Blog La voz de mi amo

por Matías Uribe

SE CUMPLEN 40 AÑOS 

El kilómetro cero de La Movida zaragozana

Cuatro décadas, por estas fechas, del I Concurso de Pop Rock Ciudad de Zaragoza, el inicio, en 1982, de un fructuoso camino que trajo al panorama musical local y nacional los nombres de Héroes del Silencio, Distrito 14, Más Birras o Gabriel Sopeña

Rebel Waltz en 1982 con Bunbury tocando la batería
Rebel Waltz en 1982 con Bunbury tocando la batería
Archivo de Matías Uribe

Inicios de los ochenta: esto era un auténtico erial musical. Dos o tres grupos tratando de sacar la cabeza del agua, ningún local específico para actuaciones, un primer disparo de optimismo y esperanza, Bawlers, que luego fue inocuo disparo de pólvora; un grupo de raro apaño surgido de las aguas ya veteranas de los cantautores y del jazz, Curroplastic, y un pequeño sello independiente, Cara 2, peleando para difundir los singles que grabaron Alta Sociedad o Golden Zippers. No más.

Pero soplaban en la radio, en las revistas y periódicos los ecos lejanos del punk y de la nueva ola británica y estos hicieron mella en los subterráneos musicales de la ciudad. De repente, la ácrata e inolvidable revista en papel (aunque afortunadamente aún existe en digital), El Pollo Urbano dio la voz de alarma: ¡hay grupos en Zaragoza! En las alcantarillas, pero los había. La revista, dirigida por el no menos ácrata y divertido Dionisio Sánchez publicaba en el verano del 82 un extenso reportaje con todos los grupos alcantarilleros de la ciudad: Master, Makinaria de Suspiros, Adoquines, Cloacas Callejeras, Aborígenes del Cemento, Red, Cadáveres Aterciopelados, El Asombro de la Plaza… eran algunos de ellos. Increíble. ¿Quién los conocía? ¿Dónde estaban?

No tardaríamos en conocer a alguno de ellos. El Ayuntamiento, quizá, aludido por aquel reportaje y por frases de las chicas de Cloacas Callejeras “los del Ayuntamiento son unos hijos de puta”, en alusión a la nula atención que le dedicaban al rock—, y dejándose los técnicos culturales llevar por la moda de los concursos municipales organizados por los ayuntamientos socialistas de otras ciudades, Madrid a la cabeza, convocaron el I Concurso de Pop Rock Ciudad de Zaragoza.

Y en ello andábamos por estas fechas, ¡hace 40 años!, de finales de septiembre y principios de octubre, asistiendo, en el barrio de Santa Isabel y después en el derruido anfiteatro del Rincón de Goya, que ni tan siquiera se había construido, al germen de todo lo que vino posteriormente en la movida local. Con decir que allí estuvieron gente como Bunbury, tocando la batería en Rebel Waltz, Mauricio Aznar con sus Golden Zippers, Gabriel Sopeña con Ferrobós, Mariano Chueca con Distrito 14 o Doctor Simón y sus enfermos mentales, germen de los posteriores Especialistas, cabe hacerse una idea. También participó, por cierto, Juan Valdivia, pero solo en la preselección: el jurado no clasificó a su grupo Autoservicio y no lo dejó pasar al directo. Él lo entendería y justificaría años después: “¡éramos muy malos!”

Treinta y nueve grupos en total se presentaron a la convocatoria. Los había de todo tipo: heavies, punkies, poperos, rockeros, tecnos, rockabillies… trasluciendo la variedad de estilos que estaba propalando la nueva ola británica y obviamente, los de aquí, trasluciendo el amateurismo y la inmadurez de su imberbe juventud. Algunos de ellos, o bastantes, se habían formado incluso raudamente para la ocasión. Guardo como oro en paño todas las grabaciones de aquellos grupos: en mi casa, Agustín Sánchez Vidal, Javier Losilla y yo, designados por Festejos como tribunal, nos reunimos para oír las casetes con cuatro canciones que los 39 grupos presentaron y a continuación hacer la correspondiente selección de los 24 que tuvieron luz verde al escenario. No debió ir mal: nadie nos guillotinó ni nos insultó.

Los días 24, 25 y 26 de septiembre de aquel año 82, los 24 compitieron en directo en un destartalado local de la Casa de Cultura del barrio de Santa Isabel y, luego, los doce finalistas — Golden Zippers, Ferrobós, Aborígenes del Cemento, Parkinson, Cadáveres Aterciopelados, Brasa, Acolla, Géiser, Doctor Simón y Distrito 14— dirimieron el premio, en una doble sesión de sábado y domingo, los días 3 y 4 de octubre, a seis grupos por día, en el Anfiteatro del Rincón de Goya, antes de su remodelación, para lo cual el ayuntamiento improvisó un escenario casero con cuatro maderas a los pies de la ladera verde del Rincón de Goya y allí subieron los finalistas a tocar mientras el público los escuchábamos refrescando el trasero sobre la hierba. Bucólico, como el cuadro de Manet Desayuno sobre la hierba, pero en formato rockero.

Finalmente, tras larga sesión del jurado, a la que se unió el prestigioso crítico musical madrileño de El País, José Manuel Costa, hubo dos ganadores empatados: Ferrobós y Doctor Simón (por cierto, nota al margen: nada que ver con el polémico doctor de la pandemia del 2020, que alguno me ha preguntado). Los dos premiados, en principio, iban a recibir la posibilidad de grabar un LP compartido, pero luego se decidió conmutar el premio por el equivalente de la grabación en material de sonido, así como 45.000 pesetas, premio que se hizo esperar no pocos meses, con el consiguiente enfado y polémica de los premiados. Pero en fin…

Lo importante: no cayó en saco roto aquella convocatoria municipal. La ciudad despertó en superficie al rock y todas sus variantes, nacieron salas para actuaciones como El Plató, se multiplicaron los bares musicales con pequeñas tarimas para actuar, emergieron más grupos, se consolidaron algunos de los nacientes… y se preparó el camino a la fructuosa Muestra del 84. Zaragoza había entrado en la modernidad y en la agitación juvenil de los 80. Todo empezaba en aquel kilómetro cero que fue el I Concurso de Pop Rock Ciudad de Zaragoza. No conviene olvidar el pasado, y más cuando su incidencia se hace notar en el futuro, cual fue el caso.

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