Blog Cuarta dimensión

por Carlos Bogdanich

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La historia de la validez de un medicamento

Nos tenemos que remontar al año 1747, donde el médico James Lind fue el precursor de lo que hoy conocemos como 'experimentación clínica'.

Debemos agradecer la preocupación de James Lind por la resolución experimental.
Debemos agradecer la preocupación de James Lind por la resolución experimental.
Pixabay

(Dedicado 'in memoriam' a mi gran amigo Dr. Juan Antonio Abascal Ruiz)

No hay nada como hurgar en la Historia y descubrir los primeros pasos de cada cosa, el "caldo primigenio" que a la postre se vuelve trascendental, y que glorifica a las mentes pensantes.

De toda la vida, antes de comercializar un medicamento y una vez demostrado con pruebas farmacológicas y analíticas que hayan demostrado la completa inocuidad, así como su efecto terapéutico buscado, se procede a su uso en los humanos. Esto también conlleva a una experiencia en grupos de enfermos voluntarios donde se ensaya. A la vista de los resultados, un equipo de médicos recomienda o no su utilización. Todos estos pasos son los que se conocen actualmente como 'experiencia clínica' ¿pero cuándo y cómo nace dicha experiencia?...

Nos tenemos que remontar al año 1747, donde el médico James Lind fue el precursor de lo que hoy conocemos como 'experimentación clínica'. Dicho médico, encuadrado en la Marina inglesa, se preocupó por los problemas de salud que tenían los hombres de mar. Hizo hincapié en el 'escorbuto', enfermedad producida por la carencia de la vitamina C que empobrece la sangre, flagelo muy marcado en los marineros que hacían largas travesías en barco.

Pero analicemos el original procedimiento, para su tiempo, que realizó el galeno... Él llegó a la conclusión que los cítricos curaban la avitaminosis causante del escorbuto, intentó determinar si existía un tratamiento efectivo, para ello, escogió 12 marinos enfermos graves de escorbuto, planteando la experiencia de la siguiente manera: organizó 6 grupos de 2 enfermos, denominándolos grupo A, B, C, D, E y F; estableció para ellos un tratamiento distinto para cada grupo. Al grupo A 1/4 de galón de sidra, al grupo B 25 gotas de elixir de vitriolo en agua, al grupo C 2 cucharadas de vinagre tres veces al día, al grupo D media pinta de agua de mar, al grupo E dos naranjas y un limón, y al F un electuario (preparación farmacéutica de varios ingredientes, casi siempre vegetales) de ajo, mostaza y bálsamo del Perú...

De todos los grupos tratados sólo sobrevivieron los del grupo E, el resto, lamentablemente, murieron. Lind concluyó que estos frutos contenían los componentes necesarios para evitar la fatal enfermedad, comprobándose posteriormente las vitaminas en dichos cítricos. En la actualidad los ensayos clínicos se realizan de forma mucho más controlada, eso es de esperar, y con gran amplitud de medios y sobre todo sobre un número mayor de enfermos; sin embargo, en la experiencia del comandante James Lind (1716 - 1794) debemos agradecer la lógica de un hombre preocupado por la resolución experimental y sus beneficios hacia la humanidad, y con una carente posibilidad de medios de su tiempo.

Hoy, la medicina, la ciencia y la tecnología han avanzado mucho, pero de nada servirían, sin el espíritu emprendedor de esas almas humanas que cuidan de todos.

En nuestro recuerdo James Lind, en nuestros corazones Juan Antonio Abascal.

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