Blog La voz de mi amo

por Matías Uribe

la voz de mi amo

Canciones icónicas de Jethro Tull

Martin Barre, guitarrista y mano derecha Ian Anderson, las avienta de nuevo en La Casa del Loco para celebrar 50 años de estancia en el grupo.

Una imagen de Martin Barre perteneciente a su gira de celebración de los 50 años en Jethro Tull. Foto cedida por Antípodas producciones
Una imagen de Martin Barre perteneciente a su gira de celebración de los 50 años en Jethro Tull. Foto cedida por Antípodas producciones
Matías Uribe

Los rockeros más viejos del lugar recordarán. Allá por los primeros setenta tocó en la discoteca Beethoven Glenn Cornick… ¿Glenn quéeee? Sí, joven, el bajista de Jethro Tull... ¿Que no lo encuadras…? Pues ni más ni menos que uno de los grupos de los 70 que jugaba en el mismo tablero en el que movían ficha los Floyd, King Crimson, Bowie, Led Zeppelin, Yes o Genesis. Casi nada. La primera división del rock de la época. Y al frente, un flautista que tocaba subido a una sola pierna (la otra la apoyaba en ángulo sobre esta) configurando una foto absolutamente surrealista pero impactante, lo nunca visto en el mundo del rock. Que así se las gastaba el género en aquella década, con grupos y presencias a cual más original y única, tanto en imagen como en sonido.

Pues allí, en Jethro Tull, estaba Glenn Cornick, si bien solo duró tres álbumes (This Was, Stand Up y Benefit), lo que en 1970 le permitió salir a la carretera en solitario con su grupo Wild Turkey y llegar a Beethoven. Una tarde histórica. La vitola de Jethro Tull hizo que la modernidad local abarrotara la sala y por vez primera mordiera en vivo un pedazo de aquel rock sajón del que tanto se hablaba en el Disco Expres, y aquí ni pizca. Anda que no molaba aquello de un ex Jethro Tull en Zaragoza, ciertamente la primera figura internacional del rock que pisaba estos lares. En el 74 se produciría el bautismo a lo grande y oficial con la venida de John Mayall al polideportivo Salduba. Otro acontecimiento.

Desde entonces, desde que Glenn Cornick estuvo en Beethoven -la discoteca legendaria y más progre de la época en Zaragoza, ubicada en la calle San Antonio María Claret- ha pasado mucho tiempo y se han visto grandes cosas en la ciudad; o sea, que ya estamos acostumbrados a las estrellas y por ello mismo ya no extrañamos nada, pero sí seguimos recibiendo algún que otro calambrazo de nostalgia cuando unos capazos de polvo de estrella caen sobre nuestras cabezas. Cosa que va a ocurrir con Martin Barre, el segundo ex Jethro Tull que visita la ciudad en solitario, tras aquel Glenn Cornick ya fallecido en 2014. Lo hace este viernes 14 de febrero y viene a La Casa del Loco dentro de una gira con la que celebra sus 50 años de estancia en Jethro Tull; óigase, ‘de estancia’, o sea, que el pelícano Ian Anderson no estará a su lado.

Y es lógico, ambos llevan separados desde el 2011 en que al flautista rockero le dio por romper el grupo y proseguir su carrera en solitario que inició ya en 1983 con Walk Into Light. Sin mal rollo, pero distanciados, cada uno a lo suyo. “No tenemos ningún tipo de conexión, ni musical, ni física, ni mental, ni emocional”, dijo Barre, el pasado año, a la web miusyc.com, aunque sin acritud. “No se debe a ningún tipo de problema sino a que estamos en lugares musicales totalmente distintos y haciendo cosas distintas. Mis conciertos son distintos a los suyos, no se pueden comparar”. Lo que no quita para que, con cierta frecuencia, se carteen por correo electrónico, esencialmente con Anderson preguntándole por tal o cual canción del pasado, si la compuso él o Barre o qué acordes o guitarras utilizaron, asuntos musicales.

Obvio, puesto que, junto a su fiel guitarrista, siempre a su lado desde que entró en Jethro Tull en 1969 para grabar el segundo LP, Stand Up, Barre tomó parte en toda su extensa discografía, siendo el brazo derecho de Ian Anderson. “Sin Martin Barre no hubiera existido nunca Jethro Tull”, llegó a confesar el flautista a finales de los 90. Y es que Barre no solo sirvió su dura e inventiva guitarra a JT sino que se licuó el cerebro componiendo canciones en comandita con Ian. Algo que, al margen de sus discos en solitario, le da licencia para salir a la carretera desde el pasado año a celebrar sus 50 años ‘tullianos’, para lo cual no solo se acompaña de dos veteranísimos ex Jethro Tull -Clive Bunker (batería) y Dee Palmer (teclista y arreglista), ambos en los discos históricos del grupo- sino que lleva un doble CD, que solo vende en los conciertos y en el que recrea viejas piezas del grupo, entre las que no faltan, of course, Locomotive Breath y Aqualung, entre otras. Y que será lo que ocurrirá esta noche en La Casa del Loco. Un poquito de polvo de estrellas del pasado y también del presente, por qué no. ¿Quién dijo que las grandes canciones han muerto?

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