Blog La voz de mi amo

por Matías Uribe

Guns N' Roses, retorno de libro por la pasta

Me quedo, no atónito, porque en el circo del rock todo es posible, pero sí un tanto mosca con la anunciada vuelta de Guns N' Roses (los 'auténticos' dice un medio, lo cual no es en absoluto cierto si, como parece, no estará Izzy Stradlin). ¿Qué habrán maquinado managers y adláteres para volver a pegar de nuevo las empatías de Axl Rose y Slash? Dado el cariz que tomó la banda en sus años finales de oro (drogas, alcoholismo, egos, peleas, diferencias musicales entre Axl y Slash, apoderamiento por parte de Axl, sus enojosos celos por la colaboración del guitarrista con Michael Jackson, dinero obviamente…) y esa patética carga de oxígeno (es un decir) que el cantante le metió para seguir rentabilizando el nombre de uno de los grupos más notables de la historia del rock, me temo que estamos ante otro ejemplo de libro del todo-por-la pasta. Rockeros célebres y ya un tanto añosos (andan por las 55 primaveras) que en solitario son poco (y poco pueden ya lograr) y unidos rompen la banca: Bilboard ha anunciado que probablemente habrá una gira a casi tres millones de euros por concierto para la banda y entradas a 230 euros. Cifras de vértigo, que ni soñadas por separado. A los Stones les ocurre lo mismo. No es nuevo.


Arrastrados por las 'paces' entre Axl y Slash, viviendo una virtualidad más que una realidad cabal, echando las manillas de reloj hacia atrás para (ficticiamente) sacudirse unos cuantos años de encima, miles de fans acudirán de nuevo a los estadios en busca del tesoro. No creo que lo encuentren, al menos el de los primeros noventa, e incluso si el pegamento del eje Axl-Slash no ha fraguado, puede que se den de bruces con un castillo de fuegos artificiales, si no con un patético retrato de un pasado lleno de brillo.


¿Qué esperar de un fondón Axl? O le rodean de un batallón de dietistas y foniatras, le meten en el gimnasio en horario intensivo o la parodia puede ser cósmica. Más seguridad puede ofrecer Slash, quien, al menos, aunque sus aventuras en solitario no han sido nada especiales, aún conserva los dedos ágiles y un físico de calavera que no ha palidecido en exceso.


Pero, ¡ay!, aun con el tándem en cierta armonía, faltará, según parece, el tercer gran pilar de la banda: Izzy Stradlin. En la sombra era cemento para el grupo, un sostén muy consistente sobre el que se apoyaba el brillo de las dos estrellas: él no solo tocaba exquisitamente la guitarra sino que componía material de primera y en abundancia (suya fue casi una tercera parte de los celebrados 'Illusions'). Prolongando su papel de 'Harrison en la sombra', en solitario, aunque no se ha prodigado en exceso y en los últimos años tan apenas se le oye, ha sido quien mejores perlas ha soltado. Ah, aún me resuena en los oídos aquel fabuloso álbum y aquella exótica y llamativa carpeta de 'Hounds', que elegí como el mejor de 1992 en la lista de fin de año.


En fin, a ver qué sale. Ojalá se limen asperezas y las ausencias no se noten, ojalá que, de llevarse a cabo la reunión, se preparen con ahínco para salir de nuevo juntos al escenario y la cosa funcione con dignidad. Lo disfrutarán viejos fans y los nuevos podrán decir, al menos, que los vieron juntos una vez sobre un escenario. Aunque brille el color del dinero y retumben en los oídos aquella canción de Los Beatles (now give money, that's what I want), cuántos no desearían lo mismo para otros arcanos como Pink Floyd, Led Zeppelin, The Smiths… o, sin ir más lejos, para unos Héroes del Silencio y su deseada segunda resurrección. Circo y vil metal.


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