Blog - Los desastres de la guerra

por Gervasio Sánchez

Valle de lágrimas en Srebrenica

VIAJE EN COCHE DESDE ZARAGOZA A GRECIA ATRAVESANDO LOS BALCANES (2)


Srebrenica (Bosnia-Herzegovina)


El viaje en coche desde Sarajevo a Srebrenica es espectacular. La carretera serpentea entre una vegetación frondosa que impide la entrada de la luz solar en muchos tramos y que hace descender la temperatura diez grados en pocos minutos. Hay que estar muy atento en la conducción porque los bosnios tienen tendencia a pisar el lado contrario de la carretera y a adelantar en curvas peligrosas.


Aprendí a conducir durante la guerra de Bosnia-Herzegovina. Me había sacado el carnet con 20 años aunque llevaba más de una década sin ponerme al volante cuando en junio de 1992 mi amigo Santi Lyon me comentó a la entrada de Sarajevo en pleno bombardeo: “¿Qué hacemos si me hieren cuando el copiloto no sabe conducir?” Le dije que eso no iba a ocurrir, “que no fuera gafe”, pero nada más regresar a España hice las prácticas suficientes para regresar con una cierta autonomía.


Ya en septiembre de ese mismo año empecé a conducir coches alquilados y correr sin obstáculos por carreteras donde apenas había tráfico aunque era fácil que algún loco o simples personas con los nervios desechos por la tensión bélica se te echase encima en cualquier cruce.


Lo más peligroso de las carreteras bosnias son los controles policiales situados en los lugares más efectivos para multar. Lo mejor es respetar las señales porque es fácil que después de un prohibido ir a más de… haya dos policías con radares de mano listos para pararte. Si te paran quizá puedas conseguir que te perdonen la multa por ser extranjero. Pero lo normal es que tengas que ir a la oficina de correos más cercana a pagar la multa. Los policías se quedan con tu pasaporte hasta que regresas con el justificante de pago.


Aprender a conducir en plena guerra moldea tu comportamiento al volante para siempre. Sueles conducir con mayor atención y tensión lo que mejora los reflejos, pero también tienes tendencia a solucionar los errores o los problemas sin mucha formalidad vial.


He hecho muchas veces el viaje entre Sarajevo y Srebrenica. En mayo de 1992, los pueblos bosnios ardían mientras los paramilitares serbios se llevaban las pertenencias de los musulmanes que habían huido o habían sido asesinados. En agosto de 2002, diez años después, los pueblos estaban vacíos y las casas destrozadas, quemadas o dinamitadas. Desde el 2005 he realizado este viaje una decena de veces. Algunos musulmanes han regresado a sus antiguas viviendas, se han reconstruido casas y mezquitas. Muchos otros han preferido permutar sus casas con familias serbias expulsadas de zonas controladas por el gobierno musulmán.


En los últimos tres años ya cuesta encontrar rastros de los desastres de la guerra. Pero la guerra y sus consecuencias siguen muy presentes en el ambiente. Hace tres días, Rusia vetó una resolución en la ONU para denominar genocidio a lo ocurrido en Srebrenica. Los serbobosnios han inundado la carretera de retratos de Putin, el presidente ruso. Es la forma de agradecer su apoyo constante y de recibir con uñas a los musulmanes que vienen a Srebrenica a enterrar a las víctimas de la masacre.


Como cada año desde 2003, fecha en que empezaron los entierros masivos, Srebrenica es el valle de lágrimas de 50.000 bosnios, hoy concentrados para enterrar a 136 víctimas, incluidos nueve menores, asesinadas hace dos décadas, exhumadas hace años e identificadas en el último año. De los 8.372 desaparecidos ya han sido enterrados 6.377 y otros 550 están identificados aunque las familias prefieren esperar a que los esqueletos se completen para enterrarlos. 1.070 víctimas no han sido encontradas.


Matar es doloroso. Pero matar y esconder los restos en fosas anónimas es más doloroso aún. El listón del dolor siempre puede ser más alto. Porque todavía es más doloroso saber que los asesinos exhumaron centenares de restos de las fosas originales y los dispersaron por decenas de fosas secundarias. Algunos esqueletos se han completado con restos encontrados en tres o cuatro fosas. En un caso los restos fueron encontrados en nueve lugares distintos.

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