la voz de mi amo

La crónica de la pandemia, según Curro Fatás

Entre la burla y el cabreo, el cantante de Puturrú de Fuá recupera su humor cítrico a través de tres vídeos sobre la ‘peste moderna’

Cultura
Curro Fatás en una reciente imagen tomada en el Castillo de Añón donde trabaja en la gerencia.
César Casanova

A ver (empleando una sobada y cansina muletilla de los últimos tiempos), no seré yo quien corra a una taquilla o haga fila ante una tienda de discos para comprar un tique o el último LP de Curro Fatás. En realidad, no lo he hecho nunca, ni cometería semejante acto de pseudo holliganismo ante cualquier gran figura mundial. O sea, que Curro no está en mi devocionario musical, pero aprecio mucho su labor en tantos campos, especialmente en el del humor para reinterpretar la vida burlonamente, colocando ante el espejo las anomalías de esta perra vida, y me alegra sobremanera verle en la contraportada del Heraldo ejerciendo algo tan sano y tan consustancial en él como es la crítica satírica, poniendo en este caso en solfa, y nunca mejor dicho, esta peste moderna que azota el planeta, la del coronavirus; es decir, borboteando su ilusión de siempre y agarrándose a uno de sus principios morales y personales: no cerrar la boca ante las averías de la sociedad, el poder, la historia y la misma divinidad y sus azotes. “Quedarse callado es lo último que hay que hacer”, sentencia en la entrevista aludida.

Carácter trasgresor, libertino, cítrico, sardónico, peristáltico…, Curro es una de esas brillantes y humoradas figuras revolvedoras, más que activistas, que ha producido el Aragón cultural contemporáneo junto a nombres como los de Dionisio Sánchez, Arrudi, Juako Malavirgen o los de Oregón TV. Un ser humano entrañable, con vinagre en las venas para reírse de todo sin veneno y mala baba, pero incisivo y aun, con la sonrisa en la boca, ser él mismo “un pequeño aguijón que escuece”, según me confesó en una de las varias y divertidas entrevistas que le hice en los 80. No se me irá nunca de la memoria ‘el pollo’ que montó en la fiesta del PSA en San Juan de Mozarrifar, en aquellos pretéritos tiempos de la recién nacida Transición, en las vísperas de las elecciones del 77, una época en la que todo era nuevo y creíble, justo y necesario. Curro, envuelto en una sábana blanca y portando una vela, si mal no recuerdo, era el adalid de una larga procesión que paseaba entre el público entonando cánticos demoniacos y apocalípticos, invocando al arrepentimiento como aquellos procesionarios de Bergman en 'El séptimo sello'. Tan histriónico como sobrecogedor. Nunca la ciudad, al menos en aquellos tiempos, había conocido sátira y provocación mayor. El Patito Feo era el nombre de guerra de todos aquellos revolvedores o “más herejes que Unamuno”, como luego los tildaría el inolvidable (no digo maestro, que lo era, pero no le gustaba que así lo calificasen) Joaquín Aranda en una excepcional crónica de una de sus actuaciones en el Principal.

De allí, a Puturrú de Fuá, grupo con el que publicó su primer LP en 1978. Luego, tras un paréntesis, que a Curro le sirvió para encarnar el papel de cantante pop pinturero en la Curroplastic, de nuevo los Puturrú caminaron a la playa del cachondeo y la caricatura social y desde allí subieron a las montañas del éxito nacional. Ocurría en 1986, con la edición del tercer LP titulado 'Ni fu ni fua' (Fonomusic). Se llevaron el premio popular a la mejor canción del verano con la archiconocida 'No te olvides la toalla cuando vayas a la playa' y se hincharon de hacer bolos por toda España. Aragón, antes de que los Héroes del Silencio o Amaral lo hicieran, vendía marca musical con un grupo de aquesta guisa: “irónico, satírico, corrosivo, mordaz, peristáltico y tortuoso”, como ellos mismos se definían.

Los Puturrú hace 35 años en la portada del Suplemento Semanal de Heraldo con entrevista de Matías Uribe en su interior
Los Puturrú hace 35 años en la portada del Suplemento Semanal de Heraldo con entrevista de Matías Uribe en su interior
Pedro José Fatás

¿Ellos? En efecto, ellos tres: Curro, Juan Manuel Labordeta (sobrino del Abuelo) y Pepe Gros, tres mentes desquijadas por la locura satírica, combinada con los más diversos géneros musicales, desde el pop al bolero, las sevillanas, la ranchera, el pasodoble, el rock, el reggae, la ópera... La galería de personajes y eventos puestos en la picota por los Puturrú en su densa trayectoria es tan cósmica como desternillante: la perestroika, el PSOE, la Iglesia, el pijerío, el erotismo infantil, la atrofia sexual, el surrealismo, los toros, Sabina, Boyer, Isabel Preysler, el turismo playero, la menstruación de la estatua de La Libertad, el placer femenino, los solterones de Plan, los jeques, la informática, la ecología, las mujeres, las drogas, los evasores, los transplantes… y dos mil ocurrencias más.

Dijo Curro en el 85 que “Puturrú no podría existir sin uno cualquiera de nosotros tres”, y así, cuando llegaron mal dadas, el trío fue desmantelándose y menguando, acortando miembros y nombre hasta batirse en pseudo retirada allá por los finales de los noventa. Desde entonces, Curro seguía, y sigue, ejerciendo los más diversos oficios -ahora está al frente de la gestión del castillo de Añón - pero sin perderle la vista a la música y menos aún al humor (eso nunca). Razón por la que viendo y viviendo estos calamitosos tiempos de pandemia ha vuelto a sacar el aguijón y la sorna, y ha largado tres clips en su canal de Youtube.

Hace dos meses entró en faena a ritmo de rumba sabiniana relatando la génesis y el destrozo del virus en 'Un murciélago, un pangolín y un chino', con una frase burlona -el 'gimmick' de la canción, que dirían los 'yanquis'- pero fatalmente tan acertada y explícita, tan real, del cambio tan ignominioso que está viviendo el mundo: “el puto bicho de las pelotas nos ha jodido”.  

Un mes más tarde, asomó con un rap melódico, cercano al mundo de Manu Chao y con un excelente trabajo de guitarra eléctrica, para fustigar el confinamiento, la gestión política y al bicho en 'Coronavirus'. Parodia y realidad, y mala leche, cabreo. La voz crítica de la calle recogida fidedignamente y a su manera cítrica por Curro:

Desde hace unos días, hay una tercera entrega pandémica, 'El baile de la nueva normalidad', de nuevo con la eléctrica resollando con brillo letal y Curro y su set de baile danzando el nuevo ritmo veraniego como Johnny y Charley hacían con la yenka, un pasito adelante, otro atrás, codito con codito…, pero obviamente con sus kilos de mala uva y de panegírico contra la gestión política de la crisis y contra el bicho. Curro, con sus émulos grititos a lo Bee Gees de 'Stayin’ Alive', en su vena más cómica dentro de la tragedia. Entretiene tanto como cabrea con lo que canta:

Tres pellizcos que serán, por poner, como los mosaicos romanos para las futuras generaciones: objeto de estudio de cómo era el mundo en los inicios del siglo XXI y la ironía y el drama que provocó el bicho de las pelotas, la historia de un pasado brutal y dañino tratada por Curro con su humor patafísco pero con un fondo de cabreo e impotencia que aflora en cada uno de los 'frames' de los clips. Como estamos todos. Bienvenido de nuevo, Curro. Igual me haces correr a comprar el disco o el blu-ray de esta crónica marciana si es que un día sale enlatada y de una puñetera vez inventan la vacuna (toc, toc, ¿qué hay de la ciencia?). Me volveré 'holligan'.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión