Las misteriosas 'Tiffany girls': las diseñadoras que la casa de lámparas mantuvo ocultas cien años

Con peonías o rosas como modelo, diseñadoras anónimas crearon las famosas lámparas a finales del XIX. Durante décadas la familia Tiffany ocultó su existencia, hasta que han aparecido unas cartas que demuestran que eran ellas las auténticas creadoras.

Clara Driscoll, en el taller de Tiffany Studios en 1901. Ala derecha, algunas de sus creaciones.
Clara Driscoll, en el taller de Tiffany Studios en 1901. Ala derecha, algunas de sus creaciones.
HERALDO

Son vidrieras en miniatura y su colorido está inspirado en la naturaleza: en el rojo de las peonías, el verde de las hojas, el violeta de las alas de una libélula... Las lámparas Tiffany se crearon por pura serendipia, gracias a un encuentro entre el diseñador de interiores Louis Comfort Tiffany y el inventor Thomas Edison durante la decoración del Liceo de Broadway (Nueva York) en 1885. Tiffany quedó maravillado de las bombillas al descubierto y su transformación tras el cristal. Creó así un taller donde un grupo de mujeres diseñadoras se inspiró en la naturaleza. El rojo de la peonía o la amapola, el azul de la wisteria o el verdor de las palmeras se unieron a la elegancia de la libélula en la imaginación de estas creadoras, entre las que destacaba Clara Driscoll.

Durante su vida, Louis Comfot Tiffany hizo creer a todo el mundo que él era el diseñador principal de estas joyas convertidas en lámparas, y durante buena parte del siglo XX así se creyó, hasta que en 2005 se encontraron unas cartas de Driscoll en las que se documentaba su trabajo en la creación de los modelos Dragonfly, Wisteria y Poppy.

Según estas cartas, se ha podido saber que fue idea de Clara Driscoll la inspiración en elementos naturales para jugar con la luz y crear un entorno mágico, que fueron los árboles en flor que rodeaban su hogar en Nueva York los que servían de punto de partida.

Creación en femenino

¿Quiénes eran las Tiffany girls?

Las cartas y toda la información que se pudo recabar a través de ellas se recopiló en una exposición y un libro, ‘A New Light on Tiffany’. En ella se explicaba que, a diferencia de otros talleres, eran todas mujeres las que creaban para la marca. Que Tiffany requería que las mujeres fueran solteras y las obligaba a marcharse cuando se comprometían. De hecho, Driscoll, que entró en el taller en 1888, tuvo que irse cuando anunció su matrimonio. Solo pudo volver en 1892, tras morir su marido, y se convirtió entonces en la responsable del taller, a cargo de otras 35 mujeres. Pero en 1896 volvió a comprometerse y Tiffany la obligó a irse. Solo regresó poco después, cuando su prometido murió en extrañas circunstancias.

Driscoll y su equipo fueron las responsables de los diseños más icónicos de la casa, no solo de lámparas, también de otras pequeñas joyas. Siempre en la sombra: Louis Comfot Tiffany nunca la nombró ni habló de quién realizaba los diseños en su taller. Quizá no fue uno de los muchos intentos de borrar el papel de la mujer en la industria, ya que en aquella época no era habitual dar a conocer los nombres de los diseñadores y se apostaba siempre por destacar la marca.

En las cartas de Driscoll se destaca, además, el talento de otras creadoras como la dibujante Alice Gouvy, así como Agnes Northtop. De hecho, en ellas se incide en la importancia del trabajo en equipo en la mayoría de creaciones que salían del taller. Lo más curioso es que a lo largo de las siguientes décadas los diseños han permanecido inalterables: la magia de Clara, Alice y Agnes sigue iluminando.

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