Blog La voz de mi amo

por Matías Uribe

una gran cita musical

¡Vámonos al jazz!

Zaragoza celebra en dos tandas de fin de semana su tradicional festival de otoño, con un cartel excelente y muy bien ensamblado, combinando pasado y presente

The Black Art Jazz Collective, un sexteto que preserva la memoria del jazz
The Black Art Jazz Collective, un sexteto que preserva la memoria del jazz
Festival Jazz de Zaragoza

¡Vámonos al jazz! Sí, hace frío otoñal y en casita se está mejor pegado a las plataformas de TV consumiendo en muchos casos series infumables o si no en los bares…, pero merece la pena ponerse el abrigo y meterse unos días en la sala Multiusos. Va a sonar jazz, una música si se quiere minoritaria, a veces difícil de conectar con ella, pero muy reconfortante y cálida cuando se le coge el punto y el gusto. Y más, en  esta edición del festival de Zaragoza, que viene con un cartel de mucha enjundia y categoría.

Aunque fue en octubre —en la noche del 26, en que Cecil Taylor abrió con un concierto rompedor, atrevido, difícil de digerir, marca de la casa— cuando el primer festival de Jazz de Zaragoza arrancó en el lamentablemente fenecido cine Coliseo, ha sido noviembre el mes jazzístico por antonomasia. Y ya estamos en él y con el festival en marcha. Afortunadamente, pese a los años, las dificultades para mantener citas de este género y el daño de la pandemia, este género tan técnico, pero tan emocional vuelve a respirar a pleno pulmón en Zaragoza a través de este notable festival, en su edición número 38.

¡Y de qué manera! Con un cartel tan variado como consistente, de fuste. Con un plantel de nombres, seguramente incógnito para los no muy allegados al género, pero con mucha sustancia en sus entrañas y con nombres rutilantes en el desarrollo de este estilo en el último medio siglo. Ni más ni menos, aquí estarán nombres como los de Kenny Garrett o Dave Weckl; el primero, saxo alto, con un amplísimo currículo al lado de grandes como Duke Ellington o Miles Davis, y el segundo, batería, colega de Chick Corea en su Elektrik Band, amén de un montón de ilustres reuniones con otros colegas y de una vasta producción discográfica propia. Suman otros más nuevos o de menor bagaje, pero también muy sólidos: The Black Art Jazz Collective, Bruce Barth, y Gonzalo Rubalcaba.

Y una de las mayores peculiaridades de esta edición: su variedad, o por mejor decir, su amplia geografía instrumental, con un trompetista, un saxo tenor, un saxo alto, dos pianistas, un batería, un bajista y una ‘reina sonera’ definiendo el cartel.

Ayer ya sonaron las primeras notas del festival, aunque no genuinamente jazzísticas. Nada especial. Desde hace años los festivales del género han abierto compuertas a otras aguas sonoras y han introducido nombres y figuras de estilos ajenos: cuestión de supervivencia y de atracción de nuevos públicos. Fue con Morgan, formación de la que me ocupé en la entrada anterior de este blog. Un grupo de pop y rock, alejado de los cánones del jazz, aunque en el fondo ligado a él con sus cimientos clasicistas. Y, por tanto, muy atinadamente y gozosamente insertado en el cartel: el quinteto madrileño, como ya he significado anteriormente en otros escritos, es la aparición más sugestiva y sólida que en grupo ha ocurrido en el panorama musical español en este milenio. Y está, en consecuencia, perfectamente habilitado para deambular tanto por los escenarios del rock como por los de otros géneros como los del jazz. “Nos hace muchísima ilusión y es un honor compartir cartel en Zaragoza con músicos de tan alto nivel”, me confesó hace poco el quinteto en una entrevista que próximamente daré a conocer en el blog, muy sorprendido el quinteto por esta invitación jazzística, aunque ya tomó parte en el Jazzaldia,

El festival en sí se abre hoy con un duro hueso de roer pero fascinante en su amplia visión musical, una especie de Miles Davis contemporáneo con decenas de ojos y oídos para llevar el jazz a territorios extremos, tan confortables como inquietantes: Ambrose Akinmusire. Vanguardia moderna alentada desde California por un trompetista de padre nigeriano y madre del delta del Misisipi, y calificada de profunda y compleja, calificativos, sin embargo, que él justifica de manera más simple, como “maneras diferentes de mirar la misma imagen”. Grabó su primer álbum en 2008 y, desde entonces, siete discos embaldosan su atrevido camino; el último, recién publicado, con la banda sonora de la serie dramática ‘Blindspotting’, estrenada este año en Starzplay, plataforma poco conocida pero que puede sintonizarse en España. Es uno de los jazzistas más notables de la actualidad. Se le oirá en cuarteto.

Mañana las aguas jazzeras toman su camino, por así decir, más clásico y tradicional, no en vano The Black Art Jazz Collective, en formato de sexteto, tiene como objetivo la preservación de los sonidos más genuinos del género, la glorificación del tiempo pasado, deteniéndose especialmente en el hard bop y en la fusión jazz-rock de los setenta, con Miles Davis, Wayne Shorter, Coltrane o Herbie Hancock en la mochila. Seis músicos asentados en Nueva York y bien curtidos, tras su paso como sidemen de figuras notables —Tom Harrell, Bobby Hutcherson, Kenny Barron, Wayne Shorter o Ron Carter— y con tres álbumes, desde 2016 a hoy, configurando un trabajo discográfico virtuoso e impulsivo, altamente recomendable.

Y para finalizar esta primera tanda del festival, el domingo 21, turno para una de las figuras más conocidas del cartel: Kenny Garrett, saxofonista alto de Detroit, con un currículo forjado al lado de grandes glorias, desde Duke Ellington a Thad Jones, Donald Byrd, Freddie Hubbard, Woody Shaw, Art Blakey & The Jazz Messengers o Miles Davis, es decir, artífice y testigo de cuatro décadas de rutilante historia del jazz. Pero no solo en compañía de estas leyendas o tomando parte en aquel all star que fue The Five Peace Band, junto a Chick Corea o John MacLauglin, con los que ganó el Grammy al mejor álbum de jazz de 2009, sino consolidando una carrera con banda propia y una extensa discografía que ya alcanza casi la veintena de álbumes. Sound Of Ancestor, el último y casi recién salido del horno, aun con temas todos propios, es un magnífico tributo a toda esa historia y a sus ancestros.

El pianista de Pasadena Bruce Barth abrirá el viernes 26 la segunda tanda del festival con un jazz enraizado también en el clasicismo y ejecutado con una limpieza y melodismo notables. Un todoterreno que lo mismo produce que compone, toca junto a otros artistas, ejercita la docencia, hace de director musical (caso de Tony Bennet)… y, por supuesto, desarrolla su propia carrera en solitario. Desde 1993 hasta hoy ha editado catorce discos de gran atractivo y finura, con curiosas desviaciones psicodélicas hacia sus queridos Grateful Dead, pero manteniendo siempre su toque delicado y limpio a lo Oscar Peterson, como lo dejó bien explícito aquel álbum grabado en directo en 2002 en el mítico Village Vanguard.

A continuación, el sábado 27, cambio de color con la explosión caribeña de Gonzalo Rubalcaba, que deja de lado su lado más clásico a lo Art Tatum y bajo el paraguas de sus descubridor Dizzy Gillespie, para en Zaragoza continuar su unión artística con la denominada ‘sonera del mundo’, Aymée Nuviola en busca del desenfreno tropical de su Habana nativa, tal y como dejaron plasmado en su álbum Viento y tiempo (2020) grabado en el Blue Note de Tokyo.

Y ya definitivamente, el domingo 28 un cierre de lujo con el batería Dave Weckl y el bajista Tom Kennedy. Los más veteranos recordarán probablemente al primero formando parte de la Elektrik Band, una resurrección en cierta forma por parte de Chick Corea de una de las tres bandas mayores de fusión y rock, junto a Weather Report y la Mahavishnu, como fue el Return To Forever. Tom Kennedy, por su parte, ha lucido su contrabajo en multitud de trabajos junto a figuras también de gran talla en tanto que su media docena de discos en solitario, uno de ellos grabado en Japón y con títulos en japonés, rezuma ecos pasados. El último, de este mismo año, Stories, grabado, por cierto, junto a Dave Weckl, da fe de ello.

O sea, un baño de jazz moderno setentero, de jazz-rock de aquella época, que ambos aún mantienen caliente y que será un buen broche para el festival e irse a casa calentito.

Sí, con dos incorporaciones en el papel de teloneros del quinteto navarro-aragonés de Guillermo M. García y el trío de la cantante gallega Terela, el jazz va a respirar profundamente en estos fríos días de Zaragoza. ¡Vámonos a la Multiusos a buscar el calorcito del jazz!

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