¡Paren el mundo que me quiero bajar!

Cuantas veces habremos escuchado o dicho esta frase, medio en broma y muchas en serio, en función de las propias vivencias ¡Y anda que no hay motivos hoy, como para repetirla varias veces!

¡Paren el mundo...!
¡Paren el mundo...!
Profesor Bogdanich | Carlos Bogdanich

Cuantas veces habremos escuchado o dicho esta frase, medio en broma y muchas en serio, en función de las propias vivencias ¡Y anda que no hay motivos hoy, como para repetirla varias veces!...

¿Pero nos hemos planteado qué sucedería en realidad si eso ocurriese, si el mundo se parase en un "chasquido" de dedos?... Indudablemente que es una forma de fantasear, las Leyes cósmicas tiene más criterio y sentido común, que el resto de los mortales, pero qué pasaría si ello ocurriese. Los cambios en la superficie serían catastróficos para la vida en cualquiera de sus formas. La cara de la Tierra que quedara de forma permanente hacia el Sol acabaría convertida en un desierto con temperaturas altísimas e insoportables para la vida, los océanos comenzarían literalmente a hervir levantando gigantescas columnas de vapor de agua. Mientras, la cara oculta, sumida en una total oscuridad, se cubriría de un gran manto de hielo con temperaturas bajísimas. A consecuencia de estas extremas diferencias térmicas entre ambas caras, se producirían violentos vientos huracanados azolando todo el globo, un completo apocalipsis climático.

Y para aquellos que aún creen que podrían defenderse bien abrigados, les recuerdo que, todos los objetos y personas sufrirían un aumento de peso, debido a la ausencia de fuerza centrífuga que proporciona la rotación terrestre. Ni yendo diariamente al gimnasio nos quitarían los kilos de más.

Por eso, a pesar de las dificultades que nos impone la vida de hoy, antes de clamar al cielo ¡Paren el mundo que me quiero bajar!, optemos por aquello de ¡Jesusico de mi vida, que me quede como estoy!

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