Blog - Los desastres de la guerra

por Gervasio Sánchez

El zoo de Buchenwald

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70 AÑOS DEL FIN DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL (9)


Buchenwald (Alemania)


Lo que más inquieta en el campo de concentración de Buchenwald son las ruinas de una antigua osera, la principal atracción del zoo que mandó construir el comandante Karl Otto Koch justo enfrente del crematorio. Inquieta más que el propio crematorio y sus seis hornos, más que “el camino de la sangre” de cinco kilómetros cuya construcción costó la vida a miles de prisioneros, más que “la plaza de llamados”, donde se hacían los recuentos, las torturas  y las ejecuciones, más que “el bloque 50” donde un millar de prisioneros fue sometido a terribles experimentos, más que “la fosa de las cenizas”, la esencia volátil de los ejecutados.


Inquieta más porque sólo un ser inhumano, inmoral y corrupto como Otto Koch fue capaz de construir un zoo a escasos 30 metros de la alambrada electrificada, que separaba la vida de la muerte, para que sus guardias de las SS se entretuviesen con sus familias contemplando a cuatro osos, que eran mil veces mejor tratados que los prisioneros, aunque todos estuviesen encerrados entre rejas.


Ruinas de la antigua osera construida enfrente de las alambradas del campo de concentración. Fotografía de Gervasio Sánchez


El campo de Buchenwald se inauguró en 1937 y se especializó en prisioneros políticos, homosexuales y testigos de Jehová aunque un año después llegaron más de 10.000 judíos. Fue el segundo campo más poblado tras Auschwitz. Casi un cuarto de millón de prisioneros pasaron por él y unos 50.000 murieron, entre ellos 8.000 prisioneros de guerra soviéticos.


El reloj de la puerta de entrada mantiene retenida la hora exacta, las 15,15, en que el campo fue liberado el 11 de abril de 1945. Sólo quedaban 21.000 prisioneros, entre ellos 904 niños y adolescentes, el más pequeño de los cuales acababa de cumplir los cuatro años.


El sanguinario Karl Otto Koch fue su comandante entre 1937 y 1941 y después fue trasladado a Majdanek hasta que en 1943 fue detenido por malversación de cuantiosas sumas de dinero pertenecientes a las SS. Heinrich Himmler, el máximo responsable de la estructura represiva nazi, lo mandó arrestar, juzgarlo y fusilarlo en Buchenwald pocos días antes de que los soldados estadounidenses lo liberasen.


Su mujer Ilse Koch fue todavía más monstruosa. Era conocida como la bruja o la perra de Buchenwald por la crueldad y el sadismo que utilizaba en los castigos y las torturas a los prisioneros y su promiscuidad con los guardias del campo.


Memorial realizado con retratos de prisioneros que fueron asesinados en Buchenwald. Fotografía de Gervasio Sánchez


Fue detenida dos años después del fin de la Segunda Guerra Mundial y fue condenada a cadena perpetua con trabajos forzados aunque fue liberada cuatro años después en 1951 por insuficiencia de pruebas. Detenida al poco tiempo fue, de nuevo, condenada a prisión de por vida aunque no se pudo probar el cargo de asesinar a prisioneros con tatuajes específicos para crear objetos con su piel. En 1967 se ahorcó en su celda atando varias sábanas a una lámpara. Nunca se arrepintió de los crímenes cometidos.


Buchenwald fue uno de los campos donde más se experimentó con prisioneros. Un millar de reclusos fueron utilizados como conejillos de muerte para investigar el tifus epidérmico y otras enfermedades contagiosas. Se les inyectaba sangre contaminada y luego se les vacunaba para experimentar su eficacia.


El doctor Carl Vaernet buscó una vacuna para curar la homosexualidad a partir de una serie de medicinas milagrosas que no consiguieron resultado alguno. También se buscaron remedios para curar las quemaduras de fósforo. Los prisioneros eran sometidos a pequeñas explosiones controladas de bombas incendiarias y eran tratados con remedios experimentales.


Muchos de los prisioneros murieron durante los experimentos, otros fueron asesinados cuando dejaron de servir en los ensayos criminales. Los que sobrevivieron sufrieron discapacidad permanente o quedaron traumatizados.




Alambrada y Crematorio del campo de Buchenwald. Fotografía de Gervasio Sánchez


El ejército alemán, la industria farmacéutica y el ministerio de Salud fueron los responsables de utilizar a los prisioneros como “cultivos vivientes”. En Núremberg se realizó en 1947 el llamado Juicio de los doctores  contra una veintena de médicos acusados de planear experimentos médicos sin el consentimiento de los afectados en hospitales y campos de concentración y de asesinatos, torturas, atrocidades y actos inhumanos y degradantes.


El campo de Bergen Belsen, al norte de Alemania, fue utilizado a partir de 1939 como campo de prisioneros para soldados franceses, belgas y rusos. A partir de 1943, las SS lo utilizaron como lugar de tránsito para llevar a los judíos a los campos de exterminio polacos y, a partir de 1944, para alojar a judíos que sobrevivían a las marchas de la muerte desde el este europeo a medida que avanzaba el ejército soviético.


El campo mantuvo un promedio de 95.000 detenidos judíos y murieron 52.000 prisioneros de inanición, falta de atención médica a pesar de los contagios masivos de enfermedades como el tifus o trato inhumano recibido por las SS. 20.000 de los muertos provenían de la Unión Soviética.


Las primeras imágenes tomadas por los liberadores mostraban los cadáveres arrastrados por excavadoras. Los guardias nazis, incluidas las mujeres, fueron obligados a trasladar los muertos esqueléticos desde las pilas o camiones a las fosas y colocarlos de manera ordenada.


La mayoría de los fallecidos fueron enterrados en fosas comunes que se extiende por todo el campo. Cada fosa está señalizada con el número de cuerpos. La más grande tiene 5.000. Hay otra docena que acumula de 500 a 2500 restos. También hay algunas tumbas individuales.


Fosa común con los restos de 5.000 deportados. Fotografía de Gervasio Sánchez


La mayoría de los casi 300 guardianes, incluido su último comandante Josef Kramer, fueron detenidos en el campo tras su liberación. Cinco meses después se oficializó el primer juicio contra criminales de guerra que habían prestado servicio en Bergen Belsen.


20 hombres de las SS, 16 guardianas y otros 12 funcionarios fueron juzgados por un tribunal militar británico a partir del 17 de septiembre de 1945 por violaciones de las leyes internacionales en tiempos de guerra.


Fueron acusados de estar envueltos en un sistema de muerte, brutalidad, crueldad y negligencia criminal.  Las películas rodadas por los equipos de cine del ejército británico fueron utilizadas por primera vez como prueba de evidencia en un juicio.


Dos meses después, el 17 de noviembre de 1945, el tribunal dictó sentencia: once penas de muerte, incluida la de su comandante Kramer. Otros 19 recibieron penas de prisión y 14 fueron declaradas libres de pena. Las sentencias de muerte se llevaron a cabo apenas un mes después en la prisión de Hamelin.


Irma Ilse Ida Grese fue una de las supervisoras que con apenas 22 años se convirtió en la mujer más joven condenada a muerte en todo el siglo XX, según las leyes británicas. Tuvo a su cargo a 30.000 mujeres de origen judío. Conocida como “la bestia bella” o “el ángel de la muerte” fue una de las más crueles criminales de guerra. Fue acusada de permitr que perros hambrientos se lanzasen encima de las presas para devorarlas, asesinar a internas a tiros, torturar a niños, abusar sexualmente de reclusas.


Guardianas de las SS son obligadas a trasladar a los fallecidos a una gran fosa común tras la liberación del campo en abril de 1945.


480 miembros de las SS ejercieron funciones en Bergen Belsen entre abril de 1943 y abril de 1945. 61 murieron antes o justo después de acabar la Segunda Guerra Mundial, 33 fueron juzgados por cortes militares británicas y otros 46 fueron vinculados a procesos de desnazificación.


Otros 27 fueron extraditados a Polonia por los británicos para ser juzgados por su relación con los campos de exterminio de aquel país. Algunos fueron sentenciados a penas de cárcel por crímenes cometidos en Auschwitz.


Más de 200 SS jamás fueron juzgados por un tribunal a pesar de que cometieron crímenes de lesa humanidad en Bergen Belsen.


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