publicitaria, ya que uno de los usos principales de las redes es la promoción. Y, por ejemplo, no siempre está claro si detrás de un tuit de un famoso sobre un producto está la marca en cuestión, lo que podría ser publicidad encubierta.


¿Cómo trabaja un abogado especializado en estos asuntos? Aún no habrá mucha jurisprudencia...

Constantemente surgen nuevas redes, plataformas y tecnologías, lo que te obliga a estar al día. Y, con el auge en el uso de las redes sociales, han aumentado en proporción los conflictos en ellas. Por tanto, aunque con algo de retraso, los jueces acaban analizado estos casos y dictando sentencias, algunas bastante novedosas, como las que han obligado a publicar tuits con el contenido de la condena.


También se dedica usted a asesorar en temas de derechos de imagen. ¿Por qué vale tanto la imagen de determinadas personas?

En la sociedad en que vivimos, la imagen vende. Las empresas buscan asociarse con la imagen de deportistas o ‘celebrities’ y promocionar así sus productos. Esa asociación influye en las ventas; tiene un valor económico, lo que permite a estas personas explotar comercialmente su imagen.


Y ¿podría la mía valer lo mismo?

¿Por qué no? ‘Youtubers’ o ‘instagramers’ están firmando contratos de patrocinio con cifras cercanas a las de deportistas de primer nivel. ¿Quién lo iba a predecir?

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