Un congreso sin un pelo de tonto

La localidad de Villacalva organizó un congreso lleno de buen humor en torno a la calvicie.

Noticia pubicada en HERALDO DE ARAGÓN
Un congreso sin un pelo de tonto

El humor es probablemente la mejor arma para afrontar los problemas de la vida que no suponen desgracias fatales. La calvicie ha sido tradicionalmente un motivo de preocupación y complejo: por eso, la idea de un congreso en un pueblo llamado Villacalva parece tan buena que, si no fuese porque HERALDO la comprobó, hace ahora 50 años, parecería falsa.


Julio César perdió su cabello antes de los treinta años, y ello no le impidió conquistar a Cleopatra, dicen con buen humor.


PARÍS, 10. (Crónica de nuestra redactora-corresponsal). Un congreso de calvos se ha celebrado recientemente en Francia con mucho éxito de público y gran jolgorio por parte de los congresistas.


La CNF (Confederación Nacional de Calvos de Francia) eligió como lugar de reunión el pueblo de Villechauve -cuyo nombre traducido al castellano significa Villacalva-, que está situado muy cerca de la histórica ciudad de Vendôme, al suroeste de París.


Tal distinción levantó mucho la moral de los vecinos de Villacalva. Según dijo el alcalde en su discurso de bienvenida a los congresistas, "nadie se acuerda nunca de Villacalva, ni siquiera cuando se le cae el pelo". Y ya era hora de que ese modesto pero honrado municipio francés viera su nombre en los periódicos, saliendo así de un anonimato milenario.


Por su parte, el jefe de estación de Villacalva -que lleva muchos años escuchando las bromas que lanzan los viajeros desde las ventanillas del tren al leer el nombre del pueblo- dijo que en lo sucesivo Villacalva demostrará ante los bromistas el orgullo con que lleva su título. A este fin, rogó a los miembros del congreso de calvos que asistiesen a la inauguración de un gigantesco globo luminoso, blanco y liso como una bola de billar -símbolo de la calvicie- que servirá para iluminar el andén y para que los viajeros puedan leer con comodidad no sólo el nombre del pueblo, sino la lápida conmemorativa del congreso y que dice así: "Villacalva: municipio de honor de los calvos de Francia".


Encuentro muy bien que los calvos, gente simpática y con reputación de inteligente, hayan tenido el rasgo de exhibir ante el mundo entero el orgullo de su calvicie, en unos tiempos en que privan los melenudos.


- Los calvos disminuyen de una manera alarmante -me ha dicho uno de ellos- no solo porque los hombres van siendo cada vez más brutos (sabido es que ningún burro se queda calvo), sino principalmente porque en el mundo de hoy son múltiples los medios que existen para disimular la calvicie.


Cierto. El primero de esos medios es la moda actual de peinarse con el pelo echado hacia la frente. Sin duda, ese peinado presta al hombre una expresión más bien ordinaria y poco inteligente. Pero no hay duda de que por poco que sea el pelo que les quede en las proximidades de las orejas o de la nuca, el peinado de moda les permite hacerse la ilusión de que engañan al público. Así, aquellas calvas tan hermosas que siempre sirvieron de punto de referencia en los teatros, en los toros o en el fútbol ("¿Ves aquel calvo de la derecha?...Pues Fulanito está dos filas más arriba") cada día están más escasas. Solamente algunos investigadores célebres y unos pocos académicos se atreven hoy día a exhibir sus calvas por el mundo.


Hace algunos años tuvimos la impresión de que el actor de cine Yul Brynner iba a lograr una gloriosa rehabilitación de la calvicie. Pero, vivir con la cabeza afeitada resulta sin duda tan incómodo como dejarse la melena larga. Así, los imitadores de Yul Brynner se fatigaron pronto y la moda resultó de corta duración.


Otro factor moderno que protege a los ‘desertores de la calvicie' es el perfeccionamiento alcanzado últimamente por la industria de peluquín. En otros tiempos, solo algunos viejos chiflados se atrevían a ponerse una peluca para salir la calle. Todo el mundo notaba la superchería y las bromas a propósito de ella eran a veces despiadadas. Ahora, esos postizos no se diferencian en casi nada de una cabellera propia y son numerosos los hombres y las mujeres que usan peluca sin que nadie se entere de que su pelo es comprado.


El congreso de calvos reunido en Francia ha examinado todas esas cuestiones en un ambiente de buen humor y ha tomado medidas para hacer ver a los calvos vergonzantes que todos los subterfugios e incomodidades y gastos que afrontan a fin de disimular su calvicie son trabajo perdido, ya que no hay nada tan higiénico, franco, inteligente y hasta elegante, como la exhibición de una buena calva.


- Uno de los hombres más grandes de la historia, Julio César, se quedó calvo antes de los treinta años. Siempre exhibió orgullosamente su calvicie y ello no le impidió conquistar a Cleopatra –decían.


- En cambio, otro grande hombre, Napoleón, trataba de ocultar su calva echándose la mecha hacia la frente, como hacen ahora. - De acuerdo. Pero, aunque seamos franceses y admiramos al emperador, ya comprenderá usted que una figura no puede compararse con la otra.

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Los calvos decidieron también en su congreso preparar las fiestas conmemorativas del décimo aniversario de la fundación de su cofradía, rechazar públicamente las ofertas de productos para hacer crecer el cabello, que reciben constantemente del mundo entero y elegir "Míster Calvo 1966", elección que ha recaído en un señor que luce orgullosamente más de trescientos centímetros cuadrados de superficie lisa y desierta en la cabeza.


Josefina Carabias

Recopilado por Elena de la Riva y Mapi Rodríguez. Documentación de Heraldo de Aragón

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