Blog La voz de mi amo

por Matías Uribe

Jaime Borobia, el promotor con el que empezó todo

Gracias a él, en los 70, llegaron las primeras actuaciones de rock a Zaragoza, desde Iceberg a Miguel Ríos, Barón Rojo o Nacha Pop. Ahora, promueve Jazz Eñe.

Jaime Borobia y su 'juventud insultante' en la actualidad.
Jaime Borobia y su 'juventud insultante' en la actualidad.
Jaime Borobia

Giras, conciertos, contrataciones, promoción… son tareas inherentes a cualquier artista, máxime si es artista famoso. Detrás de todas ellas están los promotores, por lo general, gente oculta, desconocida, pero importantísima para que una carrera musical, una programación, una gira y mil cosas más se creen y sigan adelante.

Obviamente los hay de muchos estilos: los que se dedican únicamente a la gestión de un artista, los que organizan grandes conciertos internacionales, los que dirigen oficinas multitarea, los que trabajan para pequeñas salas, los que llenan los carteles de las fiestas de los pueblos, los que promueven actuaciones de todo tipo y en cualquier local de su ciudad… A esta última estirpe pertenece Jaime Borobia, el promotor que, allá por los años setenta, puso a rodar a Zaragoza por las carreteras musicales.

Entonces, carreteras no ya secundarias sino comarcales, incluso de tierra, porque realmente no las había, porque Zaragoza era un auténtico desierto en el que no existía ni la más mínima infraestructura musical: ni salas, ni grupos, ni auditorios…, pero sí una creciente parroquia que demandaba conciertos, grupos, música en directo, aquella palabra que entonces se acuñó y se puso tan de moda: marcha.

Borobia, conocido amistosamente como Boro, fue el artífice de una de las actuaciones más sonadas en la ciudad durante aquellos setenta, que los más veteranos recordarán: una matinal, en 1976, en el fenecido teatro Argensola, con la Orquesta Mirasol, puntal del llamado rock layetano, que puso el teatro a reventar de gente y de modernidad. ¡Insólito!

Así fue como empezó, trajo a gente como Squiexada Sniff, Jordi Sabatés e incluso fue el arriesgado artífice del primer festival punk que se hizo en la ciudad, en los bajos del Mercado Central, con una bronca en la puerta de mil pares… A raíz de ello, se deshinchó y anunció que lo dejaba. Mas, pese a ser más músico que promotor (tocaba el bajo en el grupo catalán Barcelona Traction), y, pese a los pinchazos iniciales, decidió volver.

Entonces, mediados de octubre de 1978, lo entrevistaba en Heraldo y allí, no solo relataba sus incipientes comienzos, sino que hacía un perfecto retrato de lo que la ciudad era entonces musicalmente: un secarral.

Jaime Borobia, el promotor con el que empezó todo

Ahora, echa la vista atrás y recuerda con más detalles aquellos inicios: “Allá por el año 76 (tenía 22 años) volvía a Zaragoza de un pequeño periplo como músico entre Sevilla y Madrid y entrando en conversaciones con amigos del entorno de Zeleste de Barcelona me propusieron hacer en Zaragoza un festival al estilo Canet Rock. Después de darle algunas vueltas tomé la decisión de comenzar con un pequeño “Festival de Jazz Contemporáneo", así le llamé, en el Teatro Argensola con la Orquesta Mirasol, la Compàñía Eléctrica Dharma, Iceberg, Secta Sónica y el dúo Sabatés/Arisa. El primer domingo de febrero del 76, en sesión matinal, comenzó el ciclo con la Orquesta Mirasol y todo vendido anticipadamente, una gran aglomeración en puertas de público sin poder acceder, terminando con un pequeño incidente que motivó un cambio de espacio para el resto de conciertos”.

Pese a todo, no se desmoralizó y persistió, aun con el viento en contra: “Era una época en la que no existían espacios adecuados ni infraestructura alguna, todo nos lo teníamos que inventar. Desde colegios mayores a los sótanos del Mercado Central, desde la cripta de Santa Mónica a la sutileza del modernista Salón Goya del Casino Mercantil, desde la Plaza de Toros al montaje de la carpa de Torrebruno en solares del actual Hospital Clínico. La imaginación en acción”.

Y merced a esta persistencia, por la ciudad desfilaron un montón de grupos en aquellos finales de los setenta y primeros ochenta, que él recuerda: “Fisher Z, National Health, Gruppo Sportivo, Ian Gillan Band, Magna Carta, Sniff & The Tears, Sleepy la Beef, Tete Montoliu, con miembros del Modern Jazz Quartet, The Pasadena Roof Orchestra, Gwendal, Divine, Silvio Rodriguez y Pablo Milanés, son algunos de los primeros de carácter internacional. Y, por supuesto, todos los nacionales: Radio Futura, Orquesta Mondragón, Tino Casal, Miguel Ríos, Leño, la Banda Trapera del Río, Decibelios, Barón Rojo, Pegamoides, Nacha Pop, Mamá..., una lista interminable. Todos ellos aterrizaban por primera vez, y en sus días de vino y rosas, en Zaragoza”.

Un episodio conflictivo lo vivió con una gira de los primeros grupos de la movida madrileña. “En otoño del 80, CBS nos propuso hacer una gira promocional con Sissi, Greta y Trastos, a la que quise añadir Zombies y Alaska y los Pegamoides. A Bernardo Bonezzi le dio miedo la propuesta que premonitoriamente llamamos ‘La gran Movida’. Y digo premonitoriamente puesto que ‘la movida madrileña’ no existía en ese momento y tampoco era de uso común la expresión. Después de varios conciertos, en Zaragoza, Calahorra, San Sebastián, Barcelona y Tarrasa, la gira se suspendió y acabó como el rosario de la aurora, por déficit económico y deficiencias técnicas de producción”. En Zaragoza, vio cómo arrasaron vandálicamente su oficina, se dijo entonces que por los propios músicos que tomaron parte en la gira.

Otro episodio problemático lo vivió organizando un concierto de Silvio Rodríguez y Pablo Milanés. “Los traje el 14 de mayo del 81, año de la ‘tejerada’, al Pabellón Francés de la antigua Feria de Muestras (hoy Auditorio). Como Gobernador Civil Francisco Javier Minondo, de UCD, y J.J. Rosón en el Ministerio del Interior. De fondo, ‘ruido de sables’, que al parecer hicieron correr órdenes de evitar concentraciones y actos multitudinarios. Nunca llegó la autorización. El concierto dio comienzo hasta que llegó el Séptimo de Caballería: botes de humo, desalojo…, etc. Silvio y Pablo improvisaron el recital en el Parque Grande y el promotor [o sea, él] acabó 15 días a pensión completa en la emblemática ‘Hospedería Penitenciaria de Torrero’. Gajes del oficio”.

Derrotado por las circunstancias y buscando mejor futuro, se marchó a Madrid en 1984. “A partir de aquel año  desarrollé toda actividad desde la capital. Presenté ‘Various Positions’ de Leonard Cohen en el Pabellón del Real Madrid, giraba con grupos por toda España…, hasta que en julio del 86, tras la suspensión por Rodríguez Colorado de un concierto en el Campo del Gas con Kortatu, La Polla, Barricada..., debido a unas declaraciones, la semana anterior, de Muguruza a Maite Contreras de El País, se produjeron altercados e incidentes por punkis en el Paseo de Arganzuela que me llevaron a cuestionarme la continuidad como promotor”.

Tanto como que definitivamente lo dejó, enrolándose como director de ventas en una empresa dedicada a la enseñanza de idiomas con sede en Bilbao. Bastante años alejado del negocio musical hasta que en 2013, ¡ay, el gusanillo!, volvió a Zaragoza y junto al crítico Gonzalo de la Figuera creó la web de crowfunding Siamm que a su vez extiende sus tentáculos a otras actividades como, la principal, la organización del festival de Jazz de Zaragoza y otras, tal que una nueva iniciativa como Jazz Eñe que tendrá lugar próximamente, del 4 al 6 octubre, en la Sala Luis Galve del Auditorio, bajo el auspicio de Fundación SGAE y el Ayuntamiento de la ciudad.

Un promotor guerrillero. Con él, con Jaime Borobia, empezó todo en Zaragoza. Y no sin dificultades, como ha quedado reflejado, pero gracias a gente tan arriesgada como él en los setenta pudo escucharse rock de categoría y de la época en Zaragoza. Algún día habría que homenajearle.

Aquí queda el cartel del próximo Jazz Eñe. Toda la suerte del mundo, Boro.

Jaime Borobia, el promotor con el que empezó todo

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