¿Qué serías capaz de hacer por conseguir tu sueño?

Esta pregunsta se hace el programa 'Soul Out', un formato presentado por el grupo español Secuoya.

En el mayor mercado de televisión del mundo, el MIPCOM de Cannes, el grupo español Secuoya ha despertado interés con un formato presentado entre los más innovadores y atrevidos del sector: un concursante que vende su alma en televisión.


"El concepto es muy básico en la televisión y el entretenimiento: qué estás dispuesto a hacer para conseguir lo que quieres. Todo lo demás es el envoltorio", explicó el director de desarrollo internacional de Secuoya, Carlos Benito.


'Soul Out', que aúna los vocablos en inglés para "alma" y "vendido", fue presentado en el 'Fresh TV' del MIPCOM, junto a otros conceptos de programas estridentes con concursantes que se citan desnudos, que besan a desconocidos o concursos donde el premio es la clonación del perro del ganador.


El concurso, presentado en el mercado internacional de Cannes, donde concurren unos 4.500 compradores de contenidos audiovisuales, es "un 'reality game show' en el que diez personas están dispuestas a vender su alma, es decir, a hacer lo que sea por conseguir aquello que más desean", resume la directora de contenidos del grupo, Vanesa Palacios.


El concursante elige cuál es su sueño, siempre que sea cuantificable en dinero ya que los deseos con "valor emocional" no se pueden medir en monedas, y cambia su alma por hacerlo realidad, literalmente.


"Perder tu alma, a priori, no es nada. Es el riesgo que estás dispuesto a tomar, cuánto estás dispuesto a sacrificar. Pero el alma es intangible, ahí está la controversia", agrega Palacios, que pone como ejemplo a un concursante que quiera que su aparición en la pantalla le pague "la boda de sus sueños".

Los telespectadores, a través de una aplicación y desde su teléfono móvil o tableta, pueden ofrecer dinero y pedir que el participante haga cosas a cambio.


Lo llaman 'soulfunding', derivado de la recaudación de fondos participativa y digital, el "crowfunding".


"La gente decide votar por una persona a través de la aplicación y paga por ello, como en cualquier programa de participación en el que la gente paga por eliminar a un concursante o para que gane el concurso", agregó Palacios.

La experta en contenidos quita hiero al polémico formato, que hace reflexionar sobre dónde están los límites de la televisión.


"Cada semana vemos a gente vendiendo su alma sin darse cuenta de que lo está haciendo: famosos contentando sus intimidades por 'x' cantidades de dinero, pero también nosotros, cuando sonreímos a quien no queremos o cuando aguantamos una bronca del jefe...", apunta.


Es "puro entretenimiento, agrega el responsable de desarrollo internacional de Secuoya, que insiste en que los límites no los pone el formato del programa, sino quienes lo exploten.

"Hasta donde el concursante quiera jugar, dentro de los límites del sentido común, de la línea editorial de la cadena y de las prácticas habituales del mercado", insiste Benito.