Blog La voz de mi amo

por Matías Uribe

REFLEXIONES SOBRE EL FENÓMENO 

Agustín Sánchez Vidal y La Movida

A raíz de la publicación del libro La voz impresa de La Movida, el prestigioso catedrático de Literatura y Cine de la universidad de Zaragoza analiza las claves de aquel fenómeno y disecciona el contenido del libro escrito por Matías Uribe

Agustín Sánchez Vidal, una de las mentes más lúcidas de las letras aragonesas
Agustín Sánchez Vidal, una de las mentes más lúcidas de las letras aragonesas
Oliver Duch

Agustín Sánchez Vidal, sabido de sobra, posee una altura intelectual enorme y una curiosidad infinita. Catedrático de Literatura y Cine de la Universidad de Zaragoza, ya jubilado, pero activo como una hormiguita en periodo veraniego acumulando reservas para el invierno, es el mayor experto mundial sobre Buñuel, guionista de cine y mil cosas más, poseyendo una larga lista de publicaciones de todo tipo, entre ensayos y novelas, así como un gran cuerpo de textos periodísticos, en los que ha derramado toda su sabiduría e inteligencia.

Mas no hay que olvidar que, pese a militar en las esferas de la ‘alta cultura’, Agustín es también un gran experto en música popular, en esa que con tanto desprecio se la echaba de los engolados salones intelectuales y que poco a poco ha ido ganando terreno como expresión artística notable de este siglo y del pasado y generando no pocas transformaciones sociales. Él es autor de un par de libros pop de gran fuste, publicados en tiempos —primerísimos setenta— en que este tipo de publicaciones se consideraban baratijas de baja estofa, en concreto, sobre Los Beatles y Simon & Garfunkel. Y toca la guitarra y ha sido crítico musical. La pera.

Precisamente, ejerciendo este mentado oficio de crítico musical en el periódico El Día de Aragón, allá por los primeros ochenta, aunque curado de espanto por sus experiencias andariegas por los USA y su vida bohemia durante los sesenta, anduvo muy pegado a la famosa Movida, olfateando sus pasos y palpando el fenómeno que entonces se estaba larvando en la España de los 80.

“Personalmente viví La Movida con plena consciencia y cierto distanciamiento, porque en aquella época estaba a punto de dejar de ser veinteañero y cumplir treinta tacos. Además, había viajado e incluso trabajado en el extranjero y tenido mis propias conmociones musicales adolescentes en los años 1960. Dicho esto, pude verla de cerca porque por entonces llevaba la crítica musical en el periódico 'El Día de Aragón', lo que te daba un acceso directo y gran libertad de movimientos, aunque muy lejos de la familiaridad con todo aquel mogollón que Matías Uribe demuestra en su libro 'La voz impresa de La Movida'”.

Pero no solo eso. Antes de la crítica, ejerció el papel de organizador de actividades culturales en el Colegio Mayor Cerbuna en el largo tiempo que allí pasó, involucrándose tanto en la música como en el teatro, el cine o la literatura como ejes esenciales de aquella actividad. Su cercanía, por ejemplo, con la compañía teatral El Grifo, la más ácrata y provocadora de los años setenta en Zaragoza (¡ay, aquella noche en que Curro Fatás lanzó una quijada de burro al público y fue a dar precisamente en la cabeza de un cadete! La que se armó), lo que le sirvió para acorazarse ante cualquier relincho exótico venido de las cuadras teatrales o musicales, aunque aquello no taponó su percepción sensorial de la importancia del fenómeno que estaba emergiendo en España.

“Estuve muy involucrado en las actividades culturales del Colegio Mayor Cerbuna (en el que viví más de una década) y me sentía más cerca de algunas personas del grupo teatral El Grifo, una tribu con mucha personalidad y enjundia, bastante más inclasificable que los de la contracultura o los de la Movida. Pero eso no quita para reconocer el revulsivo que supusieron”.

Eso sí, con su acostumbrada agudeza y su conocida y demostrada forma para observar las cosas con óptica profunda y no solo a ras de suelo, enseguida percibió hacia dónde caminaba aquella revolución. “Es imprescindible que la gente se exprese cuando es joven, antes de pasar por el aro, porque más tarde es muy difícil zafarse de esa especie de circo en que se convierte la cultura y la cultureta cuando se profesionaliza e integra en el mundo adulto y pretendidamente ‘serio’. Algo que en el caso de La Movida sucedió de inmediato, en cuanto empezaron a estar subvencionados y a aparecer en los colorines de los medios de comunicación. Una de las cosas más interesantes de 'La voz impresa de La Movida', es, en mi opinión, que recoge de modo muy fiel y ajustado ese proceso. Es periodismo vivo. Y doy fe de que también es veraz y de que Matías cede el protagonismo a quienes se subían a los escenarios, en lugar de buscar el suyo propio".

Hace Agustín alusión a mi libro de La Movida porque curiosamente lo había leído metido de lleno en una serie de conferencias sobre Rembrandt y Durero que estaba dando por medio país, de la mano de la Fundación Amigos del Museo del Prado, de la que es miembro desde hace un cuarto de siglo. El libro se lee estupendamente y a mí me ha servido mucho para desengrasar entre cuadro y cuadro de estos dos pintores”, manifiesta con una sinceridad chocante y a la vez halagadora.

Para mí, el cerebro más prolífico, lúcido y brillante de las letras aragonesas por no salirme del ámbito regional. Lo admiraba ya en la época en que nos conocimos en las aulas universitarias, y desde entonces mi devoción por sus trabajos se ha multiplicado exponencialmente. Así que ¡cómo no voy a valorar y enorgullecerme con la disección tan real y minuciosa que ha hecho del libro!

Portada del libro escrito por Matías Uribe
Portada del libro escrito por Matías Uribe
Archivo de Matías Uribe

“Matías va mucho más allá de los tópicos y plasma todo eso que bullía en el interior de aquella tropa tan levantisca, elevándolo a una categoría superior. ¡Cuántos recuerdos se han ido agolpando a medida que leía sus páginas! Si lo hubiera escrito ahora, no tendría el enorme valor testimonial ni la perspectiva que cobra con todos los años transcurridos. El resultado es algo impagable, totalmente vivo, como cuando ves que algo está naciendo delante de tus ojos. Me descubro ante su enorme habilidad para llevar al huerto a gente que podía ser bastante esquinada, y que además trataba de epatar a todo bicho viviente”.

Él, sin embargo, lo hace con una naturalidad apabullante, sin pisar callos, pero sin maquillar los puntos que podrían haber resultado más conflictivos, ni morderse la lengua. Algo que no podría haber rematado sin un conocimiento exhaustivo de lo que se traía entre manos. Por ejemplo, no se corta al reconocer que el 'Heraldo' le hizo una maquetación rompedora porque había que competir con 'El Día de Aragón', que acababa de salir. Y luego se ve muy bien cómo se afianza esa apuesta por el diseño cuando puede explayarse en el 'Suplemento Semanal'”.

Y es capaz de ofrecer facetas nada convencionales de la Movida, como el líder de Polansky y el Ardor, que había hecho la mili en Zaragoza y era un devoto de la Virgen del Pilar. Además, al volver a entrevistar a la misma gente en distintos momentos da buena idea de la fluidez de aquella época, algo muy propio de la Transición. Hay algunos que ni ellos mismos se aclaran, como Loquillo. Otros, como Santiago Auserón, se ve que andan en su personal proceso de maduración, como cuando habla del impacto que le produjo escuchar en París las clases de Deleuze. Particularmente conmovedora es la historia de Eduardo Benavente y Ana Curra, y la sinceridad de esta última en todos sus líos con Alaska, cómo sobrelleva la muerte en accidente de su chico y no se considera una sex symbol ni cree que esté tan buena”.

“También cuando Eduardo Benavente cuenta que los de Parálisis Permanente no fueron a TVE a celebrar el triunfo socialista porque estos creían que la cultura era Quilapayún, pero no el rock y La Movida. La crónica del concierto de la plaza de toros, cómo se recibe la noticia del accidente y toda esta historia es periodismo de primera división, a pie de escenario y en directo, y aún conserva todo ese pálpito”.

“Igualmente ha sido una muy buena idea reproducir facsimilarmente las entrevistas originales y luego ponerlas en forma más legible: de un solo vistazo te proporciona una perspectiva temporal que muestra cómo ha cambiado este país y con él nosotros mismos. De ahí también venimos, no sólo del hecho de que ganara las elecciones tal o cual partido político, y es importante recordarlo”.

“Hay, además, multitud de apuntes que brillan como fogonazos en muchas de sus páginas: Poch se queda alucinado al oír tocar la bandurria a un tuno y se montan una canción en un cuarto de hora; o la carta de protesta de la madre de Auserón por su crítica a Radio Futura; o el inefable Antón Reixa en su época de Os Resentidos (luego fue ya otra historia); o los de Siniestro Total desesperados porque no ligan, cuando se han metido en el gremio y el barullo por las tías… En fin, no sigo porque esto parecería el testamento de Isabel la Católica… Simplemente, enhorabuena a Matías por este pedazo de libro”.

Cuarenta años después, ¿cuáles fueron las fijaciones culturales de La Movida? ¿Cómo cambió el país? ¿Qué opina Agustín hoy, tras mirar al pasado por el catalejo del análisis con su extraordinaria capacidad de observación para desmenuzar los hechos y marcar las huellas de sus efectos?

“En cierto modo, los años 1980 fueron la década pop española, aunque ya muy teñida por todo lo punk y los 70. La verdadera transformación estructural del país se había dado en los 60, pero entonces una dictadura como la franquista imponía tantos corsés que no era fácil desmadrarse. Había aún mucho pelo de la dehesa y esa muda de piel sólo fue posible con la Transición y la democracia. Entonces es cuando empezaron a cambiar no sólo los contenidos (ideologías y demás) o la forma (la estética, el diseño, etc.), sino también las 'formas', que es algo mucho más difícil de modificar. La gente se desinhibió de verdad en ese momento, aunque ya había habido algunos islotes contraculturales. Quiero decir que durante la Transición llegó hasta Televisión Española, que ya es decir. La etapa de TVE que va de Adolfo Suárez a Pilar Miró ha sido, con diferencia, la más libre que uno alcanza a recordar. Por ejemplo, 'La edad de oro' de Paloma Chamorro, el programa de Javier Gurruchaga o todo eso que refleja el primer largometraje de Almodóvar, 'Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón'. Algunos de aquellos programas o productos serían impensables hoy en día”.

Conociendo a Agustín y sobre todo conociendo su obra, no es extraño, aunque resulte asombroso, que mezcle con tanta sencillez ‘alta y baja cultura’, Durero y Rembrandt con La Movida. No es una frivolidad, ni mucho menos postureo, es placer y esa depredadora curiosidad y puntillismo documental que derrama en cualquiera de sus libros y columnas periodísticas.

“Alberto Durero y Rembrandt son dos artistas superlativos que te obligan a manejar documentación muy especializada sobre las técnicas del grabado en madera, al buril o al aguafuerte en Núremberg o la sociología del retrato corporativo en Ámsterdam. Y no me supone ningún problema pasar de lo uno a lo otro. Cada cosa tiene su contexto, su propia dimensión, y lo que Matías cuenta en su libro forma parte de mi vida y de la de mucha gente e incluso contribuyó decisivamente a cambiar un país en su día a día, en las vivencias más cotidianas. Eso es lo que he intentado hacer también con las pinturas del Museo del Prado en mi último libro, 'La vida secreta de los cuadros', donde sigo la pista a detalles aparentemente insignificantes, para terminar caracterizando toda una época”.

No calificaría uno a Agustín de “fénix de los ingenios”, porque se me acusaría de hiperbólico y de extenderle una babosa alfombra de sospechosos, si no ridículos, lengüetazos halagadores, y, además, porque esa etiqueta ya está pillada; pero sí afirmo sin rubor alguno que el escritor nacido en la provincia de Salamanca, criado en Logroño y asentado en Zaragoza desde sus estudios universitarios es un enorme blasón de cultura e inteligencia que hacen grandes las letras aragonesas y nacionales, lo que no es descubrir nada porque ahí están sus libros, su prestigiosa docencia o los numerosos premios recibidos para corroborarlo (pregunten a San Google, si no). Así que cómo no sentirme honrado con sus palabras y su tiempo para escudriñar mi libro sobre La Movida de la forma tan minuciosa y acertada con que lo ha hecho. Impagable. Miles de gracias.

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