Blog La voz de mi amo

por Matías Uribe

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El cuarto vuelo de The Black Crowes

Los ‘cuervos negros’ regresan de nuevo con una larga gira veraniega, conmemorando el trigésimo aniversario de su álbum de debut, que ahora acaba de reeditar Universal en un triple CD. Hace 26 años batieron sus alas sobre Zaragoza.

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Chris Robinson, cantante de The Black Crowes, durante el concierto de la banda estadounidense en el Rincón de Goya, el 20 de julio de 1995
Archivo HA

Menudo suspiro de alivio. ¡El rock clásico no se había ido! Tras unos años ochenta tomados por los más diversos géneros —desde la new wave a los nuevos románticos, el tecno, el punk, el rockabilly, el garage, la neosicodelia…—, de exclusión del ‘rock clásico’, en los mismísimos inicios de los 90 llegaba un grupo que encendía de nuevo la llama sagrada del hard-rock, del rock stoniano, de la psicodelia rockera de la Costa Oeste…, en definitiva, de aquel rock añejo que durante años alimentó la música pop de los 60-70. Increíble. Inesperado vuelo en plenos inicios del indie y de un panorama poco propicio para los guitarreos y el blues-rock. Pero sí, los cuervos negros, o sea, The Black Crowes, le metieron un gran picotazo a aquel género amamantado por los Rollig Stones, la Allman Brothers, Humble Pie, Led Zeppelin, Free, Faces, Grateful Dead y decenas más de rockeros en toda su extensión y devolvieron la esperanza y las ilusiones. 

No parecía tarea creíble, o de larga permanencia, y mucho menos de gran eco en la hornada de jóvenes de los noventa, máxime cuando a la vuelta de la esquina estaban apostados el indie, el trip-hop, la electrónica, el Brit Pop y otras moderneces del momento, antagónicas a las razias guitarreras. Mas los cuervos, a saber, el quinteto presidido por los hermanos Chris Robinson y Rich Robinson, encendieron el viejo faro del pasado a través de su álbum de debut, Shake Your Money Maker (1990), e impactaron, no solo rescatando sonidos de antaño, sino uniendo generaciones de padres e hijos.

De ello se cumplen ahora 30 años. En realidad, 31, toda vez que el LP se publicó en Estados Unidos en 1990, si bien a España llegó con un año de retraso, a finales del 91. Servidor lo recibía así en la página de discos del Heraldo, con la brevedad y concisión que exigía el espacio:

Black Crowes disco.
Black Crowes disco.
M.U.

Con motivo de su cuarto retorno —para el que hay programada una larga gira americana durante el próximo verano— y de estas tres décadas que acaba de cumplir el álbum, Universal acaba de despachar un cuádruple vinilo y un triple CD conmemorativo que, si hay algo que resaltar, no es el rescate de piezas inéditas o la adición de un vibrante concierto de 1990, que también, sino, básicamente, lo bien y fresco que sigue sonando el canto de los cuervos, pese a lo que ha evolucionado la música desde entonces. Pero atengámonos estrictamente al contenido de esta reedición: en el primer cedé, el disco original remasterizado; en el segundo, la inclusión de cinco piezas inéditas, dicho sea, el primer single del grupo, Charmin Mess, que no tuvo hueco en el LP, dos versiones de Lennon y Humble Pie, dos maquetas de cuando se llamaban todavía Mr. Crowe’s Garden y, además, versiones acústicas o remezcladas de varias piezas; y, finalmente, un concierto completo, volcánico, celebrado en Atlanta en el mismo años de la edición americana del álbum. Todo bajo el control de los hermanos Robinson y del productor de aquel LP, George Drakoulias. No está mal. Ya se sabe que las discográficas, a falta de grupos y discos que enganchen a los viejos rockeros, escarban en sus catálogos para rentabilizar sus fondos. Lo que es bueno y malo, según el color de cristal con se vean o se oigan estos artefactos. En cualquier caso, un sopapo para despertar jugosamente el pasado y volver a disfrutar de viejos discos y de músicas, pese a todo, imperecederas.

Después de aquel debut, rompiendo previsiones, llegaron dos discos más, con mayor incidencia si cabe entre la gente joven del momento y en las listas: The Suthern Harmony And Musical Company (1992) y Amorica (1994). Y justamente, un año después de este último disco, teníamos a los cuervos batiendo sus alas negras sobre Zaragoza, en concreto en el lamentablemente demolido Anfiteatro del Rincón de Goya, la noche del 20 de julio de 1995. Exitazo: 2.500 personas, es decir, anfiteatro a tope y una celebración litúrgica del rock setentero en todo su esplendor a 2.800 pesetas la entrada. Así lo conté:

Recorte de la crónica del concierto de Black Crowes.
Recorte de la crónica del concierto de Black Crowes.
M. U.

¿Quién estuvo por allí? ¿Quién recuerda con frescura aquel concierto? ¿Está vigente todavía el sonido de los Crowes y, por ende, el de sus padres putativos? Se admiten opiniones de todo tipo aquí o en Facebook.

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