El día de la boda pasa rápido. Muy rápido. Después de tantos preparativos, los novios intentan disfrutar al máximo pero es imposible estar en todas partes. Puede que, mientras se están haciendo fotografías, se pierdan algunos detalles del cóctel, o que mientras lo están dando todo en la pista de baile, no se den cuenta de qué ocurre en los sillones. Para eso están los fotógrafos.

Un profesional de la imagen de bodas tiene dos misiones fundamentales: por un lado, inmortalizar a los novios durante su día especial y, por otro, ser sus ojos allá donde ellos no lleguen, captar momentos que entre los nervios y el ajetreo van a pasar inadvertidos para que la pareja pueda disfrutarlos en casa. Por eso su trabajo es tan importante, porque se va a transformar en los cimientos a los que recurrirán los enamorados cada vez que quieran redescubrir las raíces de su matrimonio.

Además de que el estilo del retoque sea del agrado de los protagonistas, es importante tener ojo al escoger el fotógrafo. Él va a ser un gran compañero y es preciso que sus sugerencias convenzan a los novios, ya que nadie quiere guardar entre sus estanterías un álbum de fotos en cuyas imágenes es incapaz de reconocerse. Poses forzadas o paisajes con los que no se identifican. Es importante huir de esas sensaciones.Un vídeo original

Si las fotos son importantes para revivir ese día, un vídeo marca la diferencia. Escuchar a la gente que os acompañó, las canciones que sonaron, y que en ese momento os emocionaron, ver los gestos de las personas que queríais... Son recuerdos impagables.

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