Cócteles que cuentan historias
Conseguir el combinado perfecto depende de grandes bebidas y de la intuición del sumiller.
Un cóctel siempre tiene algo que contar. El primer sorbo de un Mónaco que comparte los colores de la Clásica y el sirope de la granadina narra, por ejemplo, cómo un grupo de amigos de toda la vida disfruta de un vermú otoñal. O la velada nocturna perfecta que comienza con un Black Velvet con Ambar Negra y champán, y que precede a una exquisita cena. Dos combinados únicos y elegantes con las espumosas como protagonistas, que son fruto de un proceso milimétrico y cuidado donde el saber hacer y el instinto del sumiller lo son casi todo, pues la predisposición a experimentar del comensal también cuenta.
Jesús Solanas, sumiller y maître del restaurante Absinthium lo regenta junto a su socio, el chef Roberto Alfaro, conoce las posibilidades de cada cerveza, y son muchos los combinados donde explota sus cualidades, como los que ofrece al público que se acerque a participar en las jornadas Tenedores Cerveceros. En su opinión, "servida en la copa y a la temperatura adecuada es la perfecta compañera, dentro y fuera de la mesa". Si es para maridar, la prefiere sola y, para coctelería, acompañada del sinfín de referencias de su heterodoxa bodega. Destaca también el papel protagonista de "tan noble bebida" en la cocina de autor, donde tan importante es el acabado del plato como el maridaje que convertirá cada sorbo en una experiencia inigualable.
Solanas, quien ostenta el cargo de vicepresidente de la Asociación de Sumilleres de Aragón, se considera bastante purista en materia de mixología, "prefiere tomar el combinado antes de la comida, en un ambiente que acompañe a su disfrute", aunque reconoce que, "puede ser ideal junto a un primer o segundo plato o un postre".
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