Blog La voz de mi amo

por Matías Uribe

Suede, envejeciendo con gallardía

Cuarenta y ocho años, y qué recital de facultades vocales las de Brett Anderson. No diría que jamás ha cantado tan limpio, tan potente y con tanta variedad de registro como canta en su nuevo disco, 'Night Thoughts', el séptimo álbum de Suede -segundo tras el retorno en 2013, luego de una década de separación-, porque a ver cómo se mide eso, pero es inapelable que canta de maravilla. Aquí está una de las claves de la grandeza pop de este nuevo disco, que sucede y supera al ya de por sí excelente 'Bloodsports', el álbum de retorno en 2013.


Clave que sería menor si al lado Anderson no contara con dos verdaderos fieras: uno, el guitarrista y compositor Richard Oakes, capaz de meterse en los más intrincados terrenos y, como Will Sergeant en Echo & The Bunnymen, llenando espacios de manera primorosa, pintando el disco de arriba abajo con una cantidad de recursos sonoros exuberantes; y el otro, el teclista, Neil Codling, increíble, cubriendo el disco como un hermoso tapiz cubre una pared.


En cierto modo, aquí están los Suede de 'Dog Man Star', pero salvo la intro en el tema inicial, 'When You Are Young', o su insólita coda añadida en el corte 11 ('When You Were Young') como envés de la obsesión de Anderson por la juventud, sin la Sinfonia London Orchestra, con Codling haciendo él mismo de hombre orquesta con sus sintetizadores y sus extensivos teclados, a veces, espaciales ('Pale Snow').


Es la diferencia de cómo concebir, ejecutar y producir un disco con exuberancia y expansividad, ocupando frecuencias con innumerables planos de sonido siendo solo cinco músicos en contra de no pocos grupos indies actuales que, aunque toquen siete o doce, suenan pobres y desangelados. Es la fuerza de una voz impresionante y de un grupo de músicos excepcionales, no orillados en la cuneta por la edad, sin argumentos, sino curtidos y en pista por la experiencia.


Bowie tuvo buen ojo cuando señaló a Suede como lo mejor que había surgido en el pop británico de los 90 antes de que Pulp, Oasis, Blur y compañía dieran el gran zarpazo del fructífero britpop. Este nuevo disco, con cierto espíritu épico y conceptual –todas las canciones van ligadas y el tema de la quema de los años jóvenes en alguien que fue icono juvenil por un tiempo gravita en los pensamientos nocturnos de Anderson-, más baladístico que dinámico, o sea más 'Still Life' que 'Animal Nitrate', y una media muy alta en el apartado melódico –ni una sola descartable, aun con esos nananás infantiles de la impulsiva 'Like Kids' o las insípidas reiteraciones vocales y guitarreras con las que acaba 'What I'm Trying To Tell You'-, lo demuestra, contiene sello de perennidad, que es algo de lo mejor que le puede pasar a un disco. Échate al oído, por poner, 'Tightrope', la ochentera 'Outsiders', 'When You Are Young', 'The Fur & The Feathers' o esa aria pop que es 'I Can't Give Her What She Wants' y después me lo cuentas, después me dices si esto no es envejecer con gallardía en el pop juvenil.


Por cierto, como el álbum de Tindersticks que comentaba en la entrada anterior, las doce canciones de 'Night Thoughts', de Suede, también ha generado sus correspondientes traslaciones a la imagen que recoge un DVD que se incluye en la edición especial del disco.


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