Blog - Los desastres de la guerra

por Gervasio Sánchez

2.300 kilómetros de Zaragoza a Sarajevo

VIAJE EN COCHE DESDE ZARAGOZA A GRECIA ATRAVESANDO LOS BALCANES (1)


Sarajevo (Bosnia-Srebrenica)


El viaje se inició el martes a las 8 de la mañana en Zaragoza, el día que la ciudad consiguió batir su record histórico de calor (44,5 grados). 1.303 kilómetros después llegamos a Cremona (Italia), la localidad natal de Antonio Stradivari, el luthier italiano que dio fama a los Stradivarius. Dice Wikipedia que su familia fabricó 2.000 violines en dos generaciones.


La bellísima luz del atardecer nos permitió admirar la Catedral cuyo campanario de 112 metros de altura es el más alto de Italia. Como ocurría en media Europa los habitantes de Cremona hablaban preferentemente de la ola de calor.


El segundo día llegamos a Sarajevo después de 1.010 kilómetros. Sorprendente atravesar el norte de Bosnia entre Banja Luka y Zenica con temperaturas alcanzando los 40 grados. Ni loco me lo hubiera creído sino lo siento en mi propia piel.


Menos mal que llegamos a la capital bosnia cuando los sarajevitas muertos de hambre se lanzaban a la calle a cenar después de mantenerse todo el día en ayunas en pleno Ramadán y el calor había aflojado la presión.


Cena en la antigua fábrica de cervezas y reencuentro con amigos de hace décadas como el gran fotógrafo Ivo Saglietti, al que le debo grandes enseñanzas cuando empezaba en este oficio hace casi 30 años.


Nos conocimos en Chile el 25 de noviembre de 1986, el día del cumpleaños del dictador Augusto Pinochet. Todavía los recuerdo saliendo al balcón de La Moneda, la residencia presidencial chilena, para saludar a sus adláteres. Eran cuatro gatos muy ruidosos que se emocionaban al ver al criminal golpista con cara de pocos amigos.


El 9 de julio de cada año desde 2003 es una jornada muy singular en Bosnia-Herzegovina. Los restos identificados de las víctimas asesinadas hacen 20 años son trasladados en camiones hasta Srebrenica, el lugar de la gran matanza.


Es curioso: la ONU no puede denominar genocidio a aquella matanza por oposición de Rusia y al mismo tiempo los jueces de La Haya firman sentencias por genocidio contra los responsables.


El camión con unos 125 ataúdes recorrerá unos 170 kilómetros atravesando las mismas localidades donde todavía viven muchos de los asesinos de aquella matanza. El despliegue de las fuerzas de seguridad evitara los incidentes.


En Sarajevo, miles de personas esperan en la aceras el paso del convoy. Bajo un silencio impresionante se multiplican los rezos y los lloros. Los laterales del camión son decorados con miles de flores.


Me reencuentro con Edo, el guardián de las cenizas (tal como lo nombró Alfonso Armada), que nos ayudó a entrar en la biblioteca de Sarajevo a finales de agosto de 1992 pocos días después de ser destruida con bombas incendiarias.


Edo tenía entonces seis años y era un niño adorable y simpático. No ha perdido su sonrisa. pero la vida no ha sido generosa con él. Siempre he pensado que este niño sufrió estrés postraumático y que todo lo que ha hecho después de la guerra está vinculado a las vivencias de aquella tragedia. Con la sonrisa de siempre me ha contado que se ha separado de su mujer con la que empezó a tener hijos a los 19 años y que él se ha quedado con el pequeño que tiene la misma edad que él tenia cuando empezó la guerra de Bosnia.


Hay reencuentros en Sarajevo que te alegran porque las personas han mejorado sus vidas después de sufrir lo indecible durante el cerco, Hay reencuentros que te dejan un poso muy amargo como me ocurre cada vez que visito a Edo. No es justo que su vida sea un permanente encuentro con la mala suerte.


Mañana viajaré a Srebrenica para asistir al funeral anual y sentir una vez más que las guerras sólo se acaban cuando las consecuencias se superan. A veces ni décadas después.

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