Blog La voz de mi amo

por Matías Uribe

aniversario fundacional

Una gran exposición para conmemorar los 40 años del Rock-Ola madrileño

El santuario de la modernidad madrileña no solo fue una plataforma musical y estética, sino que tuvo una impactante proyección en el resto del país, alentando, por ejemplo, en Zaragoza la creación de salas como El Plató, el KWM, la Metro o En Bruto

Almodovar
Fabio MacNamara, Almódovar, José María Rey y Jesús Ordovás en el Rock-Ola
Archivo Lorenzo Rodríguez

De templo a templo. De uno pagano a otro sagrado. Del mítico Rock-Ola, santuario de la modernidad de la España de los 80, a la iglesia de San Lorenzo de Úbeda, monumento del siglo XVI, rescatado de la ruina, y ahora recinto cultural. ¿Y cómo y por qué este, digamos, insólito itinerario musical de Madrid a Úbeda, de un lugar mundano a otro religioso?

Muy simple: porque en la hermosa e histórica localidad jienense, en 1954, nació Lorenzo Rodríguez, el impulsor esencial y director del Rock-Ola entre 1981 y 1984, y a la vez persona muy conocida en la capital madrileña por su trabajo directivo en no pocas salas musicales de alto rango, desde El Jardín y el Marquee a, posteriormente al Rock-Ola, las salas Autopsia, Astoria y Universal . Lo que unido a otro factor generativo —la existencia en Úbeda del colectivo cultural Peor para el Sol y la Fundación Huerta de San Antonio, entidad, sin ánimo de lucro, responsable de la rehabilitación de la mentada iglesia de San Lorenzo— ha perfilado una magnífica exposición dedicada al Rock-Ola (1981-1985) en el año de su cuarenta aniversario y lo que supuso para la música y, por elevación, a la cultura popular española de los 80, aún latente en el tiempo actual. “Lorenzo Rodríguez, 40 años del Rock-Ola” es el título con el que se ha bautizado y bien  bautizada esta interesante exposición. 

cartel
Lorenzo Rodríguez junto al cartel de la exposición dedicada merecidamente a él y al Rock-Ola
Marcelo Góngora

No en vano de aquella “universidad donde lo aprendí todo”, como ha confesado Almodóvar, y ubicada en la madrileña calle Xifré, salieron modas vestimentales, nuevas estéticas y nuevas actitudes juveniles que se propagaron como reguero de pólvora por toda España en los primerísimos 80, al socaire de los nuevos vientos que soplaban desde Inglaterra con la irrupción del punk y la nueva ola. A la vez, fue también determinante para el nacimiento en diversas ciudades españolas de salas de este tipo, destinadas a albergar a los grupos más actuales. En Zaragoza, por ejemplo, El Plató, KWM, Metro, En Bruto… 

Por Rock-Ola pasaron no pocos grupos británicos aún en formación, como quien dice, adelantados a su tiempo, que luego explotaron en el firmamento musical, desde Spandau Ballet a Iggy Pop, Classix Nouveaux, Simple Minds, Depeche Mode, Echo And The Bunnymen, Killing Joke, Siouxsie And The Banshees, The Stranglers o The Damned. Y no digamos, prácticamente todos los integrantes de la denominada Movida: Nacha Pop, Alaska y los Pegamoides, Aviador Dro, Los Secretos, Mamá, Radio Futura, Las Chinas, Ejecutivos Agresivos, Loquillo, Gabinete Caligari, Parálisis Permanente, Siniestro Total, Dinarama, Derribos Arias, Décima Víctima, Los Elegantes, Los Coyotes, Glutamato Ye-Yé, Malevaje, Danza Invisible… y hasta alguno fuera de ella, como Burning, y más curioso aún, el mismo Sabina, que, en principio, antes de ser cantautor urbano, ¡qué curioso!, quiso ser rockero. Y qué mejor valedor para él que su paisano ubetense Lorenzo Rodríguez. El mismo Antonio Banderas le hizo coros. 

Clasic Nouveaux en Rock-Ola
Classix Nouveaux en Rock-Ola
Archivo Lorenzo Rodríguez

Esta presencia sabiniana era el símbolo de otra de las características de la sala, y al parecer también de su éxito: la mezcolanza de público y personajes y grupos de todo tipo, desde políticos a periodistas, pintores, actores y todo tipo de creadores que dieron origen a La Movida. “Una especie de Arca de Noé”, como ha recordado estos días Fabio McNamara. “La mezcla de rockeros, rockabillys, mods, punk, tecnos, nuevos románticos, todos apiñados y encantados, era algo bíblico. Parecía como si en el exterior estuviera el diluvio universal y lo de dentro sirviera para perpetuar la especie”. 

Fachada del Rock-Ola, ubicada en la calle Xifré de Madrid
Fachada del Rock-Ola, ubicada en la calle Xifré de Madrid
ilove80s

Lorenzo, cual Diógenes acaparador, o seguramente porque era consciente de que aquello iba a hacer historia, fue recogiendo todo lo que hacía referencia a la sala, desde carteles a octavillas, fotos, recortes de prensa… Y todo ello es hoy la base de la gran exposición abierta el pasado 28 de agosto en Úbeda y que se quiere poner en itinerancia una vez que se cierre en la localidad ubetense el próximo día 1 de noviembre, después de una prórroga por el éxito cosechado (estaba previsto el cierre para el 12 de octubre). Madrid, Barcelona… y también Zaragoza están en el punto de mira y parada de esta gran tarjeta postal de lo que fue aquel microcosmos madrileño en los 80 y el impacto que tuvo sobre el resto del país

imagen de varios paneles de la exposición
imagen de varios paneles de la exposición
Marcelo Góngora

Dejo la palabra directamente a su fundador y director, Lorenzo Rodríguez, que con amabilidad supina se ha prestado a responder mis preguntas y, por tanto, a remover sus recuerdos de testigo excepcional de un tiempo y de un lugar tan trascendente en la cultura popular de aquel momento y en años posteriores. Lugar, por cierto, que personalmente visité en 1983 y del que tracé una semblanza en el Suplemento Semanal del Heraldo, contando con la exquisita atención de Lorenzo y de uno de sus ayudantes de primer nivel, Magín Perandones. 

Lorenzo Rodríguez ante uno de los vistosos paneles de la exposición
Lorenzo Rodríguez ante uno de los vistosos paneles de la exposición
Marcelo Góngora

¿Cómo un funcionario del Ministerio de Defensa se metió en aquel lío ‘universal’?

Yo era personal civil, no militar, categoría laboral administrativo, pero sí en el Ministerio de Defensa. El horario de funcionario me permitía tener libres las tardes y eso significaba que podía ir habitualmente de discotecas, bares y club musicales. En los años 70, en Madrid, el 42, Stone, M&M, La Vaquería, El Limbo, Vía Láctea, Susie Q, y fundamentalmente el Pentagrama. En este último fue donde coincidíamos los que estuvimos implicados en el Rock-Ola, y anteriormente en la Sala El Jardín y el Marquee. Paco Martín y Pepo Perandones, que eran DJ’s del 42, estaban por allí; del Liceo Francés, Mario Armero (Revólver en Onda 2) y yo.

¿Rock Ola ya nació con la idea específica de albergar a aquellos grupos nuevos de Madrid o la idea se modeló sobre la marcha?

La Sala Rock-Ola fue el resultado de la nueva situación de la sociedad española en todo orden de cosas. En el caso nuestro, la música y otros rollos de alrededor; fue el siguiente paso después de nuestra experiencia en las salas El Jardín y Marquee, ambos del mismo propietario que el Rock-Ola, el francés Jorge González Belier. La explosión del punk y la new wave, nos dio en toda la cara a un grupo de aficionados que estábamos hastiados del rock de dinosaurios que se había instalado en aquellos años. La fuerza de las nuevas FM en Madrid, fundamentalmente Radio Popular FM (Disco Grande, Julio Ruiz) y Onda 2 (Dinamita, Rafael Abitbol, Revólver, ya mencionado de Armero, Dominó de Gonzalo Garrido), que difundían las maquetas de los grupos emergentes, hizo el resto.

La mitificación del lugar, acrecentada por los años, ¿tapa lo que en realidad fue aquello? ¿Algo más modesto y menos decisivo de lo que ahora se cuenta?

Yo creo que lo que allí aconteció fue espectacular. Por un lado, dio dimensión a todos los extraordinarios grupos nacionales de pop y rock, que surgieron y que, en algunos casos, aún siguen en todo lo alto. Como ejemplos, Radio Futura, Nacha Pop, Gabinete Caligari, Los Secretos, Alaska, etc… y, por otro lado, el conseguir que los grupos que triunfaban en Inglaterra estuvieran a un palmo y a unos días en su presentación en Rock-Ola. El público no daba crédito, pero ocurrió. Spandau Ballet, Depeche Mode, Simple Minds, Echo & The Bunnymen, Siouxie and the Banshees, y un largo etcétera, actuaron en el mismo momento en que estaban triunfando internacionalmente.

Para dirigir un lugar como aquel, hay como un patrón de capitán de barco altivo, casi agresivo, inaccesible, duro y, por supuesto, vestido a la manera… Tú escapabas de este patrón. De hecho, una de las apreciaciones que se repiten en los textos de la exposición era tu amabilidad y buen temple, como yo mismo pude comprobar. ¿Cómo se podía capear aquel temporal de gentes de pelajes tan distintos y rompedores con aquel sereno talante tuyo?

Pues no sabría responder. Siempre he intentado ser lo más honesto posible. Pero me viene al pelo que mi situación laboral de funcionario por la mañana hacía que no me pudiera quedar a apurar las últimas horas de la noche y caer en las tentaciones correspondientes. Siempre cuento que, hacia 1980, me fumé un par de porros, que me sentaron tal mal que aborrecí las drogas para toda mi vida y eso, sin duda, me ayudó a la gestión de la sala y las que dirigí a posteriori.

La exposición. Una suerte que guardaras todo aquel material. ¿Qué es lo más interesante y, en definitiva, en qué consiste?

Lo mejor de la colección es ver cómo los carteles no han perdido nada de actualidad y rigor. Son tan coloristas y tan extraordinaria la labor de los cartelistas, la mayoría de autoría de Pepo Perandones, mi adjunto en casi toda mi singladura musical, que uno se queda absolutamente ensimismado en su contemplación, como está ocurriendo en la exposición. Está compuesta por treinta carteles originales tamaño 70x100 cm., la mayoría de autoría de Pepo Perandones, como he señalado, dos collages de 100x300 cm. con más de 150 fotografías del fotógrafo Miguel Trillo, reputado fotógrafo especializado en la cultura juvenil y la moda callejera, con obra expuesta en los principales museos y galerías españolas, uno de conciertos de la sala y otro del público asistente a los mismos, y otros cinco collages, dedicados a fotografías del equipo directivo, recortes de prensa, etc… 

Uno de los espacios del antiguo templo ahora dedicados a la exposición
Uno de los espacios del antiguo templo ahora dedicados a la exposición
Marcelo Góngora

Resulta algo extraño que se haya rendido tributo a ti y al Rock-Ola desde Úbeda y no desde Madrid…

El motivo viene dado, y esto no tiene mérito alguno, aunque la exposición sí que se merece el que se esté realizando, por el hecho de que yo soy natural de Úbeda, pero hay que explicar el motivo. Dos entidades privadas de Úbeda, la primera La Fundación Huerta de San Antonio gestiona la Iglesia de San Lorenzo. Esta Fundación ha recuperado para la cultura esta antigua iglesia que estaba abandonada y en este sitio mágico se está celebrando la muestra. La otra entidad, es el Colectivo Peor para el Sol, que desde hace años está celebrando el certamen de Canción de autor “Sabina por aquí. Joaquín Sabina (Úbeda 1949)”. Este año se está celebrando el VII concurso y, dentro del mismo, rinden homenaje a un ubetense que, según el colectivo, haya destacado por su singularidad profesional, y este año me rinden un inmerecido homenaje por mis años de director de la Sala Rock-Ola con motivo de los 40 años de inauguración de la Sala.

Va a ser itinerante, parece. ¿Se prevé que acuda a más ciudades que Madrid o Barcelona, como has dicho en Onda Cero?

La recepción de la exposición, tanto por el público ubetense como de otras partes de España, así como la recepción a través de las redes sociales, visionados en YouTube, etc… está siendo extraordinaria, de lo que me siento muy honrado y agradecido. La exposición tenía fecha de finalización el 12 de octubre, pero, gracias al éxito que está obteniendo, los organizadores han ampliado el plazo de la misma hasta el 2 de noviembre de este año. Asimismo, estamos buscando, ante el éxito obtenido, y como dices en la pregunta, el moverla al mayor número de ciudades de España, para dar cuenta de lo que fuimos, de lo que hicimos y de lo que somos. Sería estupendo el poder presentarla en Aragón.

¿Qué fue lo más notable que engendró aquel local para que 40 años después siga siendo un lugar ya tan de culto?

Que sin duda fue el primer club de rock del estado español. La innovación de sus propuestas, la osadía, frescura y rabiosa actualidad de los grupos internacionales, los eventos de un gran abanico cultural que se realizaron y el respeto entre todas las “tribus urbanas” que lo poblaron. La programación de la sala fue espectacular, haciendo una política de club como nunca se había hecho. Foto puerta rock ola

Salida del Rock-Ola
Salida del Rock-Ola
Archivo Lorenzo Rodríguez

¿Palpabas e incluso tenías que pelear contra la circulación de la droga en la sala? ¿O es otro mito más?

Las drogas nunca estuvieron permitidas, como no podía ser de otro modo, pero es verdad que estábamos en unos años donde se estaba descubriendo todo. Nos pilló de sorpresa, tanto a nosotros como a la autoridad.

El sexo obviamente era más oculto, ¿pero no sería también otra exageración?

Se salía de 40 años de franquismo y unos cuantos de prelibertad. Estábamos en los primeros años 80, la gente tenía ganas de vivir y sí que hubo algo de desmadre, pero fue lo normal. Yo no creo que fuera oculto.

De lo que no hubo duda es de que hubo mucho pop y rock…

En eso estamos de acuerdo. Maravillosos años. Qué gozada de club, de emisoras de FM. Todos “Bailando en las calles”.

¿Tuvo que llegar la democracia para hacer posible este lugar? ¿Fue un símbolo de aquella nueva España de los 80?

Sin duda. Las ganas de vivir, de ser felices, de disfrutar, de ser hedonistas… todo se juntó. Fuimos muy felices en aquellos años. Los mejores de nuestra vida.

No te esperabas esta reacción tan cariñosa hacia ti y hacia Rock-Ola, cuarenta años después. ¿Te sientes ruborizado, reconfortado?

Muy reconfortado y querido por cientos de amigos que lo vivieron y que lo pueden contar. Por lo que fuimos y por lo que somos. Arriba los corazones. Por siempre jóvenes.

Llama la atención que, sin rubor alguno, 40 años después, hayas declarado que allí se servía garrafón a tope… Los más quisquillosos, por no decirlo más crudamente, dirán que es el símbolo de la mentira de aquella Movida y de aquella sala… ¿Cuánto de verdad y cuánto de invención piensas que ha habido alrededor de la sala y por extensión a la famosa Movida, tan ensalzada como vituperada?

Yo, “simplemente era el director”. Había un propietario que era de una cultura totalmente opuesta a la nuestra. Nosotros sabíamos que había garrafón, pero no había modo de luchar contra ello. Lo que sí ocurría es que la venta de cerveza, que no se podía adulterar, se disparó. El garrafón fue un mal endémico en la práctica totalidad de salas y discotecas de aquellos años. Yo no tengo más que palabras y buenos recuerdos de aquellos años, tanto como profesional que lo viví como aficionado que lo gocé.

Tu vida en este campo no acabó ni empezó en Rock-Ola. Hubo un breve periodo para la sala Universal, que tú también dirigiste, y que Miguel Ríos, su impulsor, ha tildado de fracaso y arrepentimiento. ¿Qué ocurrió? Hasta acogió, por cierto, una expedición musical de Zaragoza para promover, de la mano del Ayuntamiento, la música zaragozana con Los Enfermos Mentales. No acudió, ¡ay!, ni un solo periodista madrileño…

La primera Sala Universal, que es a la que te refieres (luego hubo un largo recorrido de Universal: Universal Club, Universal Sur, Universal Aqualung y Universal Bahía), fue en la que el querido Miguel Ríos invirtió su salud y su dinero en cantidades muy notables. Miguel lo dice con razón, porque fue un continuo quebradero de cabeza por problemas de vecinos, pero Miguel está muy orgulloso de la programación que en aquellos tres años, de 1986 a 1989, se desarrolló en la misma. Como muestra: Eric Burdon, Graham Parker, Roger McGuinn, Dr. Feelgood, Ron Wood & Bo Diddley, Curtis Mayfield… y sonadísimas presentaciones de cuatro días seguidos de Radio Futura o El Último de la Fila. La presentación de Los Enfermos Mentales, que recuerdas, el jueves 24 de abril de 1986, fue una pena la poca implicación de la prensa de Madrid, a pesar de la gran campaña que desde Aragón se hizo. 

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