Blog La voz de mi amo

por Matías Uribe

El libro de las expiaciones de Springsteen

¿Cómo puede o debe afrontar una estrella del rock su autobiografía? No hay cánones. Dylan lo ha hecho desde una perspectiva vital, evocando diversos pasajes de su trayectoria pero incidiendo mucho en la música; Keith Richards ha hecho un mix pero dando más protagonismo al morbo y entrando en terrenos escabrosos –desde el tamaño del pene de Mick Jagger a la felación que le hizo Anita Pallenberg en España, en un coche, camino de Marruecos-; o aquí mismo, Miguel Ríos ha conjugado música con vivencias y buena literatura, subrayando con fruición sus muchas cuitas amorosas… Ya digo, no hay canon. Cada cual cuenta la feria como mejor piensa o le ha ido.


Otra cosa es lo que el fan quiere o busca y lo que el simple lector, menos apegado al hecho musical, no digamos el adicto a 'Sálvame', busca. El primero quiere las tripas de las canciones y los discos que ha grabado su héroe, el segundo, sin rodeos, el morbo.


Como seguidor de Bruce Springsteen desde 1972-73 en que, a través de una casete, que me trajo un amigo marinero de Japón o de un país asiático, del 'Wild, The Innocent & The Street Shuffle', su gran segundo álbum, que aún tardó en llegar a España, me alineo en el primer bando, en el de los 'rompetripas'.




Con toda certeza me ocurriría y me ocurre lo mismo con cualquier otro ídolo, desde Elvis a los Beatles, los Rolling o Nick Cave, por citar cuatro de los cientos que han alimentado y siguen alimentando mi estómago y mi mente musical. Me importa un bledo la vida personal de cada cual, si esta no tiene incidencia en sus canciones, odio el cotilleo, el morbo, las historias íntimas que solo interesan a su protagonista, sus confidencias, sus expiaciones...


Con esto, quiero decir que la autobiografía que Bruce Springsteen ha puesto en el mercado hoy lunes, y que he devorado en una larga sentada ante un kindle, me ha decepcionado. He encontrado mucha 'paja' en confesiones personales en detrimento de una profundización mayor en sus discos y en sus canciones, en la música, en definitiva. Hay discos que ni los nombra.




En realidad este es el libro de las expiaciones del Boss. Un libro insólito e inesperado en él cuando bien es sabida su renuencia a los medios de comunicación y a exponerse en público fuera de los estadios, de ahí una de sus sorpresas. Otra es la cantidad de dolencias, por no decir enfermedades, que sufre desde los cuarenta años (¿puede un roble doblarse como un junco?). Y la más llamativa: la depresión de caballo que Springsteen ha sufrido desde hace siete años y de la que aún no se le ve muy seguro de que haya salido. Un hombre que es todo furia y optimismo, un 'purasangre' del escenario, como él mismo se autocalifica, un multimillonario con todos los placeres del mundo a su alcance… y ahí lo tienes metido todo el día en una cama, cubierto con una sábana hasta la cabeza, y sin un gramo de fuerza ni para sonarse los mocos, cuando no llora, llora y llora durante días enteros, atrapado por la 'negra nube, que diría Sabina… Es tan sobrecogedor como increíble.


Transmite la sensación de purga, de lavado público de conciencia personal, de terapia curativa. De hecho, es el hueso y la carne de este libro, lo que nadie podía imaginar, salvo quizá exegetas de sus discos y de sus canciones. Uno algo intuía –lo digo sin petulancia, sino lo que sentía- cuando se enfrentaba a los saltos del ruido a la negrura de 'Nebraska', 'The Ghost Of Tom Joad' e incluso parcialmente en 'Darkness' y 'The River'. Ahí hay pústulas que esconden males que definitivamente salieron explícitamente a la luz en la hermosa 'This Depression', de 'Wreckin' Ball', aunque nadie intuyó nada.




Es todo cuanto más o menos pueda sorprender en este libro. El resto, para los avezados en la trayectoria musical del Boss, es bien conocido y sabido. Se ha contado hasta la saciedad en las decenas de biografías sobre él, la última, la nutritiva que publicó Peter Ames Carlin, en 2013.


Bruce cuenta sus peripecias para llegar a los discos, el boom de 'Born In The USA', el giro de 'Tunnel Of Love', la llegada de 'The Ghost Of Tom Joad'…, pero ello, a veces, como de pasada, sin entrar, por lo general, muy a fondo en los discos y en las canciones. Por no citar, por ejemplo, ni cita, como decía antes, los títulos de los dos álbumes que publicó al unísono en 1992, 'Human Touch' y 'Lucky Town', denostados y minusvalorados, pero para mí dos grandes discos.


La necesidad de contar historias purgativas, que parecen formar parte casi de un tratamiento médico de esa brutal depresión, copan buena parte del libro. Hay expiación ante su primera esposa, la modelo Julianne Phillips, y la forma cómo la dejó (“La forma desastrosa en que manejé todo el asunto es algo de lo que todavía hoy me arrepiento”), hay expiación ante la segunda, Patti, y sus infinitas y brutales broncas con ella, hay expiación ante su padre, a cuyos genes mentales –'esquizofrenia paranoica'- sigue temiéndole como a la cicuta, e incluso ante sus hijos…, y sobre todo hay expiación ante sí mismo, convirtiendo el libro en un gran diván de psiquiatra. Si, por cierto, le es útil, bienvenido, ojalá sea la medicina definitiva a sus males, pero no es lo que como lector y admirador musical personalmente me interesa.


Mucho menos el corolario de anécdotas y recuerdos que a veces rozan la gracieta de barra de bar o cuando menos de una tertulia familiar: el día que a él y Steve le echaron de Disney, la ruta en moto por el sudeste norteamericano con parada en la Dinópolis de la zona, como si Teruel no tuviese su idem, su papel de padre cambiando pañales y cocinando tortitas para el desayuno, el terremoto de Los Angeles, su aprendizaje como montador de caballo, la persecución y captura de un becerro que se escapó de su gran rancho, los oficios actuales de sus tres hijos, el día de pesca con su padre en México –eso sí relatado con una prosa brillantísima y divertida-, el cariz de novela rosa que toma el momento en que Patti le comunica su primer embarazo…


Se insertan, claro, en medio de esta montaña de confesiones íntimas cuando no superficiales, opiniones sobre algunos de sus jalones musicales y vitales, en muchos casos bien conocidos y aireados por la prensa o, ya digo, las numerosas biografías: su relación con U2 y Sinatra, la persecución de los paparazzis cuando definitivamente salió a luz pública su rollo sentimental con Patti,la razón del retorno en 1999 de la E Street, su cariño hacia Dany Federici, atrapado por el alcoholismo, y más aún por Clarence Clemons, el duro examen a que sometió al sobrino de este último para meterlo en la banda, sus dudas ante el tiovivo de la fama masiva al que se había subido con 'Born In The USA' y los remordimientos de conciencia que le trajeron toda la pasta que ganó, la Superbowl… y así, otro montón de historietas.


Oh, entre todas ellas, como diría García, salta la sorpresa: en una fiesta privada en casa baila la 'Macarena'. Ah, y en la visión que da de su primera visita a España (no cita a Barcelona) coincide solo parcialmente con la que me contó a mí. “El lugar estaba rodeado por policías armados con metralletas”, comenta. Cuando pasa por Barcelona, con la gira de Amnistía, en el 88, tampoco la nombra. Y el Camp Nou a reventar y él nombrado hijo adoptivo o algo así de Barcelona, que ya se sabe cómo son los catalanes (algunos catalanes) para apropiarse de lo ajeno (¿saldrá algún lunático diciendo que nació en Vilanova y la Geltrú?).




Quedan en el tintero muchos olvidos que los fans degustarían con delectación: su perfil de story-teller, los discos piratas, sus lecturas, de las que hizo un gran artículo periodístico, su escasa exposición en los medios, su generosidad para repartir canciones, el archivo inédito que aún guarda…, y sobre todo, pese a aquella gloriosa caja de cinco vinilos de los ochenta, su racionamiento discográfico y videográfico en directo, que es donde se ha hecho y sigue siendo grande. ¿Por qué? ¿Quién le aconseja? ¿Qué papel juega el señor Landau, como se refiere a él, en este despropósito. ¡Será posible que aún no haya editado un solo CD o DVD en directo de una de las giras más impresionantes que ha llevado en su vida, la de 2012-2013?


Pero también es verdad que no faltan grandes reflexiones sobre otras cuestiones notables: el papel del artista de éxito, su recomendación a cualquiera de ellos, por muy estrella que sea, a que abra los oídos a gente de confianza, la deriva de los 90, como él la califica, su visión filosófica de la vida y la muerte, su voz (que no estima como buena), su sorpresa, por no decir, desagrado de la mejor recepción de 'Wreckin' Ball' en Europa que en su propio país aunque sin hacer alusión a su explícita toma de posición junto a los demócratas, saliendo a la calle a cantar en apoyo de John Kerry, lo que le granjeó una gran ola de antipatía en las filas republicanas, su determinación de suspender la gira del 'Born In The USA', la superposición de la vida al arte, la primera vez que hizo firmar contrato a sus músicos, ya muy avanzada su carrera, en el 88, su concepto de banda de rock como pequeña dictadura, tal cual en tiempos me lo confesaba igualmente Bunbury, o por qué la E Street es una banda única debido, según visión muy personal, a la superposición de las tensiones obreras de los cincuenta y las experiencias sociales de los sesenta, chocando entre sí y fusionándose en su música.


Springsteen, resume, que ha escrito este libro para mostrar su mente al lector, al tiempo que le da las gracias a Patti por otorgarle el espacio y la comprensión para contar la historia que TENÍA que contar. ¿Mayor muestra entreverada de que necesitaba sentarse en el sillón del psiquiatra?




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